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La invasión de la música de fondo

 

Ahora hay música en todas partes, en los aviones, en los ascensores, en los restaurantes, menos allí donde debería estar: en el corazón y en el cerebro.

Daniel Barenboim

 

¿Toda la vida tiene música hoy? El título de la clásica canción de Spinetta es lo contrario a la cotidianeidad de las ciudades. El poeta enamorado encontraba música en cada rincón fruto de su enamoramiento. Pero hoy la música nos invade en cada rincón de este capitalismo mundializado. Nadie escapa al consumo obligatorio e involuntario de música de fondo. Si bien muchas veces lo hacemos nosotros mismos para soportar viajes interminables en medios de transporte, la mayoría de las veces nuestros cuerpos son invadidos por música de fondo en lugares públicos donde hay algún consumo posible: terminales de ómnibus, aeropuertos, supermercados, shoppings, cualquier lugar para comer hasta el más pequeño de los bares.

Parece imposible sacarla. Ni aunque todos los participantes estemos de acuerdo para hacerlo. Por ahora.

Un día lluvioso le hicimos con Enrique Carpintero una entrevista a Franco Rotelli. Habíamos quedado en un café en el barrio de Congreso de Buenos Aires. Luego de charlar de varias cuestiones, saqué mi iPod para grabar la entrevista. Y en ese momento me percaté de la resonante música de fondo que nos envolvía. ¿Se grabaría la plácida voz del castellano italianizado de Rotelli o esa música de cartón que llenaba nuestro fondo? Los grabadores no hacen el trabajo de nuestros cuerpos. Nuestros oídos eligen una figura entre un fondo de ruido. Pero las máquinas no lo saben. Algunas tienen alguna función donde permite seleccionar qué tipo de grabación haremos, si entrevista, música, etc. para poder grabar mejor. Pero… sería difícil. Entonces le solicitamos a la encargada que bajara la música de fondo. Se negó. Era como si le hubiésemos pedido apagar las luces. Entonces vimos que había sólo tres o cuatro mesas ocupadas fruto de la tormenta. Le preguntamos a cada uno si le molestaba que bajaran o quitaran la música de fondo para poder grabar la entrevista con éxito. Todos estuvieron de acuerdo. Sin embargo, la encargada fue taxativa. La música era parte del lugar y no iba a sacarla. La situación me parecía inverosímil, pero real. Hasta allí llegaba la obligación de la música de fondo. No iríamos a llamar al dueño y menos podíamos mudarnos de lugar con el agua cayendo a baldes afuera. Con lo cual hice lo que tantas veces vi hacer en conferencias de prensa. Acercarle el iPod a su boca lo más posible. La entrevista pudo grabarse y ser desgrabada con éxito.

¿Hasta dónde llega la invasión de la música? No tenemos conciencia de cuánta música ingerimos sin querer. A veces ni siquiera nos damos cuenta. Música para no escuchar, para incentivar consumos, para supuestamente hacernos sentir bien y cobijarnos. Un uso narcótico de la música. El capitalismo mundializado promueve el desvalimiento primario cuyos efectos son la fragmentación social y los procesos de desubjetivación. El consumismo es un calmante temporal de dicho desvalimiento, tal como sostiene Enrique Carpintero en El erotismo y su sombra. El amor como potencia de ser. Y esta película tiene música permanente. Una música de fondo que vacía la experiencia musical para convertirse en un mero acompañante de otra actividad. Un tranquilizante menor que promueve el tranquilizante mayor que es el consumismo, llenando todo espacio con sonidos. Así se intenta llenar el vacío infructuosamente. Como una fallida melodía que nos arrulla de bebés para soportar dolores y angustias que no tienen palabras.

En Gran Bretaña están investigando cómo la música de fondo puede solucionar los trastornos del sueño que continúan en aumento. La experiencia es simple: poder elegir individualmente una apacible música de fondo para dormir mejor. Los motivos son claros y lo dicen sin tapujos: es una forma más barata de combatir el insomnio que los costosos psicofármacos, que insumen 50 millones de libras al año, además de incidir en la baja productividad de cada trabajador con dicho trastorno. Una música de fondo que tranquilice el malestar de este mundo y permita continuar produciendo para seguir consumiendo. Y consumiéndonos.

Hay “encargados” de defender la ambientación de este mundo a capa y espada. Muchos de ellos no saben bien ni siquiera por qué lo hacen. La música se convierte en un ruido amable que nos penetra sin nuestro consentimiento para tranquilizarnos temporalmente. Como esa música que les ponen a las vacas para que estén a gusto y produzcan más leche.

Somos muchos los que odiamos este uso de la música. No queremos recibirla involuntariamente ni como promotora de productividad vacuna ni como tranquilizante diario contra los males de este mundo. Para ello hay otros caminos que implican luchas. También experiencias musicales subjetivantes. Lo contrario de ser narcotizados con música insípida para creer que vivimos en un mundo feliz.

 

Enlaces

Toda la vida tiene música hoy de Luis Alberto Spinetta: www.youtube.com/watch?v=vLb6wWy-Drs

Entrevista con Franco Rotelli, disponible en www.topia.com.ar

Vainer, Alejandro, “Música de fondo. Música para no ser escuchada”, en http://www.topia.com.ar/articulos/musica-fondo-musica-no-ser-escuchada

Carpintero, Enrique, El erotismo y su sombra. El amor como potencia de ser, Editorial Topía, Bs. As., 2014.

Sobre la música de fondo para los trastornos del sueño: http://musicpsychology.co.uk/music-and-sleep/

 

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Articulo publicado en
Abril / 2015

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