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Testimonios sobre el dinero en el dispositivo analítico

 

Comenzaré este trabajo relatando mi relación con el dinero y el psicoanálisis. Ésta empieza en 1964 con mi ingreso a la carrera de Psicología en la vieja Facultad de Filosofía y Letras en la calle Viamonte de la ciudad de Buenos Aires.

En aquellos momentos los profesores de las materias psicoanalíticas eran miembros de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Desde un comienzo se nos enseñaba que una parte importante de la formación de los psicoanalistas era el propio análisis. Cuestión que comprobé posteriormente en mi vida profesional. Además, que para que aquél fuera valorizado “debía ser caro”. El número de sesiones era de tres o cuatro semanales. Esto era aceptado como una verdad absoluta y todo lo que no encuadrara en este formato era calificado: “Eso no es psicoanálisis”.

Nos preguntábamos cómo los psicoanalistas, en nombre de la neutralidad y la abstinencia, podían mantener al dispositivo analítico al margen de los acontecimientos socio-políticos y afirmar que eso era el oro, la pureza del verdadero psicoanálisis

El encuadre del dispositivo se fijaba en lo que se llamaba “contrato” al comienzo del tratamiento, en el que se incluían los honorarios, las ausencias, las vacaciones en febrero y los horarios, que era lo único en lo que el paciente tenía voz. Otro concepto imperante en aquella APA era que un psicoanalista debía considerarse “extranjero en su cultura” para así garantizar su “neutralidad”.

Siguiendo estos preceptos y, además, por mis conflictos personales, comienzo mi análisis en la mitad de la carrera. Los psicoanalistas que estaban económicamente a nuestro alcance eran los llamados “candidatos” de APA, que eran aspirantes a ser miembros de la institución y que pagaban los caros honorarios de su análisis didáctico y seminarios trabajando con pacientes que supervisaban dentro de la misma. Este circuito cerrado era vivido como una garantía de la seriedad del dispositivo. Llego a mi analista por la derivación que le pido a un docente de la facultad.

Viñeta "sesiones gratis", por Haroldo Meyer
Viñeta "Sesiones gratis", por Haroldo Meyer.

Al tiempo de comenzar mi análisis, se instaura en el país la dictadura del General Onganía. Éste suprime todos los derechos políticos y persigue a todos aquellos que fueran opositores. Entre estas medidas decide intervenir la Universidad de Buenos Aires, que gozaba de autonomía. Los estudiantes y el cuerpo de profesores decidimos resistir esa medida tomando todas las facultades y fuimos reprimidos violentamente en lo que es recordado como “La noche de los bastones largos”.

Esa tarde yo me encontraba en la facultad entre los estudiantes y docentes que habíamos decidido la toma y, viendo que no podía llegar a mi sesión, llamo por teléfono para avisar. A la sesión siguiente hablo de esa situación traumática que había vivido. Para nosotros, los estudiantes, esto era el fin del mundo. Soy escuchado silenciosamente por mi analista y le pido recuperación de la sesión perdida. Él me interpreta que: “Un padre malo me sacaba cosas y le pedía a él que se comportara como una mamita buena que me las restituía.”

Cuando los conceptos teóricos son incorporados como mandatos, se convierten en un obstáculo institucional, ya que funcionan como dogmas

De la recuperación de la sesión ni habló, del acontecimiento de la universidad tampoco. Mi analista se había comportado como un verdadero extranjero en su cultura, aunque en el consultorio había un título de médico colgado de la pared expedido por la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. El desmantelamiento de la misma, lo que él sintiera o pensara de esa situación estaba escindido de su rol de analista.

Pagué la sesión perdida y el momento traumático que había sufrido lo tuve que elaborar con mis compañeros y familiares. Con relación a mi análisis, comencé a sentir que no me servía y que quería interrumpirlo. Con el tiempo entendí que la relación transferencial con ese analista se había roto, pero también con esa corriente ideológica del psicoanálisis.

El cuerpo de docentes de la facultad renunció en su totalidad para no ser cómplice con la dictadura, salvo Antonio Caparros que fue echado posteriormente, por hacer una asamblea con los alumnos y decidir conjuntamente si se daba examen o no. Por lo tanto, se perdió el cuatrimestre. Pero con algunos docentes y alumnos se fue formando lo que denominamos GRUNI -Grupos de Resistencia Universitaria-. Nos reuníamos en casas y consultorios para estudiar con ellos en forma gratuita.

Otro fenómeno que no existía en nuestro comienzo, es el trabajo de muchos colegas para instituciones en las cuales les pagan honorarios miserables

Con el tiempo la resistencia a la dictadura fue creciendo y se producen acontecimientos de revuelta popular fuertísimos como fueron el “Cordobazo”, el “Rosariazo” y el “Vivorazo”. También la APA es atravesada por la situación y varios psicoanalistas forman los grupos “Plataforma” y “Documento” que rompen con la institución y no se quedan en ella.1

Comienza un cambio rotundo con este movimiento, los psicoanalistas se implican como tales en los procesos político-sociales. Nuestra formación cambia. En esos momentos me recibo de psicólogo.

Los jóvenes buscábamos, para estudiar y analizarnos, a colegas mayores que tuvieran “compromiso político y que fueran flexibles con los honorarios”, porque habíamos vivido y aceptado instituidos que en ese nuevo momento histórico nos comenzaron a parecer injustos.

Hoy pienso que algo de la posición ideológica y el dinero comenzábamos a relacionar. Nos preguntábamos cómo los psicoanalistas, en nombre de la neutralidad y la abstinencia, podían mantener al dispositivo analítico al margen de los acontecimientos socio-políticos y afirmar que eso era el oro, la pureza del verdadero psicoanálisis. Hoy pienso que cuando los conceptos teóricos son incorporados como mandatos, se convierten en un obstáculo institucional, ya que funcionan como dogmas. Es necesario revisar cómo adherimos a ellos.

Es imposible pensar que el dispositivo analítico se mantenga al margen de los cambios y de las convulsiones político-sociales

Freud puso mucho empeño y control para que se respetara la pureza de su teoría ¿Pero qué pensaba con respecto al dinero en el análisis?

En “La iniciación del tratamiento” (1913) dice: El analista no niega que el dinero haya de considerarse en primer término un medio de sustento y de obtención de poder, pero en la estima del dinero coparticipan poderosos factores sexuales… el hombre civilizado trata los asuntos de dinero de idéntica manera que las cosas sexuales, con la misma doblez, el mismo falso pudor e hipocresía. Por su parte el analista tendrá que estar dispuesto a no incurrir en esos vicios, sino tratar las relaciones monetarias ante el paciente con la misma natural sinceridad en la que pretende inculcarle para los asuntos de la vida sexual.

Viñeta "Relaciones Monetarias" de Haroldo Meyer
"Relaciones Monetarias", viñeta de Haroldo Meyer

En “Los caminos de la terapia psicoanalítica” (1918 en el Congreso de Budapest) dice: Alguna vez habrá que despertar la conciencia de la sociedad y advertir a ésta que los pobres tienen tanto derecho al auxilio del psicoterapeuta como del cirujano, y que las neurosis amenazan tan gravemente la salud del pueblo como la tuberculosis… Se crearán entonces instituciones médicas en la que habrá analistas… El tratamiento será, naturalmente, gratis. Pasará mucho tiempo en que el Estado se dé cuenta de la urgencia de esta obligación suya. Las circunstancias actuales retrasarán acaso todavía más este momento, y es muy probable que la beneficencia privada sea la que inicie la fundación de tales instituciones. Pero indudablemente han de ser un hecho algún día.

Haciendo un poco de historia es bueno recordar que siguiendo órdenes de Freud en 1920 Abraham funda el Instituto Psicoanalítico de Berlín, dirigido por Max Eitingon del cual dependía la Policlínica de Berlín, donde se ofrecían tratamientos gratis y por honorarios que posibilitaran el acceso al mismo de las clases populares. Además, es allí donde comienzan a desarrollarse los primeros análisis didácticos a nivel institucional. Todo esto enmarcado en la aspiración del reconocimiento oficial. Lamentablemente ese reconocimiento llegó con la asimilación del Instituto al Instituto Göring por el nazismo, dirigido por el primo del célebre mariscal, pasando a llamarse “Instituto para Investigación Psicológica y Psicoterapia del Consejo de Investigaciones del Reich”, en 1944.2

Las permanentes crisis político-económicas que hemos vivido en la Argentina provocaron que el dinero fuera un factor muy condicionante del dispositivo analítico... y se haya convertido en un “analizador” de la posición ideológica del analista

Volviendo a los testimonios sobre la Argentina de aquellos años de mi comienzo profesional, se dan experiencias muy interesantes. Los psicólogos comenzamos a trabajar en los hospitales ad-honorem. Se abren dos comunidades terapéuticas, en el hospital Estevez de Lomas de Zamora a cargo del Dr. Dicky Grimson y en Colonia Federal en la Provincia de Entre Rios a cargo del Dr. Raúl Caminos.3 En el hospital de Lanús, provincia de Buenos Aires, se habilita el Servicio de Salud Mental a cargo del Dr. Mauricio Goldenberg. En estos lugares, no solamente se hacía clínica, sino que además eran lugares de formación. Surge la Coordinadora de Trabajadores de Salud Mental que reúne a psicólogos, médicos y trabajadores sociales con un Centro de Docencia e Investigación.4

En el seno de la comunidad psicoanalítica se discutía si estas experiencias estaban en el marco del psicoanálisis, porque no se usaba el diván y no intervenía el dinero. Pero esta discusión duró poco porque fueron barridas por el grupo nazi-fascista que albergaba el gobierno de María Estela Martinez de Perón y la dictadura militar que comienza en 1976 con el general Videla como presidente.

Hubo muchos compañeros “desaparecidos”, muertos y exiliados. Muchos otros que nos “mandamos a guardar”, conservamos en la intimidad de nuestro consultorio y con nuestro grupo cercano de colegas, silenciosamente, las marcas que nos habían dejado esos años de cambios en la implementación del dispositivo analítico, tanto en la práctica como en la formación. No lograron hacerlo “desaparecer”.

Lo que no pudieron hacer desaparecer es la concepción ideológica con la que trabajamos. No eludimos que en ésta como en cualquier otra práctica social interviene una dimensión política en la cual estamos siempre implicados. Eso nos permitió sortear los feroces efectos del terrorismo de estado en la dictadura, ser concientes del miedo y no actuarlo. También en los momentos de hiperinflación donde el dinero argentino no valía nada, pero era uno de los motivos principales de preocupación colectiva. O en la crisis del 2001 cuando un porcentaje enorme de la población quedó sin trabajo y, por ende, gran cantidad de nuestros pacientes. Y también en esos años cuando los bancos produjeron la gran “estafa legal” quedándose con los ahorros de sus clientes. En esos tiempos la preocupación por el dinero invadía el imaginario colectivo y si no se encontraba una solución, diferente con cada uno de los pacientes, funcionaba como resistencia al análisis. Hoy en día vuelve a aparecer la amenaza de desocupación y pauperización de la clase trabajadora, pero nos encuentra con mucha más experiencia para afrontarlo.

También se agregan algunas variables nuevas, los pagos electrónicos, que se ha convertido en uso corriente desde la bancarización de los sueldos y la digitalización de los sistemas. Muchos pacientes piden usarlo y también muchos colegas lo hemos aceptado no viendo cambios en la dinámica transferencial. El pedido de factura e historia clínica para el reintegro de honorarios de parte de las empresas privadas de salud y de obras sociales. Otro fenómeno que no existía en nuestro comienzo, es el trabajo de muchos colegas para estas instituciones en las cuales les pagan honorarios miserables.5

Es imposible pensar que el dispositivo analítico se mantenga al margen de los cambios y de las convulsiones político-sociales. Se desenvuelve en un determinado momento histórico, del cual no podemos dejar de ser conscientes, ya que podríamos caer en el error de interpretar una demanda de protección de un paciente, víctima de alguna de estas injusticias, desde el complejo de Edipo, que seguramente está presente, y dejarlo con el montante de angustia con el cual entró al consultorio y sin la posibilidad de encontrar un camino para salir de la encrucijada de la cual es víctima.

Las permanentes crisis político-económicas que hemos vivido en la Argentina provocaron que el dinero fuera un factor muy condicionante del dispositivo analítico. Por lo que creo que se ha convertido en un “analizador”6 de la posición ideológica del analista.

Según en qué posición se coloque, va a poder determinar si el problema del dinero está del lado del paciente o si éste es víctima de los acontecimientos sociales. Esto se puede discernir desde la conciencia de la dimensión política de nuestra práctica. Y, además, esta implicación va a jugar un importante papel en la dinámica de la transferencia, ya que en ella el analista tiene un lugar de poder. Sabemos que en cualquier transacción donde interviene el dinero se repite dicha estructura. El analista tiene una ventaja doblemente poderosa a la cual debe renunciar.

Estos testimonios son un corolario de las experiencias vividas, que pudieron ser conceptualizadas conjuntamente con los maestros con los cuales me formé, en las supervisiones de casos clínicos y en los espacios colectivos en los cuales intervine e intervengo.

Notas

1. Ver Carpintero, Enrique y Vainer, Alejandro; Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los ‘60 y ‘70. Buenos Aires. Topía. 2006.

2. Caeiro, Alfredo. “Freud y el Nazismo”, Revista Topía N° 22. Abril 1998 o www.topia.com.ar

3. Comunidad de locos, documental producido por Revista Topía, bajo la dirección de Ana Cutuli.

4. Carpintero y Vainer op. cit.

5. Vainer, Alejandro. “El terapeuta de $ 8”, Revista Topía N° 19 o en www.topia.com.ar

6. Tomo este concepto del Institucionalismo Francés. El analizador es una producción de sentido por efecto de un acto, un acontecimiento, que devela lo que está oculto por sí mismo. Ver Lapassade, Georges. El Analizador y el Analista. Gedisa, 1979.

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Articulo publicado en
Abril / 2017

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