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Cuerpo y máscara

 

Escribir con cuerpo y máscara implica despojarse de algunas de las máscaras, conectarse con el no saber y desde ahí abrir a la reflexión. No denegar que el cuerpo, especialmente, nos dice de la vida y la muerte, y la máscara da testimonio de ello. En ese intervalo se puede dialogar.

Qué decimos con cuerpo

Cuerpo erógeno, biológico, social, de la significación, del arte de la cultura... En la vida están entrelazados aunque se los puede diferenciar. Aunque nos ocupemos sólo de la significación, los otros cuerpos están presentes. Nancy afirma que el cuerpo es el ser y que es la escultura del alma. No puede dejar de estar presente en todo fenómeno humano.

Es fácil decir éste es mi cuerpo así como éste soy yo pero, qué es el cuerpo, cómo definirlo. Puedo definirme a mí mismo para no perderme con los otros, pero luego me pierdo igual. Se trata de correlacionar la imperiosa necesidad de definición, pero a su vez poder jugar con las indefiniciones.

El cuerpo no es el reino de la verdad, si así lo mencionáramos, sería un terreno más de la escisión metafísica entre el sentir y el pensar, entre el significante y el significado. Pero el cuerpo no está por fuera de la verdad: palabra encarnada, cuerpo en significación.

La máscara y el cuerpo no son sólo aquello que se luce para ocultar, sino también para revelar.

Con cuerpo queda connotado: lo biológico, lo erógeno, la pulsión y el deseo, la cultura, la vida, los afectos, la vivencia, la significación.

En sus extremos o se desconoce (deniega, repudia) el cuerpo o se lo transforma en el lugar de la solución universal. El cuerpo no sólo se hace presente en las patologías, sino en lo invisible y visible de la cultura y de la cotidianeidad. No sólo en las patologías del narcisismo, en la anorexia y la bulimia, en los niños y los adolescentes, en las catástrofes y en los momentos de felicidad. La existencia es cuerpo. En el curso de la historia personal se conforma el rostro, y se constituye la máscara cotidiana.

Denominamos máscara personaje a aquellas construidas de diferentes materiales, con un formato particular, que puede definir un personaje, oculta el rostro. En una definición extendida de máscara se incluye el disfraz que cubre todo el cuerpo. Luego las máscaras sociales, las antropológicas, las de carnaval, etc.

Fenómeno de máscaras: es una modalidad incorporada a nuestro trabajo, sucede cuando al ocultar, revela, y al revelar, oculta. Alguien se coloca una máscara representando un tigre, pero el otro que la ve, (puede ser uno mismo en el espejo), la percibe como un gatito inofensivo. Se ocultó con esa máscara que eligió, como si fuera un tigre, pero reveló un felino inofensivo.

La carga que tiene la máscara está relacionada con lo que no está, aunque esté presente de algún modo: los fantasmas. Por eso o se las reduce a elemento de decoración o de juego, en la que se deniega esa carga, o alguien se espanta o se hace cargo de esa intensidad. Los fantasmas son los personajes de la fantasía, de la historia personal y social, los aspectos arcaicos individuales y/o sociales, conscientes o inconscientes. Puede conectar con lo ominoso, puede enriquecer la vida que cuando está privada de fantasma se “seca”.

El cuerpo desnudo de fantasmas, es sólo un cuerpo biológico, aquellos cuerpos de los cuales se apropian las dictaduras, pues no tiene espíritu, no tiene nada, y se puede disponer de la vida y de la muerte.

En nuestra práctica puede llevar a la definición, a la estructuración o por el contrario a la desestructuración. El coordinador debe tener en cuenta la direccionalidad del trabajo: En alguien obsesivo, la desestructuración puede ser un camino para la cura, en alguien con una estructura psicótica o borderline o en situación de conmoción o de crisis social, (como en una inundación o en situación de cambios de lugar como en migración), podría ser más conveniente ir en el sentido de una estructuración.

El cuerpo y la máscara están en el escenario de la contemporaneidad.

El cuerpo como lo más propio y a su vez lo más extraño. La máscara, como figuración del fantasma, como arcaica y contemporánea. Se connota con la máscara el fenómeno de ocultar y revelar; una definición extendida abarca a todo el cuerpo, en el rostro, el maquillaje, las máscaras sociales, antropológicas, las de las ceremonias, las ideologías, las teorías. Así hemos definido máscara como órgano de superficie del conjunto de las relaciones sociales.

La máscara y el cuerpo no son sólo aquello que se luce para ocultar, sino también para revelar. El cuerpo mistificado de la televisión, de las propagandas, el cuerpo de la idealización, de la mercancía, se entrecruza con el concepto de máscara.

Mascaras de vida y de muerte

La corporalidad también está presente en la máscara, cuerpo presente o ausente. En el carnaval, en las comunidades primitivas, en las estructuras psíquicas, en la vida en general, no dejan de estar presentes. Nos referimos especialmente a la estructura carnavalesca, como la describieron Bajtín y Kristeva. Es la fiesta, pero con una característica de juego, de significación particular.

Máscara y cuerpo son dos “caras” de una moneda. Cuando el cuerpo adquiere significación se transforma en máscara. Cuando en la máscara se juegan determinadas intensidades, se transforma en cuerpo.

Cuerpo de la miseria, de la tortura, del campo de concentración, de la alegría, de la tristeza, del goce, del desconcierto. El cuerpo adquiere una estructura particular un gesto que ya es máscara. Condensa en esa forma las intensidades del ser.

La máscara y el otro

Se rechaza en la realidad, lo real del otro, en el que se proyecta el temor de la existencia, lo desconocido, lo siniestro. Eso abominado, definido por ciertos rasgos, en realidad es una máscara rechazada.

¿Por qué la denomino como máscara? Por el entrelazamiento de rasgos, por los aspectos míticos, por el aspecto de ocultación y de encubrimiento, por los aspectos proyectados.

Esto que ocurre con el migrante ocurre también con los afectados por la miseria, el racismo, el diferente, el discapacitado, el refugiado.

El ideal de dominación, totalitario, es desmentido por lo real del otro. Por lo que el otro debe ser negado, forcluido, desmentido, eliminado sin clemencia.

Se discrimina al otro desde la ficcionalidad de ubicarlo como máscara, para luego ser rechazado. Esa ficcionalidad construye relatos, personajes, cuerpo.

Se estructura como una escena, la escena de la discriminación. Los afectos son los del odio y la destrucción. Desenmascarar la discriminación, implica dar cuenta de la máscara y de los componentes de la escena mencionados. Es una escena doble: una estructurada en la superficie y otra subyacente, una protoescena donde predominan aspectos primarios y los mecanismos antes mencionados.

Los episodios de crueldad que se juegan contra los inmigrantes y al mismo tiempo las evasiones desesperadas, no sólo están imbuidas de racismo y autodestrucción, sino que también “representan” el ser social del tardo capitalismo por el cual el otro es fuerza de trabajo y mercancía que queda desvalorizada por fuera de su uso.

El emigrante parece insertarse en la literalidad de la relación amo - esclavo que marca también a los racismos y los totalitarismos del siglo XX.

En la psicopatología

Una mujer habla de su “gordura”, la resignifico, en conjunto con ella, como una máscara y le permite encontrar otras denominaciones. El síntoma psicosomático, la gordura, falto de fantasma, de estructura de simbolización que pueda atar y metaforizar lo corporal “salido de madre”, encuentra en el ejercicio corporal, con telas, una estructuración imaginaria. De esta manera el discurso de la gordura, discurso semiótico, puede incorporárselo en discurso gestual, en imágenes, verbal, escénico.

La delgadez, en la anorexia de Marta, resalta el esqueleto y la fantasía de muerte está enmascarada, pero revelada por el gesto de su rostro y de su cuerpo todo. Su biología es significación.

Los rituales obsesivos le impiden a Juana salir a trabajar y sus rituales de la limpieza conforman una máscara que la protege del temor a su agresión y a determinadas fantasías. En sus rituales dialoga con sus fantasmas silentes. La posibilidad de escuchar eso que no tiene palabra genera condiciones para la cura.

Cómo trabajamos desde nuestro marco conceptual (1)

Nuestra práctica es cultural y social, sobre/en la subjetividad individual y comunitaria, la problemática del cuerpo y la máscara tienen la marca de la praxis realizada durante 40 años. Junto con tratamientos “clásicos” del psicoanálisis como una “talking cure” (cura a través de la palabra) realizamos trabajo corporal, dramático con máscaras en la que están incorporados el juego, los gestos, la palabra, los relatos, la poesía, el teatro. Denomino a mi clínica como: “clínica de la heterogeneidad” como parte de la poética de la cura y del desenmascamiento. ¿No alcanza simplemente con el trabajo con la palabra? ¿Puede un psicoanalista dar cuenta de esa heterogeneidad? Los clásicos así lo han hecho. No lo pueden jugar aquellos que transforman, el psicoanálisis, en un dogma. Partimos de la base de la pluralidad de los psicoanálisis.

En toda situación analítica tanto la máscara como el cuerpo están presentes, independientemente que el analista tenga conciencia de ello

Lo instituyente del psicoanálisis2 permite que éste se transforme con el tiempo: psicoanálisis de familia, de parejas, de la vincularidad, de niños, etnopsicoanálisis, etc.

En la reflexión sobre el cuerpo y la máscara, los desarrollos conceptuales a su vez, son anclajes y elementos de la práctica. No es extraño que así suceda en una disciplina. Por ejemplo, la transferencia, la pulsión y el narcisismo son componentes teóricos y simultáneamente elementos de la práctica clínica.

La máscara y el cuerpo no son sólo aquello que se luce para ocultar, sino también para revelar. El cuerpo mistificado de la televisión, de las propagandas, el cuerpo de la idealización, de la mercancía se entrecruza con el concepto de máscara.

Menciono algunos dispositivos que hemos desarrollado: “Máscara y cura”, “El “Trabajo corporal, dramático con máscaras’, “La mascarada, “El Trabajo en lugares simultáneos”, “Los Mapas del cuerpo”, “El Mapa Fantasmático Corporal” en su relación con la “Imagen inconsciente del cuerpo” y otros.

Poética

Parece una obviedad afirmar que en toda situación analítica tanto la máscara como el cuerpo están presentes, independientemente que el analista tenga conciencia de ello. Puede trabajarlo igual, “sin conciencia”, pero sí la tiene, las posibilidades terapéuticas son mayores. Una es la conciencia y lo otro es como opera sobre estos componentes.

El cuerpo, el propio y el de los otros, es el escenario del drama humano

Se pone en cuestión que técnicas utiliza. Defino una poética que da cuenta de un estilo del paciente como del terapeuta. Poética en la que hay técnicas, conceptualizaciones, esquemas referenciales, etc. Las defino como “Poética de la cura” y “Poética del desenmascaramiento”, en la cual están presentes la palabra, el relato, el juego, la máscara, el cuerpo. Poética que resalta desde la “poiesis” las capacidades de cambio y creación de quien consulta. Pone en cuestión la máscara del psicoanalista.

Técnicas

En el trabajo corporal algunos pretenden solucionar lo que la ontogenia y la filogenia no dio: el cariño, la soledad, la ilusión, el encuentro con uno mismo y con el otro. Desde nuestro punto de vista se trata de hacer presente el deseo de amar, transformar, representar, lo elaborativo y junto con ello la imposibilidad, la envidia, el odio, la destrucción, la muerte. Cuanto menos se deniega de estos aspectos y se trate de expresar aquello que forma parte de la humano, de mejor modo se expresa el encuentro y la reparación.

Se entrecruzan el objeto, el cuerpo, la máscara y el fantasma.

Afirmaciones paradigmáticas sobre la máscara:

Es sólo un juego. No tiene nada que ver conmigo, pero aun así me conecta con un fantasma. La vi de golpe y parecía que hacía un gesto.

El juego de la negación de esas intensidades, en la cotidianeidad se debilita y se eclipsa. En el juego de máscaras, se amplifica y se legaliza, no soy perverso, ni fetichista, si digo al mismo tiempo que esto no existe y que existe. No es el “sí” de lo real, sino que es el “como si” del juego imaginario. Este juego genera alivio y está entre los fenómenos de cura.

Cuerpo, máscara y fantasma

Si el cuerpo es la materialidad de lo vivo, en la Ilustración, se trata de desecar el fantasma y la máscara como si fueran cartas, fotografías de aquello que ya, o que nunca fue.

Desde otro lugar la vitalidad del cuerpo se lo entiende en relación al deseo, los fantasmas y la fantasía que lo visten.

El cuerpo desnudo de fantasmas, es sólo un cuerpo biológico, aquellos cuerpos de los cuales se apropian las dictaduras, pues no tiene espíritu, no tiene nada, y se puede disponer de la vida y de la muerte.

Si los fantasmas no están desecados, las máscaras son la presencia de ellas, de lo vivo y de lo muerto, de eso que nos habita y que perdemos en el último suspiro. En este sentido la máscara es la presencia de la potencia de la vida, sin ellas nada es posible, incluido el amor.

Cuerpo y ser

¿Qué cuerpo hace presente el cuerpo real? Es el cuerpo otro, del pasado, cuerpo ideal. Así como la metáfora no tiene un objeto esencial que determina a la palabra y al cuerpo real, el sujeto, crea el ideal. El cuerpo de los dioses, el intrauterino, el inmortal, el de máxima belleza.

En el narcisismo, el mito que se repite, lleva a la vertiginosidad de hundirse en el espejo del lago. Cuánto más se busca la imagen más se la pierde. Las patologías del narcisismo llevan esa marca; al melancólico el cuerpo se le cae y padece, y sus palabras no alcanzan para llenar el vacío del duelo. En la histeria, el sujeto encuentra e inventa su territorio, el erógeno, que Freud descubre.

El cuerpo, el propio y el de los otros, es el escenario del drama humano. En los llamados trastornos de la alimentación, todo el ser queda encerrado en la imagen, que aumenta su volumen o disminuye, que puede ser en grados catastróficos, aunque no siempre.

 

Referencias bibliográficas

Buchbinder, M., Matoso, E.: Mapas del cuerpo. Mapa fantasmático corporal, Letra Viva, Buenos Aires, 2011.

Buchbinder, M., Matoso, E.: Las máscaras de las máscaras, Eudeba, Buenos Aires, 1994.

Buchbinder, M., Poética de la cura, Letra Viva - Instituto de la Máscara, 2001.

Buchbinder, M., Poética del desenmascaramiento, caminos de la cura, Planeta, Buenos Aires, 1993.

Matoso, E.: El cuerpo territorio de la imagen, Letra Viva -Instituto de la Máscara. 2001.

Notas

1. El Instituto de la Máscara fundado en 1975 por Elina Matoso y Mario Buchbinder, en Buenos Aires.

2. Me estoy refiriendo también a la escena, el cuerpo y la máscara del psicoanálisis en esta segunda década del siglo XXI. Si se queda en una disciplina melancólica o si usa la potencialidad instituyente en el lanzamiento de su afán transformador, inserta en la contradicciones y acontecimientos de la intensidades de lo socio cultural y artístico tecnológico. Si el psicoanálisis no se sacude el dogma, en el que está incluido la repetición ecolálica, su lenguaje de secta, nunca podrá hacerse cargo de la significación de la máscara, el cuerpo y la escena. Si puede sacudirse la hojarasca del temor a la vida, podrá retomar la potencialidad cultural y de la subjetividad individual.

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Articulo publicado en
Noviembre / 2015

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