Continuamos esta sección de encuentros con quienes trabajan en el ámbito de la Salud Pública. Esto permite a los lectores palpar qué es lo que efectivamente está sucediendo en el quehacer cotidiano en Salud Mental. Cómo se trabaja en algunos lugares, cuáles son las problemáticas concretas. Y en este caso particular poder vislumbrar la potencia del trabajo interdisciplinario, cuestionado por sectores de poder médico psiquiátrico en la actualidad, tal como se puede leer en la Nota de Editores de este mismo número.
En los últimos diez años una parte significativa de mis prácticas profesionales se ha desarrollado en las casas de las personas-conociendo sus formas de vivir y ocupar esos espacios, recorriendo diversos barrios de la Ciudad de Buenos Aires-. Este hecho configuró una puesta en movimiento concreta, interactuando desde un equipo interdisciplinario, con personas que sufren ciertos padecimientos que les impiden salir de sus casas, y por lo tanto también con sus familias.
En una reciente comunicación institucional de parte de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), se informa a sus asociados sobre un “hecho histórico” para la institución: "…la de ser la única Sociedad Profesional Evaluadora del Sistema Nacional de Acreditación de Residencias del Equipo de Salud, a cargo de la Dirección Nacional de Capital Humano y Salud Ocupacional del Ministerio de Salud de Nación, en lo que compete a las Residencias de Psiquiatría, Psiquiatría infanto-juvenil y Enfermería Psiquiátrica y de Salud Mental de todo el país".
“El obstáculo estuvo desde el inicio hasta el final,y sobre todo en el final ¨
Haitham, llego a la Argentina hace 4 años, como consecuencia de los inconvenientes que tuvo al intentar llevar a cabo su propósito: escapar de la guerra de Iraq, y reencontrase con su familia, la cual se encuentra en los Estados Unidos. Durante estos años, estuvo preso, preso e internado, luego vivió en una pensión, y finalmente internado en el hospital Borda.
Desde el año 1992, integro el equipo de adolescencia del Hospital de niños Ricardo Gutiérrez y desde 1995 soy co-fundadora del Hospital de día de dicha institución.
El número de publicaciones que hacen referencia al encuentro entre psicoanálisis y neurociencia ha crecido significativamente en los últimos años, lo que en principio impresiona como una señal auspiciosa de un posible enriquecimiento mutuo de estas disciplinas, con favorables repercusiones en el campo clínico. Entre otros, artículos como el de Pérez y el de Alonso del Campo y Bettini, dan cuenta de las posibilidades de crear un ámbito de intercambio. Sin embargo, buena parte de lo que se lee respecto de este tema está aún frecuentemente cargado de un fuerte prejuicio.
Este relato de experiencia da cuenta del trabajo realizado en el barrio La Rana (San Martín) por las residencias de Medicina General, Psicología y Trabajo Social del Centro de Atención Primaria de la Salud Nº 3 (CAPS 3). Consiste en un diagnóstico de situación con el objetivo de planificar intervenciones que tengan impacto en salud, construir vínculos entre el equipo de salud y las familias que favorezcan la referencia y el acceso al CAPS 3.
La base empírica de este trabajo es una experiencia realizada en el Servicio de Ginecología de un hospital público, que se dedica al tratamiento del climaterio –crisis vital evolutiva- con un abordaje interdisciplinario.
El trabajo en el ámbito comunitario nos sorprende, nos cuestiona, nos obliga a replantearnos nuestro quehacer, nos posibilita una nueva mirada y escucha, dado que en él se genera una complejidad diferente de la que se vive a diario dentro del consultorio. Ocasionándonos, tal como si fuera un caleidoscopio, una multiplicidad de sentidos, de atravesamientos. Ya no solo nos interesa el mundo interno para poder entender al sujeto, con su padecimiento, con sus malestares, ahora debemos atender también el afuera, su entorno, su cotidianeidad.
A los psicoanalistas no nos enseñan a trabajar en equipo. Todo lo contrario. A lo largo de nuestra capacitación se nos promueve para trabajar con un solo paciente en eso que llamamos “individual”. Los institutos de formación y nuestros libros de cabecera apuntan hacia la misma dirección. Los análisis de los analistas (también individuales), las supervisiones y los seminarios configuran un modelo de analista “individual”. Sea de la orientación que fuera: freudiano, kleiniano, lacaniano. Cualquiera sea el “iano”, siempre será “individual”.
Son muchas las interpretaciones prejuiciosas del climaterio que, aún hoy, tienen influencia en las mujeres que lo viven, atribuyéndole el sentido de tiempo peligroso o crítico, con una connotación negativa.
El término climaterio deriva del griego “klimakter” que significa “peldaño, escalón en la vida de una persona, de la edad crítica, momento difícil de superar”.
En Clepios Nº13, Nery Fures dice: “El año pasado empezamos con una prueba piloto para ir cambiando la formación desde su disciplina y darle una visión más interdisciplinaria, se trabajó con tres experiencias pilotos, una en el Hospital Belgrano, la otra en Berizo y la otra en Hulingham, en donde son Residencias integradas, multidisciplinarias, con algunas ya se venía trabajando como con el Belgrano, se empieza a incorporar el trabajo en el primer nivel con equipos interdisciplinarios.”
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra