La solidaridad en el medio del desgarro | Topía

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La solidaridad en el medio del desgarro

 

Carlitos tiene quince años. El nació en uno de esos barrios que alguna vez se llamaron 'cantegriles', aludiendo a barrios muy ricos de Punta del Este y hoy 'asentamientos', pero en definitiva en uno de los lugares destinados a los más pobres de los pobres en nuestro país.

Su familia poblada de hermanitos y hermanitas y de mamá apenas si conseguían como apagar el fuego del hambre cada día.

Cuando cumplió los 12 años y se sintió grande, la urgencia por conseguir un poquito de dinero, algo que les abriera alguna puerta que la pobreza les cerraba lo empujó a caminos no fáciles. Se hizo unos amigos y empezaron a buscar aquí y allá, algo, alguien que tuviese lo que ellos no... Y así, sin querer, fueron consiguiendo dinero en billeteras y carteras ajenas. Pero esto mismo, los llevaría por un camino mucho más difícil de lo que nunca soñaron.

Así, un día Carlitos se encontró en una especie de cárcel, de encierro con otros jóvenes. Ahí conoció a otros muchachos como él que por diferentes razones habían llegado a ese lugar oscuro, donde no había actividades que los ayudaran a construir otras opciones de vida que les trajeran no un momento de alivio con un costo altísimo, sino un proyecto con el que impulsar la vida.

Una tarde, Carlitos recibió la visita de su mamá.

Su mamá le pregunta: “¿ Conocés a ese muchacho que pasó?”

Carlitos le dice: “Sí, te cuento él es Daniel. Cuando me cuelgan en el baño, porque hice algo que no les gustó a los milicos, él pide para ir al baño, les dice que necesita orinar o lo que sea, y se pone en cuclicllas debajo de mí, para que yo descanse...”

 

Olga Rochkovski

obidart [at] adinet.com.uy

 
Articulo publicado en
Agosto / 2014