Nota de los editores: Contra la psicologización de la realidad social y política | Topía

Top Menu

Titulo

Nota de los editores: Contra la psicologización de la realidad social y política

 
Nota de los editores Revista Topía #105 - Noviembre/2025

Una y otra vez, en distintos medios, se intenta explicar la política a partir de la psicopatología. Así, encontramos que Milei es un psicótico, y que en sus seguidores predomina el sadismo y la crueldad. Por otro lado, voceros del gobierno acusan al kirchnerismo de ser una “enfermedad mental”. Aún más, hay pseudoteorías que intentan explicar las ideas del “progresismo” y la izquierda como “parásitos mentales”.

La finalidad es la misma: descalificar con argumentos psicológicos al opositor político.

En el país con mayor cantidad de trabajadores psi de la galaxia, encontrar las motivaciones psicológicas de cualquier realidad es moneda corriente. La psicologización reduce realidades complejas a motivos psicológicos individuales. Y su función: la descalificación del rival con motivos pseudopsicológicos.

Este mecanismo tiene varios problemas, pero el principal es que encubre la realidad social y política mediante esta operación. De ese modo, invisibiliza las políticas que favorecen a intereses de distintos sectores mediante este barniz psicologista. No hay grupos favorecidos por ciertas políticas ni luchas entre sectores y clases. Sólo conflictos subjetivos que se juegan en el poder y se convierten en la única motivación. Una acertada estrategia para hablar de psicopatología y no de políticas concretas. Si el gobierno de Milei es cruel, quedan velados los intereses en juego: beneficiar a los ricos.

Frente a este panorama, nuestro camino es inverso y sigue las líneas abiertas por el propio Freud. Recordemos lo que sostiene en un estudio junto a William Bullit sobre el presidente de EEUU, Woodrow Wilson. En este extenso trabajo donde caracteriza al presidente Wilson -entre otras cuestiones- de narcisista y paranoico escribe: “Locos, visionarios, víctimas de alucinaciones, neuróticos y lunáticos han desempeñado grandes papeles en todas las épocas de la historia de la humanidad…

Habitualmente ha naufragado haciendo estragos, pero no siempre… Son precisamente sus rasgos patológicos de su personalidad, la unilateralidad de su desarrollo, el refuerzo anormal de ciertos deseos, la entrega a una sola meta sin sentido crítico y sin restricciones, lo que les da poder para arrastrar a otros tras de sí y sobreponerse a la resistencia del mundo.”

La psicopatología puede explicar algunas cuestiones sobre la personalidad, pero esto no debe impedirnos ver cuáles son las políticas. En este camino, es importante lo que Wilhelm Reich conceptualizó en Psicología de masas del fascismo, texto escrito en 1933 al ganar Hitler las elecciones. Allí denuncia a quienes hablaban ya entonces de “psicosis hitleriana”. El mismo reduccionismo 100 años antes. Reich encara un camino distinto: poder entender las políticas concretas de entonces y los fundamentos subjetivos que permitieron el triunfo del nazismo. Es decir, cómo se fue construyendo el huevo de la serpiente.

Tras dichas huellas nuestro dossier Neofascismo, psicoanálisis y subjetividad trabaja sobre distintas cuestiones de la actualidad. Enrique Carpintero profundiza su original concepto del “exceso de realidad” en su artículo editorial “Anamorfosis de la realidad”. Allí lo define como “una realidad cuyo exceso impide la capacidad de simbolización produciendo hechos traumáticos que generan monstruos en tanto no son del orden de las fantasías o del delirio, sino de lo real del síntoma” y cómo “el neofascismo es una reacción para apuntalar el capitalismo en este exceso de realidad”.

Alejandro Vainer recupera el valor del libro Psicología de masas del fascismo de Wilhelm Reich y lo actualiza sosteniendo cómo “las respuestas de aquel fascismo y este neofascismo tienen un origen parecido: la crisis del capitalismo que provoca que grandes sectores de la población no sólo estén pauperizados, sino atravesados por un ‘exceso de realidad’”. El sociólogo italiano Maurizio Lazzarato envió especialmente para este número su texto “Capitalismo fascista”. Allí recupera la interpretación de Paul Samuelson, quien describió “la imposición de la economía neoliberal como un ‘capitalismo fascista’”, y sostiene que “Trump (o Milei) es la imagen adecuada del ‘capitalista fascista’ porque representa una parte de la clase capitalista y actúa en consecuencia.” Tom Máscolo, en su columna “Subjetividad, memoria y lucha: cómo enfrentar al neofascismo y al FMI” subraya cómo la “historia enseña que cada derecho conquistado fue producto de la lucha: así se logró el matrimonio igualitario, la identidad de género, el aborto legal y la ampliación de derechos para millones”, y el enorme desafío que tenemos de transformar la resistencia actual en lucha. En este sentido, el reportaje “Resistir no es esperar sino luchar” de Tatiana Meza a Adela Hutin, integrante de los jubilados de los miércoles, permite ver desde adentro la importancia de este sector paradigmático en las luchas contra el neofascismo. César Hazaki, en su artículo “La persistencia de la memoria” nos adentra en el Proyecto Lebensborn (Fuente de Vida), que “consistió en un complejo entramado de leyes, reglamentos y ordenanzas para organizar la vida de las mujeres y la gestación de niños con la dirección y control de las SS.” Finalmente, desde Costa Rica, Eddy Carrillo R. aporta un trabajo original que pone luz sobre las discusiones sobre la neutralidad en el psicoanálisis en “El fin de la neutralidad (o el fin de un legado colonial en el psicoanálisis latinoamericano)”. Su investigación muestra que Freud nunca escribió “neutralidad” en su idioma, sino que es fruto de una traducción al inglés de la versión de James Strachey. De allí, “todo debate y discurso como analistas latinoamericanos sobre la neutralidad técnica es herencia de otra latitud, otra traducción.”

En la sección Por qué la izquierda hoy, Hernán Scorofitz nos aporta su visión en el texto “La vigencia del ‘catastrofismo’ y la Revolución en tiempos de ‘neofascismo’.

En Topía en la clínica trabajamos “Lo traumático en niños y adolescentes” a partir de dos trabajos. Marcelo Barenbaum, en Lo traumático a flor de piel: la interconsulta en salud mental” aporta situaciones diferentes de este trabajo actual en un Hospital de Niños. Por otro lado, Laura Ormando, trae a los lectores un caso clínico de la relación de una madre con su hija internada en “Contrapedagogías de la maternidad”.

En Área Corporal, Susana Volosin escribió “Reflexiones sobre el cuerpo y los silencios”. Allí expone las diferentes formas de los silencios: un silencio de muerte contrapuesto al silencio de vida, donde (el cual tiene) “su propia elocuencia, su propio lenguaje. Suena a susurro o murmullo, tiene una vibración sutil y suspendida, ligera, que se multiplica en estados de paz y luminosidad.

Un número para leer desde distintos lugares. Un número que sale al mismo tiempo que nos encontraremos en las Jornadas 35 años de Topía, que se realizan el 8 de noviembre, con el título Neofascismo, subjetividad y psicoanálisis. En ese marco se entregarán los certificados del 8vo Concurso Topía de ensayo breve “La crisis en el fin de época. La subjetividad amenazada”.

En este encuentro potenciamos los territorios de pensamiento crítico frente al neofascismo. Con lectores, suscriptores y todos quienes apoyan este proyecto en distintos espacios.

Los esperamos.

Enrique Carpintero, César Hazaki y Alejandro Vainer

 

Temas: 
 
Articulo publicado en
Noviembre / 2025

Ultimas Revistas