El 30 de mayo de 2008 fallecía Fernando Ulloa. Parece mentira que hace ya cinco años que no está físicamente con nosotros. Es que la potencia de sus ideas, sus intervenciones, su creatividad siguen atravesándonos. Es por ello que publicamos este texto que permite “volver a Ulloa , a su producción de inteligencia y instar en seguir apropiándonos de su legado. Y seguir avanzando por los caminos que nos enseñó.
La primera, una mujer joven consulta a un analista pero se le dificulta hablar sobre su padecer, en las primeras entrevistas se queja de que el consultorio parece una oficina y que no se siente cómoda sentada cara a cara en un ambiente tan formal. Que le parece que el analista no sabe nada comparado con otro famoso y que debiera tener sillones de cuero y un gran escritorio. Después dice que consultó a este analista porque el famoso debe ser muy caro.
Este escrito reúne cuatro relatos. Tres de ellos hablan de diferentes maneras de ser padre; el cuarto relata una modalidad liberadora de la cadena, propuesta por un hijo; su nombre es Franz; su apellido, Kafka.
A partir del examen crítico de algunos aspectos del origen del superyó, de su dotación agresiva y la relación con el yo, comúnmente relegados a un segundo plano, este trabajo se propone reflexionar sobre las consecuencias del viraje teórico de 1920 hacia la teoría freudiana del superyó. Se examinará y repensará el superyó y su relación con el yo partir de la problemática del masoquismo moral según El problema económico del masoquismo (1924), para, finalmente, elucidar algunas particularidades relativas al problema de la eticidad, de la supervivencia y de las relaciones entre instancias psíquicas.
El número de publicaciones que hacen referencia al encuentro entre psicoanálisis y neurociencia ha crecido significativamente en los últimos años, lo que en principio impresiona como una señal auspiciosa de un posible enriquecimiento mutuo de estas disciplinas, con favorables repercusiones en el campo clínico. Entre otros, artículos como el de Pérez y el de Alonso del Campo y Bettini, dan cuenta de las posibilidades de crear un ámbito de intercambio. Sin embargo, buena parte de lo que se lee respecto de este tema está aún frecuentemente cargado de un fuerte prejuicio.
Emma Eckstein fue la primera psicoanalista mujer, pero Sabina fue la primera mujer que produjo un impacto teórico significativo en la historia del psicoanálisis. En ella se entrecruzan una serie de interrogantes para responder a los cuales, en el presente texto, me limitaré a aportar datos, a relatar acontecimientos, fechas, lugares, publicaciones, cartas que no respetan orden cronológico alguno pero que circulan a lo largo de los siguientes temas:
Grupos de derivación. Tomando como excusa estos grupos, quiero reflexionar con Uds. acerca de cómo pensar y diseñar un dispositivo, dando cuenta del para qué son pensados y los por qué hacerlo de una u otra determinada manera. En resumen dar cuenta de la lógica que lo rige.
En la vida, para progresar necesitamos duelar un sinfín de circunstancias. Es cierto que, del mismo modo que lo hacen las situaciones estancadas, los vertiginosos cambios nos empujan a encarar uno que otro duelo. Porque las variaciones del contexto siempre conllevan algún replanteo o crisis personal. Entonces, en más de una oportunidad la vivencia es extrema. Y sentimos “morir un poco”, como si perdiéramos definitivamente referencias o algún remanente de añeja inocencia. En un capítulo específico titulado “La muerte”, me referí a tales peripecias (Billiet, 2011).
Hacía diez años que no tenía noticias de él. Su mudanza a Londres por razones de trabajo había dado un final a su análisis. Habían pasado casi diez años y un día Juan me llamó desde Londres. Su padre había muerto algunos meses atrás y en el momento final le había confesado un secreto largamente guardado. Juan tenía un hermano, 5 años menor, de un matrimonio paralelo que el padre tenía en Montevideo. Juan intentó volver a analizarse en Londres pero no podía hacerlo. Me contó que nunca pudo resolver esa necesidad de tomar unas copas en el sillón como único modo de quedarse dormido.
Érase una vez una horda -plantea el texto freudiano de Tótem y Tabú[1]- en la cual el macho jefe era dueño de las mujeres -en realidad del destino de cada uno de sus integrantes-. Segundo tiempo del Edipo, padre que es la ley. Padre amado -como modelo- y odiado a la vez.
En este nuestro mundo, las vidas de las mayorías, de los pobres, de los hambrientos, de los sojuzgados de distintas formas, son ‘daños colaterales’. Como las vidas de los esclavos. Se los podía usar como fuerza de trabajo para distintas tareas, pero no merecieron respeto ni cuidado.
El 29 de mayo de 2003 ocurrió, en el Museo Nacional de Bellas Artes de la Ciudad de Buenos Aires, un hecho muy comentado por los diarios. Mientras circulaban por las diferentes salas más de mil personas fue robada una escultura de Rodín ubicada en la sala de planta baja, frente a los baños, protegida por una campana de seguridad y cámaras de vigilancia. Tres meses después un cartonero la vendió a una anticuaria por cincuenta pesos. La obra, valuada en 10.000 dólares, fue nuevamente entregada a las autoridades del museo sin que nunca se supiera quiénes la habían robado.
Este escrito solo me separa cronológicamente cinco días del bombardeo a N.Y . Me pregunto ¿qué se habra modificado en la escritura antes y después de este episodio? Recordé que me invitaron a pensar en ciertos términos; creatividad, sublimación y elaboración, alrededor de la teoría de Winnicott. Entonces pensé en la bombas tiradas sobre Londres, bombas que él escuchaba caer en las calles desde la Asociacion Psicoanalítica Inglesa.
Quiero realizar una exploración socio-psicoanalítica de cómo Estados Unidos mantiene una constante política de guerra que expone a una pequeña parte de la población que cumple la función de ejército profesional a una situación de batalla “productora de atrocidades”, mientras la mayoría de los ciudadanos son protegidos de las realidades y efectos de la violencia ejercida en nuestro nombre.
Pocas palabras se usan tanto, dicen tan poco y, aún así, son centrales al pensar hoy la vida social. Acabemos con la corrupción claman Carrió, los “indignados” europeos o las voces del FMI. De significado incierto, se lo asocia con la coima, pero es mucho más. Abarca desde un tipo de delito puntual a una práctica social generalizada. Desde la mácula regia de los funcionarios del Estado a lo que la opinión pública defina que sea. Además, se insiste en que siempre la hubo, hay y habrá; y en toda sociedad. Verdades que la historia avala pero no nos eximen de pensarla hoy.
Es aquí donde, independientemente de las intenciones de su autor, el libro refuerza una política que pretende ser hegemónica en el campo de la Salud Mental: vaciar la complejidad de la subjetividad al reducirla exclusivamente a un circuito neuronal. Por ello, como escribimos en otro artículo,[3] la crítica a Freud se sostiene en un paradigma de época: el revisionismo histórico neoliberal que se basa en interpretar sesgadamente la vida íntima del sujeto para descalificar su práctica y su producción teórica.[4]
El apego a esta consigna, la de subordinar toda exigencia de trabajo a la certeza, es en lo que Freud y los psicoanalistas procuramos mantener viva la esperanza de que nuestras acciones produzcan cambios, para ser más exactos, por lo menos un cambio. No basta cantar en la oscuridad, es preciso pedirle a los conos y a los bastones de la retina que sepan mantener su adhesión a la convicción de que es preciso luchar por encontrar salidas, para ser más exactos, por lo menos, una salida, confiando en el poder que provee la búsqueda de la verdad.
Freud en 1905, en su obra “Tres Ensayos sobre una Teoría sexual”, señaló cómo las primeras impresiones sexuales de nuestro desarrollo, dejan las más profundas huellas en nuestra vida anímica y pasan a ser determinantes de nuestro desarrollo sexual posterior, y que la desaparición real de tales impresiones infantiles obedece a un mero apartamiento de la conciencia (represión). Esta suerte de amnesia de vivencias sexuales infantiles, conduce al hombre a esforzarse por dilucidar el misterio de su sexualidad, recurriendo a intuiciones y conocimientos preconceptuales para intentar darle sentido a su experiencia sexual subjetiva (Jaida, 2001).
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra