Hace unas semanas, como consecuencia de una información del Centro Simón Wiesenthal, comenzó a darse un debate sobre la figura de Ramón Carrillo. Creemos necesario recordar los efectos de su gestión en el ámbito de Salud Mental a partir de nuestras investigaciones publicadas en Las Huellas de la Memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los 60 y 70. Ed. Topía, segunda edición, 2018.
La crisis que trajo la pandemia del Covid-19 llevó a que estallara un mundo que creíamos con posibilidades infinitas donde, incluso, se hablaba de que en pocos años podríamos vencer nuestra finitud. Sin embargo, la muerte nos rodea como una nevada mortal y solo atinamos a defendernos; las metáforas bélicas que algunos gobiernos utilizan contra el virus es un mecanismo de defensa que no tolera la sensación de incertidumbre y miedo de nuestra fragilidad humana.
El cuerpo como metáfora de la subjetividad, se dejará aprehender al transformar el espacio real en una extensión del espacio psíquico. Desde aquí hablamos de corposubjetividad donde se establece el anudamiento de tres espacios (psíquico, orgánico y cultural)
En abril de 1997 escribí este texto editorial para hacer una lectura, a través de El Eternauta, de los efectos del capitalismo neoliberal en la Argentina de los ´90. En este sentido la historieta de H. G. Oesterheld -como toda obra de arte- tiene las características de permitir múltiples lecturas. En la actualidad el virus del Covid-19 asume el lugar de la nevada mortal y sus efectos en el sujeto que lo pueden llevar a la solidaridad o al egoísmo.
El cierre de esta edición coincide con la declaración de pandemia ante el coronavirus. Esta situación llevó a tomar medidas de gran dramatismo: gente aislada en sus casas, ciudades vacías, cierres de fronteras, cancelación de vuelos. El coronavirus aparece interrumpiendo la vida cotidiana. Su resultado es que ante la conciencia de fragilidad del ser humano emerge el miedo; el pánico ante el otro. Esta no es una buena respuesta ante la emergencia sanitaria. Tampoco negar la gravedad del problema. De allí la importancia de un Estado que promueva la solidaridad: me cuido porque de esta manera cuido al otro.
Una parte de esta compleja problemática tiene raíces en las tremendas desigualdades sociales provocadas por el capitalismo que consolidan nuevas inequidades en relación al contagio y la supervivencia frente a la epidemia. Los sistemas privados no están preparados para dar atención al conjunto de la población. Por ello la necesidad de apuntalar un sistema público universal y gratuito. A la par de generar espacios de solidaridad. Espacios de subjetivación donde se tenga en cuenta al otro.
Frederic Jameson escribió en el libro Las semillas del tiempo su famosa frase: “Parece que hoy en día nos resulta más fácil imaginar el total deterioro de la tierra y de la Naturaleza que el derrumbe del capitalismo.” Cuando se lo cita no se aclara que para tener esta sensación fue necesario separar el deterioro ecológico del desarrollo del capitalismo tardío. Es decir, este pesimismo implica que no existe una posible alternativa anticapitalista a los efectos de la desregulación en la llamada “libertad de mercado” que, en realidad, es el poder de las grandes empresas mundializadas. En este sentido poder dar cuenta de estas circunstancias adquiere cierto sentido de urgencia de época por los efectos que produce en el colectivo social. De allí la necesidad de entender que el sujeto es portador de cultura y, como tal, manifiesta los síntomas de la civilización en la que vive. Podemos decir que en la actualidad predominan aquellos que refieren a la negatividad; entre ellos se destaca la depresión. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se calcula que la depresión afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, que cerca de 800.000 personas se suicidan al año, el 78% de los suicidios se produce en países de bajos y medianos ingresos: es la segunda causa principal de defunción en jóvenes de 15 a 29 años. Sin embargo, hablar de “depresión” de un modo tan amplio recubre una gran variedad de matices y posiciones subjetivas que conlleva una cultura donde triunfan las pasiones tristes.
El Dios spinoziano no conoce y razona para luego actuar; conoce obrando y obra conociendo
Las autoridades del Hospital Braulio Moyano no permiten usar la palabra “manicomio” dentro del Hospital. Los trabajadores pueden tener represalias por su uso. Es más. Dicen que nunca fue un manicomio. Y que los manicomios no existen.
La suposición de que prohibiendo la palabra se pueden transformar los hechos está destinada al fracaso. El problema es más profundo y tiene varias aristas. El Moyano es un manicomio. No sólo por su historia, sino por su presente. Las prácticas manicomiales se basan en la incentivación de procesos de desubjetivación de pacientes y trabajadores de esta institución total. Que es un lugar de represión y no de cuidado fue demostrado durante el siglo pasado. La persistencia de estos lugares en distintos lugares del mundo es un anacronismo. Pacientes y trabajadores lo padecen.
A mediados del siglo pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció los criterios de lo que entendía como Derecho a la Salud: “El goce del grado máximo de salud que se puede lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social.” Este derecho -que también se encuentra en nuestra Constitución- establece que todos los humanos tienen que tener acceso a los servicios de salud; es decir, nadie debería enfermar o morir por ser pobre. Además, se relaciona con otros derechos humanos como el acceso al agua potable, alimentos, una vivienda digna, educación y condiciones de trabajo seguros. Es evidente que este Derecho a la Salud se transforma en una frase llena de buenas intenciones que no existe en la realidad.
Ser pobre significa vivir menos y morir peor; enfermar más, tener peores servicios sanitarios y una menor calidad de vida
Siempre es falso el futuro: tenemos demasiada influencia sobre él Elias Canetti
Hemos llegado al año 2050 y ediciones Sueños de los androides con ovejas eléctricas ha decidido publicar un libro que apareció en el 2007. El lector tendrá que acostumbrarse a un tipo de diseño, de letra y papel que ya hace mucho tiempo no se utiliza. Creemos que las dificultades que puede presentar su lectura se verán recompensadas con la posibilidad de comprender mejor los textos aquí reunidos. Estos son 17 relatos publicados en la revista Topía durante abril de 1994 y abril de 2000. Recién en octubre de 2007 fueron compilados por su director el psicoanalista Enrique Carpintero.
El sometimiento del poder es un signo de todas las épocas. Lo más notable en la actualidad es su naturalización. Un ejemplo es que podemos pensar antes la posibilidad de destrucción del planeta que el fin del capitalismo. Lo que escuchamos es que nada puede cambiarse: es lo que hay, y no podemos hacer nada para modificarlo. Estas frases muestran los efectos en la subjetividad de la aceptación pasiva del sometimiento.
Como venimos afirmando, los nuevos modos del fascismo en las democracias occidentales llevan a la importancia de una memoria crítica.1 Por ello debemos decir que la memoria y el olvido no representan campos neutrales, por lo contrario, son campos de batalla en los que se modela la identidad colectiva. La cultura hegemónica se apropia de la herencia simbólica del pasado componiendo un claroscuro a partir de las exigencias del presente en las que se silencian algunos hechos y se mitifican otros. De allí la necesidad de rastrear las huellas de una memoria crítica donde vamos a encontrar que, cuando el poder siente que puede estar amenazado, no duda en organizar formas de represión que terminan en masacres. Éstas quedan elididas de la historia oficial generando procesos de subjetivación colectivos donde la represión de lo siniestro genera miedo. Miedo que tiene diferentes características en cada momento histórico. Miedo cuyo objetivo es perpetuar el sometimiento a los valores dominantes.
La memoria y el olvido no representan campos neutrales, por lo contrario, son campos de batalla en los que se modela la identidad colectiva
El mundo parece derivar hacia una nueva tentación fascista. El actual capitalismo neoliberal multiplica desigualdades cada vez más profundas. Esto produce una fragmentación que promueve nuevas formas de desidentificación y desubjetivación. Ante este estado de situación, la tentación fascista es un camino que tiene horizontes de mayor destrucción y crueldad, tal como en la primera mitad del siglo XX.
Debemos reconocer que el fascismo está de regreso. Con esta afirmación consideramos los modos del fascismo en las democracias occidentales que en la actualidad no reproducen aquél que existió luego de la primera guerra mundial. Designamos con el término “modos del fascismo” al ascenso de las derechas radicales en diferentes partes de Europa y América. Un rasgo común, desde los movimientos neonazis a los diferentes partidos de la derecha, es la xenofobia y la defensa de formas autoritarias. Creemos que no es posible asimilar las características disímiles de todos estos grupos con una palabra como “posfascismo” o “neofascismo” ya que su particularidad es responder desde el fascismo de las diferencias a la crisis que genera el capitalismo tardío; pero no para superarlo, como en los fascismos clásicos, sino para afirmar las mismas condiciones de sometimiento.1
La ética son los otros humanos. Esto es lo que formuló Spinoza en el siglo XVI. El otro humano necesariamente molesta; sino está esa molestia, ese malestar como diría Freud, no hay ética
El capitalismo actual intenta demoler nuestro presente y nuestro futuro. La Argentina se ha convertido en uno de los lugares paradigmáticos de este proceso en la actualidad. No hay subjetividad que sea ajena al llamado “ajuste”. Un eufemismo para nombrar lo que es una embestida del capitalismo tardío sobre nuestra subjetividad.
Los efectos hoy se dan en distintas áreas. Mencionaremos sólo algunas.
Acabamos de publicar la segunda edición corregida y aumentada de las Huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los ´60 y ´70. Tomo I (1957-1969); Tomo II (1970-1983). Esta circunstancia me lleva a retomar algunas reflexiones en relación a la memoria -realizada en otros artículos editoriales- y la importancia que tiene en la transmisión entre generaciones.1
En la teoría freudiana no existe una conceptualización acerca de una pulsión de transmisión. Sin embargo está presente en las pulsiones de vida, del Eros a partir de la inclusión del sujeto en la cultura
Trabajar siguiendo ‘Las Huellas de la Memoria’ como lo hacen Carpintero y Vainer, es un proyecto de orden ético: reconstruir un pasado que ha sido censurado de diversas maneras: por la censura oficial, pero también y sobre todo por la censura que el terror sembró. Como decían los autores citando a W. Benjamin: el historiador es aquel que “sólo tiene derecho a encender en el pasado, la chispa de la esperanza”, y este libro lo pone en acto en su empresa ética: recordar es un deber y permitirá, recién entonces, el derecho a olvidar.Del prólogo de Gilou García Reinoso
Las Huellas de la Memoria II es un magnífico aporte a la memoria colectiva y a la memoria histórica. Pero sobre todo es un aporte y un desafío para las nuevas generaciones de Trabajadores de Salud Mental en la perspectiva de construir nuevos caminos emancipadores, y en ese trayecto, nuevas formas de subjetividad y nuevos instrumentos en el campo de la salud mental. Diana Kordon - Presentación de la primera edición en Buenos Aires
Un mérito importante de la escritura de este texto, por momentos relato histórico y en otros más afín al involucramiento psicoanalítico, es que ellos se proponen, desde el hoy de la escritura, hundir la mirada en las raíces de un ayer, a la par próximo -ahí nomás- y lejano no bien cedemos a la tentación de olvidar, poniendo distancia con hechos dolorosos o tal vez sólo decepcionadas apuestas a un futuro. Ese que es nuestro presente, un presente desde donde bosquejar mañana. Del prólogo de Fernando Ulloa
Quiero agradecer a Carpintero y Vainer por el respeto y la seriedad con que han encarado la tarea y en lo personal el modo tan puntilloso y respetuoso con que relevaron a los que tuvimos las entrevistas que están en el libro. Roberto Harari - Presentación de la primera edición en Buenos Aires
La contrarreforma psiquiátrica avanza. Hace ya más de 10 años que hemos definido esta tendencia como un intento de reapropiación del campo de Salud Mental por parte de la hegemonía psiquiátrica. Hasta entonces se podían distinguir entre asociaciones psiquiátricas “progresistas” y “manicomiales”. La diferencia queda para los libros de historia. Desde las discusiones sobre la Ley Nacional de Salud Mental las organizaciones médico-psiquiátricas tienen acuerdos. Y tratan de avanzar por nuevas conquistas.
La obra de Spinoza tiene la característica de haber sido leída profundamente muchos siglos después que fueron escritas; es un escritor póstumo: las lecturas que le han prestado una especial atención fueron a partir del siglo XVIII. Su pensamiento permitió aportar a uno de los aspectos más propios de la modernidad: el ejercicio de la crítica. Sus ideas constituyen una protesta radical contra la escolástica, las costumbres y las estructuras sociales de la Europa monárquica y cristiana de su época. Sin embargo, lo que queremos rescatar en este texto es la lectura que realiza el joven Marx en los años de su formación y la influencia que tuvo para que pudiera desarrollar su propio pensamiento crítico radical.
Spinoza al desacralizar a los profetas, desacralizaba los libros sagrados y, de esta manera, cuestionaba el poder de los cristianos y protestantes que se sostenía en un Dios trascendente del cual eran sus representantes en la tierra a través del Estado
Vivimos tiempos de incertidumbre. Cualquiera acordará con la frase. Pero… ¿de qué hablamos cuando hablamos de incertidumbre?
Esta pregunta motivó el trabajo de nuestro dossier, donde el tema se aborda desde diferentes perspectivas. En el Editorial, Enrique Carpintero afirma cómo en la antigüedad la magia y la religión mitigaban la ansiedad ante la incertidumbre, mientras que el capitalismo actual ofrece el consumismo de objetos mercancías para paliar la sensación de desvalimiento que provoca. Y sostiene que “hay que diferenciar la certeza de la incertidumbre que promueve la cultura dominante, que nos lleva a la sensación de fragilidad y desvalimiento, de la incerteza de la incertidumbre que permite la búsqueda de una repuesta.”
Las sociedades antiguas inventaron la religión y la magia para mitigar la ansiedad ante la incertidumbre; en la actualidad el capitalismo ofrece el consumismo de objetos mercancías. Esta incertidumbre puede ser hacia el futuro, al no saber qué va a pasar, o hacia el pasado, al no saber qué está pasando; la incertidumbre despierta los fantasmas más primarios producto de la sensación de desvalimiento con que nacemos.
La esperanza activa permite una búsqueda inmanente para encontrar la “alegría de lo necesario” en la potencia de ser
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra