El consumismo consume toda capacidad de cuestionamiento.
John Berger, El cuaderno de Bento
El pintor Edvard Munch nació el 12 de diciembre de 1863 en Noruega. Su familia era humilde y vivió momentos muy difíciles en su infancia y adolescencia que lo llevaron a decir: “La enfermedad, la locura y la muerte eran los ángeles negros que vigilaban mi cuna”. Durante el transcurso de su vida los problemas con el alcohol y la depresión lo encaminaron a reflejar en su pintura la negatividad de sus emociones. De formación autodidacta se relacionó con el movimiento expresionista que cuestionaba el orden social y económico de los inicios del capitalismo. Trabajó intensamente en más de 1.000 cuadros, 15.000 grabados y 4.000 dibujos y acuarelas. En 1893 pinta en París El Grito. Luego realiza otras tres versiones del mismo cuadro y una litografía. Esta fecha es significativa ya que Francia fue uno de los lugares donde se puso en cuestionamiento los efectos sociales del inicio de la Revolución Industrial. Es decir, de una organización económica y política donde la sociedad se tenía que subordinar a una economía que beneficiaba a los poderosos. Donde todos los factores de la producción -incluso el ser humano- se comenzaron a considerar mercancías destinadas a la venta y sujetas a la oferta y la demanda del sistema capitalista. Por ello Munch se negaba a pintar cuadros para decorar las casas de la burguesía. Pretendía crear un arte que proporcionara una forma distinta de mirar al conmover al espectador reflejando sus angustias y miedos.
Las plazas de la ciudad de Buenos Aires se van enrejando. Las rejas comienzan a formar parte de su geografía. Conviene recordar que el enrejado de los paseos y plazas de la Ciudad no es nuevo. Comenzó, en plena época menemista, con el cerco al Rosedal de Palermo. Durante la gestión del Intendente Carlos Grosso los espacios verdes fueron adjudicados a empresas privadas. Con los años estas empresas, que tenían asignada una plaza bajo su responsabilidad, dejaron de aportar para su mantenimiento.
El concepto de “Fetichismo de la mercancía” elaborado por Marx en El capital adquiere una gran importancia social y política en tanto la lógica de capital se opone a la lógica social. Es decir la lógica del capital pone lo social a su servicio cuyos efectos podemos observar en una subjetividad construida en la disolución del tejido social y ecológico. De allí la necesidad de la diferentes lecturas que se realizan en este texto.
Están enrejando las plazas de la ciudad de Buenos Aires. Las rejas comienzan a formar parte de su geografía. Conviene recordar que el enrejado de los paseos y plazas de la Ciudad no es nuevo. Comenzó con el cerco al Rosedal de Palermo en plena época menemista. Durante la gestión del Intendente Carlos Grosso los espacios verdes fueron adjudicados a empresas privadas. Con los años estas empresas, que tenían asignada una plaza bajo su responsabilidad, dejaron de aportar para su mantenimiento.
Para entender lo que queremos decir cuando se habla de pasión voy a seguir el pensamiento del filósofo Baruch Spinoza y la trataré de articular con algunos aspectos de la teoría freudiana.
Freud establece que el sujeto está sobredeterminado por el deseo inconsciente. La pasión es la realización de ese deseo. El deseo es un fenómeno de la pasión y su finalidad.
El conflicto en el Hospital Borda continua sin solucionarse. Desde nuestra revista venimos sosteniendo una posición: la Ley Nacional de Salud Mental no puede ser llevada adelante sin modificar las actuales condiciones políticas, económicas y sociales que sostienen la organización de la Salud en la Argentina. Plantear un problema sectorial implica no tener en cuenta el avance de la privatización y la tercerización que lleva al deterioro cada vez mayor de la Salud Pública. Es necesario denunciar y luchar contra los discursos que continúan encubriendo esta realidad.
Los paradigmas de nuestra época devienen en nuevas perspectivas científicas, técnicas y culturales. Esto plantea teorías e investigaciones ligadas al género y la sexualidad, la importancia de la imagen en los medios de comunicación y el nuevo espacio virtual, el cual permite interacciones y encuentros que quiebran las distancia exteriores.
De esta manera se generan nuevas formas de subjetivación donde aparece la coerción que la cultura nos impone en relación con uno mismo y con los otros en términos de autoimagen, autorepresentación y percepción de sí mismo.
Cuando apoyamos la Ley Nacional de Salud Mental insistimos que ésta tenía un límite: el deterioro de la Salud Pública, ya que sus acciones apuntan a transferir recursos públicos al sector privado. Uno de los mecanismos utilizados son los subsidios a las obras sociales de los grandes sindicatos de la CGT. Su resultado es la tercerización de la Salud producto de la descentralización que derivo en la transferencia de establecimientos de la Nación a las provincias y de estas a los municipios conjuntamente con la tercerización que permite contratar trabajadores con salarios muy por debajo de los que deberían percibir. Luego alertamos sobre una perspectiva que cree que esta Ley puede ser llevada adelante sin modificar las actuales condiciones políticas, económicas y sociales en que se sostiene la organización de la Salud en la Argentina.
Cuando hablamos del mal no podemos evitar referirnos al bien ya que no existe uno sin el otro. Esto nos lleva a un problema en el que se juegan cuestiones éticas, morales y de cómo se construye la subjetividad. Es indudable que se trata de un término en el que vamos a encontrar una serie de fenómenos personales, sociales e históricos donde aparecen asesinatos, violaciones de toda índole, guerras, genocidios y todos aquellos actos que se caracterizan por poner en juego lo siniestro; es decir, la perversidad propia del ser humano. Históricamente se ha abordado la cuestión del mal tratando de fundamentarlo desde una fuerza diabólica sobrenatural o, por lo contrario, formando parte de nuestra estructura genética
Cuando hablamos de transgresión nos estamos refiriendo a aquellos actos que franquean un límite a las normas establecidas. Su resultado es realizar un acto considerado “anormal” que es sancionado por la sociedad y considerado delictivo por la ley que regula esas normas.
Hace un año se aprobó la Ley Nacional de Salud Mental. Su destino parece seguir los pasos de la Ley 448 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Buenas intenciones en los papeles pero ningún cambio efectivo.
Hoy despedimos a un amigo y maestro. Esos amigos mayores que uno tiene como referente hace muchos años. Desde la década del ´60 cuando lo conocí junto a Ismael y David Viñas. Quiero recordarlo con un texto escrito en abril de 2001 para la revista Lote. En aquella ocasión su director Fernando Peirone me pidió un comentario sobre su obra. Luego apareció una versión ampliada en el libro A la izquierda de Freud.
El 29 de mayo de 2003 ocurrió, en el Museo Nacional de Bellas Artes de la Ciudad de Buenos Aires, un hecho muy comentado por los diarios. Mientras circulaban por las diferentes salas más de mil personas fue robada una escultura de Rodín ubicada en la sala de planta baja, frente a los baños, protegida por una campana de seguridad y cámaras de vigilancia. Tres meses después un cartonero la vendió a una anticuaria por cincuenta pesos. La obra, valuada en 10.000 dólares, fue nuevamente entregada a las autoridades del museo sin que nunca se supiera quiénes la habían robado.
Medicar es un acto médico donde el fármaco se transforma en un instrumento del equipo interdisciplinario para trabajar con el padecimiento subjetivo. En cambio la medicalización alude a los factores políticos, sociales y económicos que intervienen en la producción, distribución y venta de las grandes industrias de tecnología médica y farmacológica. Este es un término que se viene usando desde hace muchos años para demostrar los efectos en la medicina de la mundialización capitalista donde lo único que importa es la ganancia. Como sostiene Enrique Carpintero “Esto ha llevado a una medicalización del campo de la Salud Mental donde el predominio de un neopositivismo médico pretende entender el padecimiento psíquico exclusivamente como un problema neuronal. Su resultado ha sido el avance de una contrarreforma psiquiátrica que lo único que le interesa es recetar psicofármacos”.
Esta situación tiene características mundiales según lo plantea Patrick Coupechoux en “La psiquiatría en Francia: negación de la locura y domesticación del sujeto”. Por ello Allen Frances, uno de los autores del DSM-IV, nos alerta a prepararnos ya que “lo peor esta por venir: el DSM-V, una pandemia de trastornos mentales”. En este sentido Juan Pundik al analizar el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM afirma que “La medicalización de la vida es un problema político de primer orden que requiere una respuesta política. Por eso esta lucha es política, y por eso la salida es política: fortalecer un movimiento ciudadano que pretende conseguir que los profesionales y la población se conciencien contra la validez del DSM y los intentos de someternos a la pretensión de medicalizar nuestra vida y la de nuestra infancia”.
Es aquí donde, independientemente de las intenciones de su autor, el libro refuerza una política que pretende ser hegemónica en el campo de la Salud Mental: vaciar la complejidad de la subjetividad al reducirla exclusivamente a un circuito neuronal. Por ello, como escribimos en otro artículo,[3] la crítica a Freud se sostiene en un paradigma de época: el revisionismo histórico neoliberal que se basa en interpretar sesgadamente la vida íntima del sujeto para descalificar su práctica y su producción teórica.[4]
La Ley Nacional de Salud Mental, aprobada a fines del año pasado por el Congreso Nacional, hay que entenderla en el interior de la lógica actual del sistema capitalista que en nuestro país conlleva el deterioro de la Salud Pública desde hace muchos años. Hasta la actualidad la gestión de gobierno no ha modificado el modelo productivo ni las bases económicas y financieras de las políticas neoliberales. En la Salud Pública las acciones implementadas apuntan a transferir recursos públicos al sector privado.
Según una de las versiones del mito, Prometeo descendía de una antigua generación de Dioses que habían sido destronados por Zeus. Era hijo de Titán y de Asia, él sabia que en la tierra reposaba la simiente de los cielos, por eso recogió arcilla, la mojo con sus lagrimas y las amasó, formando con ella varias imágenes semejantes a los dioses, los Humanos. Fue así que surgieron, según la leyenda, los primeros seres humanos, que poblaron la tierra. Prometeo entonces se aproximo a sus criaturas y les enseño a subyugar a los animales y usarlos como auxiliares en el trabajo.
Finalmente en noviembre del pasado año fue aprobada por el Congreso Nacional La Ley Nacional de Salud Mental. Desde los inicios se opuso a su sanción el poder que intenta hegemonizar la salud Mental. Este se encuentra en una alianza entre sectores del Estado, los grandes laboratorios, las instituciones de medicina privada, la burocracia sindical que manejan sus intereses en las obras sociales y las organizaciones médicas que se oponen a cualquier proyecto de transformación. Esto ha llevado a una psiquiatrización del campo de la Salud Mental donde el predominio de un neopositivismo médico pretende entender el padecimiento psíquico exclusivamente como un problema neuronal. Su resultado ha sido el avance de una contrarreforma psiquiátrica que lo único que le interesa es recetar psicofármacos. Aunque a veces se la disfrace de experiencia “progresista” porque a los pacientes se los medica en sus casas y los medicamentos los pague el Estado.
Hay muchas cuestiones políticas, sociales y económicas que caracterizan estos 20 años. Pero la creación de los muros capitalistas da cuenta de las particularidades de nuestra época. Hablamos de los muros visibles y los muros invisibles. De los muros donde, hoy no son para que la gente no salga de sus murallas, sino para que no entren. De los muros que el poder inscribe en nuestra subjetividad para separarnos de los otros y encerrarnos en nosotros mismos. En este sentido podemos decir -tal como se planteó en una presentación- que si tenemos que buscar una preocupación que caracterizó a nuestra revista fue tratar de encontrar respuestas posibles a la pregunta ¿Cómo encontramos aquello que nos mantenía unidos? Es decir, ¿cómo atravesar esos muros que nos separan de los otros y, en definitiva de uno mismo?
Repudiamos el brutal asesinato de Mariano Ferreyra, militante de la FUBA y del Partido Obrero. Nos sumamos a todos aquellos que exigen al Estado la investigación, esclarecimiento y castigo de los autores intelectuales y materiales y de todos aquellos cuya complicidad permitió este terrible y cobarde hecho
Nota de Editores
En el siglo XXI, el capitalismo mundializado ha generado una cultura donde la hipocresía forma parte de las relaciones cotidianas. Este “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan” atraviesa todos los órdenes de la subjetividad contemporánea. Y tiene una forma paradigmática: lo que llamamos “políticamente correcto”.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra