Sin lugar a duda, el inicio de la etapa política del gobierno del filofascista y reaccionario Javier Milei ha marcado un “fin de ciclo” de las ilusiones de un vasto sector de la población -al menos provisoriamente- de los gobiernos y fuerzas políticas que se vienen alternando en el poder de nuestro país en los últimos 40 años de retorno de la democracia, luego de la dictadura genocida cívico-militar. Será parte de la “herida narcisista” de muchos asumir que el fracaso de esos gobiernos que Milei ha sabido acuñar bajo el significante “casta política”, como término cuasidemoníaco, ha dado lugar a la aparición del “cisne negro”. Algunos llaman “cisne negro” a aquella metáfora donde ciertos hechos y situaciones que ocurren de manera imprevista, en el cual ningún especialista ni analista había podido anticipar porque el hecho que ocurran, bajo las leyes específicas de una disciplina determinada, resultaba prácticamente imposible, terminan transfigurando la realidad.
La sintomatología de las secuelas de la pandemia en el campo de la salud mental de la población, frente a la ausencia de políticas públicas de Estado, no solo se pueden relevar en alguna investigación, que no realizó ningún organismo sanitario estatal hasta el día de hoy, sino en el “síntoma” de lo político
Al momento de escribir el presente artículo, promediando la finalización del primer trimestre del año 2022 (tercer año en pandemia), la misma ya estaría declarada prácticamente finalizada “por decreto” de una inmensa mayoría de gobiernos.
Tanto por sus factores causales como por su desarrollo, la pandemia vino a poner de relieve el agotamiento del régimen capitalista mundial como avance para la humanidad, resaltando “a cielo abierto” todas sus contradicciones: la dicotomía y encrucijada planteada por la mayoría de los gobiernos capitalistas (“salud o economía”) a la hora de las cuarentenas y confinamientos, principalmente durante la primera y segunda ola y previo a la aparición de las primeras vacunas, fue resuelto con el correr de los meses y frente a la presión de los distintos sectores económicos afectados por las medidas de aislamiento y “lockdown”.
Ha quedado en evidencia que, en la inmensa mayoría del planeta, el problema de la afección de la pandemia en el campo de la salud mental ha sido absolutamente ignorado por casi todos los gobiernos
Tuve la oportunidad de publicar “Psicopatología de la vida cotidiana docente”1 durante el mes de mayo en Revista Topía, promediando poco más de un mes del inicio de la virtualidad en la vida universitaria nacional (y prácticamente en todo el mundo) y en pleno desarrollo de la pandemia y el aislamiento obligatorio en nuestro país.
A la hora de avanzar en la virtualidad que “llegó para quedarse”, queda evidenciado que no hay grieta entre decanos y rectores radicales, peronistas y kirchneristas y, menos grieta aún, entre ellos y los organismos financieros extranjeros
No había que esperar mucho tiempo para que la reconversión “virtual” de las relaciones sociales (de clases) en el campo laboral impuesto por la pandemia mundial del COVID-19, a partir del llamado teletrabajo y “home office” comenzara a manifestar secuelas y efectos en la subjetividad, las condiciones laborales (derechos, licencias, jornadas de trabajo, etc.), la salud mental y la cotidianeidad del trabajador “a distancia”. Cinco días después del establecimiento del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio en nuestro país, el diario Tiempo Argentino ya titulaba en un artículo que “el 42% de los empleados aseguran que el home office los lleva a trabajar más horas” (Tiempo Argentino, 25/3).
Distintas manifestaciones clínicas de padecimiento psíquico del docente (angustia, estrés y principalmente trastornos del sueño) están comenzando a tomar cuerpo de manera preocupante
Con el panorama político abierto después de las elecciones primarias del 11 de agosto y a la hora de recoger el guante arrojado por el Comité de Redacción de la Revista Topía para escribir un artículo sobre “el futuro de la Salud Mental en nuestro país después del 10 de diciembre”, no quedan muchas más opciones que dar por hecho que a partir de dicha fecha asumirá el gobierno pejota-kirchnerista de Alberto Fernández-Cristina Fernández. A partir de ahí intentaré elaborar una hipótesis sobre el desenvolvimiento en ese campo desde una lectura política general y de conjunto. A lo problemático que siempre resulta cualquier versión contra fáctica, para el caso, se suma que las propuestas de gobierno en el campo de la Salud Mental permanecen bajo un aparente “secreto de -futuro- Estado” en la campaña de los principales candidatos.
Sin embargo, a la hora de un pronóstico futuro de “transición”, cabe hacer un breve balance del gobierno saliente en el área de la Salud Mental, para al menos pensar de dónde va a partir el futuro gobierno entrante.
La transformación planteada en el campo de la Salud Mental cada vez más se presenta como indivorciable de una perspectiva de transformación revolucionaria de la sociedad
La resolución 1254/2018 del Ministerio de Educación -publicada en el Boletín Oficial el 17 de Mayo- establece el recorte de una enorme cantidad de actividades pasibles de ser ejercidas por egresados de carreras de grado; en el caso de la Licenciatura en Psicología, de 16 “actividades profesionales exclusivamente reservadas al título” (establecidas en el año 2009) se pasa solamente a 5.
La historia oficial construyó un relato donde el Psicoanálisis y la Revolución de Octubre fueron por caminos separados. Una Revolución, que supuestamente abjuró del psicoanálisis. Un Psicoanálisis, que siguiendo las instrucciones de Freud, se opuso a cualquier encuentro con el marxismo.
Sin embargo, la historia fue otra. Este libro pone luz sobre aquellos sucesos que fueron enterrados por las hegemonías. Un conjunto de investigaciones ideadas y compiladas por Enrique Carpintero toman distintos tópicos de lo sucedido en el psicoanálisis atravesado por la Revolución de Octubre. Eduardo Grüner recorre los diferentes momentos de la revolución. Concluye con una lectura actual del fracaso revolucionario: “Y bien, el sueño revolucionario podrá ser ´infantil´. Habrá que hacerlo madurar. Pero dejar que se pierda del todo es someterse al Terror naturalizado como cotidianidad inerme. Para volver aún a Benjamin: si eso gana, ni los muertos van a estar a salvo.” Enrique Carpintero detalla el intenso desarrollo del movimiento psicoanalítico en Rusia antes y luego de la Revolución. Afirma como “en la Sociedad Psicoanalítica de Moscú se forma el primer Instituto de Psicoanálisis del país que fue el tercero en el mundo junto al de Viena y Berlín. Su originalidad estaba dada por ser la única institución mundial sostenida financieramente por el Estado ya que se consideraba que el psicoanálisis podía desempeñar un papel importante en la construcción del socialismo.” Alejandro Vainer relata los efectos de la Revolución Rusa en Europa donde rompe con el mito de la historia oficial, cuando dice que el psicoanálisis comenzó exclusivamente como una práctica para señoras burguesas de la Viena victoriana, silenciando la práctica gratuita en los llamados Policlínicos en la década del ´20. Juan Carlos Volnovich en “Sabina Spilrein. Expropiación intelectual en la historia del psicoanálisis” relata la vida de esta psicoanalista que fue la primera mujer que produjo un impacto teórico significativo en la historia del psicoanálisis, quien luego de la Revolución, vivió y trabajó en la Unión Soviética. Hernán Scorofitz plantea como Trotsky comienza a interesarse por la obra freudiana desde los años inmediatos posteriores a la Revolución de 1905 en su exilio vienés. Sin embargo, detalla cómo la devoción de Trotsky con Freud nunca fue un “amor correspondido”. En el Apéndice transcribimos el “Prólogo a la traducción rusa de Más allá del principio del placer de Freud” escrito en 1925 por Lev Vygotski y Alexander Luria. Este texto fue traducido por Juan Duarte, quien en la introducción presenta la importancia de ambos autores.
Este es un artículo poco frecuente e importante, remite a la historia de la Izquierda Freudiana. Por ello, podemos tomar como un punto de partida teórico a Wilhelm Reich, quien en Psicología de masas del fascismo (1933) afirmaba que “la psicología reaccionaria se dedica a descubrir motivaciones irracionales para explicar el robo o la huelga, [pero] para la psicología social el problema se presenta de modo inverso: no se ocupa de las motivaciones que impulsan al hombre hambriento o explotado al robo o a la huelga, sino que intenta explicar por qué la mayoría de los hambrientos no roba y por qué la mayoría de los explotados no va a la huelga.” A partir de entonces, hubo experiencias de intervenciones de Trabajadores de Salud Mental en diferentes luchas obreras. Algunos lectores recordarán la intervención que los miembros de nuestra revista realizamos en la fábrica recuperada Grissinopoli en 2001. Algunas de estas experiencias se encuentran reflejadas en el libro Produciendo Realidad. Las empresas comunitarias, compiladores Enrique Carpintero y Mario Hernández, Ed. Topía, 2002.
En este artículo, su autor muestra sus intervenciones y a la vez intenta conceptualizar la experiencia misma de lo que implica subjetivamente la toma de una empresa para los trabajadores.
A pocos días del traspaso de poder realizado sin “ceremoniales”, el saliente Gobierno kirchnerista terminó por reafirmar su vocación privatista en el campo de la salud pública y la educación, a pesar de sus constantes diatribas progresistas, “contrahegemónicas” y anticorporativas.
En su artículo “Ya lo sé, pero aún así” (comunicación presentada a la Sociedad Francesa de Psicoanálisis en noviembre de 1963 y publicada en Le Temps Moderns, enero de 1964), el psicoanalista francés Octave Mannoni desarrolla ciertas problemáticas que muchas veces surgen en la clínica como obstáculo (por momentos, hasta epistemológico, a decir de Gastón Bachelard): las creencias.
Este texto es una versión extensa del artículo del mismo nombre que apareció en la revista Topía Nº 71, agosto de 2014
INTRODUCCIÓN E HIPÓTESIS: “PEOR EL REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD”
El presente artículo intentará proponer preliminarmente y como hipótesis principal cómo la denominada “reactivación económica” durante el período político e histórico iniciado en el año 2003 en nuestro país, bautizado por la fuerza gobernante como “la Década Ganada” ha resultado perjudicial en el campo de la salud mental y la subjetividad de la población trabajadora argentina.
Hace poco más de un año publiqué en estas páginas el artículo “Ley Nacional de Salud Mental: ¿Qué Estamos Discutiendo?”(Revista Topía Nº 61 de Abril 2011) donde -en el cuadro de un debate que se venía desarrollando en la Revista, inclusive previamente a la aprobación en noviembre del 2010 de la Ley 26.657-[1], me permití advertir las consecuencias “no deseadas” en la aplicación de la misma, en particular pretendiendo anticipar una particular “interpretación de la letra” por parte de las autoridades
La Ley Nacional de Salud Mental, aprobada a fines del año pasado por el Congreso Nacional, hay que entenderla en el interior de la lógica actual del sistema capitalista que en nuestro país conlleva el deterioro de la Salud Pública desde hace muchos años. Hasta la actualidad la gestión de gobierno no ha modificado el modelo productivo ni las bases económicas y financieras de las políticas neoliberales. En la Salud Pública las acciones implementadas apuntan a transferir recursos públicos al sector privado.
El libro A la izquierda de Freud publicado recientemente por Topía se presenta en sociedad con un título que provocativamente obliga a cualquier individuo que se referencie con el campo del (o los) psicoanálisis y el marxismo a sumergirse en su interior. El contexto particularísimo de su aparición agrega una pizca de sabor a la consulta: el cuadro mundial de derrumbe capitalista por un lado, y los desafíos que se presentan cotidianamente en la clínica psicoanalítica vinculados con los padecimientos subjetivos (este último factor indudablemente vinculado con el primero).
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra