No es por la puerta del psicoanálisis por la que saldremos del mundo. Ya sea que aceptemos o evitemos hacernos presentes en el campo de la política, estaremos desde un principio en este campo, nos guste o no, por la simple razón de que no hay otro campo en el que podamos estar. Digámoslo en tres palabras: no hay metalenguaje. No hay lugar para el discurso que no esté atravesado y estructurado por la política.
Es como si el Estado de Derecho únicamente sirviera para disimular que la propiedad sigue siendo lo más determinante, que los seres humanos continúan siendo cosas y que la economía no deja gobernar la política.
Theodor Adorno nació en Francfort, Alemania, en 1903 y murió en Viege, Suiza, en 1969. Su obra ha logrado trascender los márgenes de la Filosofía, ya que su influencia es innegable en las teorías de la sociología contemporánea y en el horizonte que se ha dado en llamar “pensamiento crítico” en términos de la sociedad moderna denominada de “consumo de masas”.
Alejandro Vainer nos convoca a discutir sobre marxismo y psicoanálisis. Lo hace desde un libro: A la izquierda de Freud, que puede ser considerado un anexo a Las huellas de la memoria, esos dos volúmenes imprescindibles que escribió con E. Carpintero donde al recuperar la historia política de la salud mental y el psicoanálisis en nuestro país intentan inscribir en el presente un futuro sin desaparecidos; ni personas, ni ideas, ni prácticas.
A partir de la publicación del libro compilado por Alejandro Vainer, A la izquierda de Freud, se amplía un importante canal de debate que, como el mismo autor señalara, no ha estado exento de dogmatismos y sectarismos que poco han contribuido a transitar por un debate necesario para quienes reclamamos posiciones claras y consecuentes en el campo de la clínica psicoanalítica, por un lado y, por otro lado, en aquel de la militancia revolucionaria siempre que especifiquemos las articulaciones entre los mismos con el provecho de enriquecer uno y otro.
El domingo 3 de mayo, en el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires, con una sala llena, Enrique Carpintero, Juan Carlos Volnovich y León Rozitchner presentaron A la izquierda de Freud de Alejandro Vainer (compilador),Enrique Guinsberg, Enrique Carpintero, Fernando Fabris, Mabel Inés Falcón, Raúl Páramo Ortega, Ángel Rodríguez Kauth, Juan Carlos Volnovich, Silvia Werthein y Vicente Zito Lema.
A continuación transcribimos las emotivas palabras de Juan Carlos Volnovich.
El libro A la izquierda de Freud publicado recientemente por Topía se presenta en sociedad con un título que provocativamente obliga a cualquier individuo que se referencie con el campo del (o los) psicoanálisis y el marxismo a sumergirse en su interior. El contexto particularísimo de su aparición agrega una pizca de sabor a la consulta: el cuadro mundial de derrumbe capitalista por un lado, y los desafíos que se presentan cotidianamente en la clínica psicoanalítica vinculados con los padecimientos subjetivos (este último factor indudablemente vinculado con el primero).
Paul Lafargue, de familia franco-caribeña, nació en Santiago de Cuba el 15 de Enero de 1842. Fue médico, periodista, teórico político y revolucionario francés. En un principio su labor política se orientó a partir del pensamiento de Proudhon, pero el contacto con Karl Marx -del que llegó a ser yerno al casarse con su segunda hija, Laura- fue determinante. Lafargue pasó la mayor parte de su vida en Francia, aunque también pasó períodos ocasionales en España e Inglaterra. Lafargue comenzó su carrera política en París, cuando entró en contacto con los grupos republicanos que se oponían a Napoleón III. Y fue como anarquista proudhoniano, como Lafargue ingresó en la sección francesa de la Asociación Internacional de Trabajadores, la AIT, más conocida como Primera Internacional. Sin embargo, el contacto con el pensamiento revolucionario de Marx fue decisivo para eclipsar completamente sus tendencias anarquistas.
El psicoanálisis tiene asegurado su lugar en el siglo que recién comienza porque aún no han sido respondidas las preguntas que le dieron existencia.
Entre tantas otras(2):
• El por qué de la guerra.
• Por qué los pueblos adoran a sus verdugos (por qué los pobres contribuyen a perpetuar el capitalismo).
Las preguntas sobre lo obvio encienden los caminos del pensamiento.
¿Por qué hace muchos años que cualquiera que sea psicoanalista y a la vez marxista es señalado como Freudomarxista, con su derivado bastardo, psicobolche?1
Definido por su biógrafo Paul Robinson como "una de las imaginaciones más volátiles del siglo XX", Wilhelm Reich sigue siendo hoy un autor que debe recuperarse porque sus fundamentales preguntas de su primer período, más que sus respuestas, siguen vigentes. Producto de su época es también víctima de ella al ser expulsado tanto del partido Comunista alemán como de la institución Psicoanalítica, para luego morir preso en Estados Unidos por negarse a destruir aparatos que construye en el marco de la teoría orgónica de sus últimos años.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra