La novedad de este trabajo sobre la clínica de personas transgénero nos permite pensar por fuera de la mirada clásica, que las trataría dentro del amplio espectro de las perversiones. El desafío, tal como señala la autora, implica “incluir múltiples perspectivas” en sus abordajes teóricos y clínicos para avanzar en nuestro conocimiento.
Trabajar en salud pública en un momento tan crítico para nuestro país no es nada fácil. El incremento de las problemáticas que nos convocan (como el alcoholismo, la depresión, los intentos de suicidio) no se ve acompañado del aumento de servicios de salud mental, sino que estos (como para la población en general) han disminuido sus puestos de trabajo. Si esto ya es complicado tanto mas lo es desde la postura del psicoanalista capacitado por lo general en la atención individual de los casos y con un tiempo prolongado de tratamiento ya que no piensa su clínica desde los tiempos cronológicos sino lógicos de un proceso particular.
Años ha, en el Museo del Louvre, me conmovió una escultura. La recuerdo en piedra, quizás en mármol, y si bien su belleza me llevó a anotar su nombre, lo hice en alguno de mis tantos papeles destinados a extraviarse. Tal vez este artículo sea una simple excusa para que algún lector generoso sea capaz, a partir de la exigua descripción que sigue, de reconocerla y hacérmelo saber. Representaba a una mujer, no recuerdo si a una simple mortal, una diosa, una ninfa, con el rostro cubierto por un velo traslucido.
Una Proyección
En 1952, dos jóvenes argentinos llamados Ernesto Guevara y Alberto Granado emprenden un viaje por carretera en una desvencijada motocicleta por América Latina, en busca de aventuras. Después de múltiples peripecias, terminan en un leprosario en la selva amazónica, anunciando en sus diferentes miradas, lo que sin saber ya empezaban a ser. Lo que va ocurriendo frente a la mirada del espectador, es la manera en que ese viaje hacia lugares extraños, se duplica en un viaje hacia sí mismo. El joven Ernesto, que todavía no es el Che, va conociendo simultáneamente, el corazón real de América Latina al mismo tiempo que su propio corazón. Lo que ve de la vida de los otros, rebota creativamente en lo que comienza a ver de él. Y el mismo viaje cambia de sentido. Pasa de la contemplación al compromiso. Y a pensar en alguna medicina que pueda suturar las venas abiertas de América Latina.
No conozco tratado alguno, acerca de componer un prólogo. Pero es un lugar común que lo obvio, encamina a lo profundo, que a su vez “no es lo mismo que haberse venido abajo”, según proclama un sapo de otro pozo, en una popular canción. En todo caso lo obvio es no terminar componiendo un texto que en relación al libro, resulte de otro pozo, por más profundo que sea.
Para introducirnos en el tema de este dossier es necesario destacar la condición pulsional del ser humano. Es decir, el interjuego entre las pulsiones de vida (Eros) que tienden a la creatividad y las pulsiones de muerte que llevan la destrucción. Sin embargo, cada una de estas pulsiones son indispensables ya que, como plantea Freud, los fenómenos de la vida son una acción conjugada y contraria entre ambas.
Un artículo publicado en el diario Página/12, del 15/9/04, titulado “La concentración de la pobreza” dice: “Contra todo lo que se puede suponer, el segundo cordón del conurbano bonaerense es la región más pobre del país, situación que da por tierra con las teorías de las ‘regiones inviables’ cuando se analiza el noreste y noroeste del país.
La palabra perversión no es psicoanalítica. Aunque introducida en la Psiquiatría en el siglo pasado y aún utilizada por Freud, considero que no es psicoanalítica porque incluye en si misma una categorización moral y porque alude a perversidad, a la maldad, es decir, al deseo de hacer el mal.
Ninguna otra palabra de la nosografía psicoanalítica involucra en una descalificación moral al observador, al que la emite y obviamente al propio sujeto.
Cuando hablo de perversión me refiero únicamente a la perversión sexual en tanto pienso que no existe otra.
La primer clase es el encuentro fundante entre el psicoanálisis y la salud mental, mañana trabajaremos sobre los abordajes grupales y comunitarios, de Pichón Rivière a las comunidades terapéuticas, donde va a estar Armando Bauleo y Lucy Edelman, y el sábado, el psicoanálisis no institucionalizado, Plataforma y Documento, donde va a estar Fernando Ulloa y Juan Carlos Volnovich.
Este se realizó en el III Congreso de Salud Mental y Derechos Humanos organizado por la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo en noviembre de 2004.
Este se realizó en el III Congreso de Salud Mental y Derechos Humanos organizado por la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo en noviembre de 2004.
En sentido riguroso el Psicoanálisis no tiene una teoría específica de la memoria, a pesar de que el concepto esta presente en todos los desarrollos de Freud, quien explícitamente señala que “Toda teoría psicológica digna de alguna consideración habrá de ofrecer una explicación de la “memoria”1. Tampoco estrictamente existe una consideración metapsicológica de la memoria, a pesar de que quizás sea justamente la memoria la que más se acerca para el psicoanálisis a una consideración del Ser.
La memoria humana es un instrumento maravilloso, pero falaz. Es una verdad sabida, y no sólo por los psicólogos sino por cualquiera que haya dedicado alguna atención al comportamiento de los que lo rodean, o a su propio comportamiento. Los recuerdos que en nosotros yacen no están grabados sobre piedra; no sólo tienden a borrarse con los años sino que, con frecuencia, se modifican o incluso aumentan literalmente, incorporando gacetas extrañas.
Este pequeño escrito es para recordar a dos grandes amigos ya fallecidos, David Liberman y Teté Podetti, que escribieron con Irene Miravent y conmigo en 1983 una esforzada Psicopatología infantil llamada “Semiótica y Psicoanálisis de Niños” que publicó Amorrortu en 1983. El material clínico es tomado del capítulo “El Estilo Evitativo” de ese libro.
Casada hace unos cuantos años, Carol trae una y otra vez a sus sesiones de análisis el dilema de la separación de su marido. Dice haber llegado sin amor al casamiento pero encontrando en él una posibilidad de tomar distancia de sus padres. El padre la llamaba “mi princesita” y ella correspondía con una idealización que apenas disimulaba su endeblez. Por la madre, en cambio, siempre sintió un intenso amor-odio; esa madre, ejerciendo sobre Carol una fascinante tiranía, vivió a su través una segunda juventud.
Recibí a Marcela, de 39 años, derivada por su último psicoanalista quien decidió emigrar, por lo tanto, se despidió de sus pacientes.
Llegó a mi consultorio en un estado lamentable de dolor y angustia, me contó entrecortadamente algo de su historia y comenzaron luego las sesiones; en realidad empezó un largo proceso para contenerla, sin que yo recuerde ninguna interpretación y sólo quizás uno que otro señalamiento, porque lo único que ocupaba la escena era el dolor por el analista perdido y los sentimientos de angustia, abandono e indefensión por esa pérdida... más el llanto continuo que no la dejaba hablar a ella...ni a mí.
Introducción
El tema que lleva por título este trabajo se apoya principalmente en el interés que me despiertan dos hechos clínicos.
El primero proviene del psicoanálisis británico y se refiere a la importancia que Winnicott le adjudica a las paradojas en el marco de los tratamientos psicoanalíticos con determinado grupo de pacientes.
Esta serie de autores olvidados del psicoanálisis incluye a un autor prácticamente desconocido por las nuevas generaciones. Tal como dice Guinsberg, el menos conocido de ese trío inicial de la izquierda freudiana formado por Reich, Fenichel y Bernfeld.
Sin embargo, la fertilidad de sus aportes se encuentran en tres niveles: el entrecruzamiento entre Marx y Freud; sus ideas sobre el psicoanálisis y la educación; y sus críticas sobre la formación en las instituciones psicoanalíticas. Todos temas que, por su actualidad, merecen ser recuperados y revisados críticamente a la luz de nuestros tiempos.
Freud, al componer la teoría psicoanalítica partiendo de las cuestiones levantadas en la clínica y en la vida real y utilizando lo saber médico de la epoca, tenía en la mente elucidar el proceso de constitución y desarrollo del psiquismo individual respeto a la égide del inconsciente, su principal descubrimiento. Pero, el interés por lo colectivo y su constante preocupación con los orígenes sociales de la individualización también se manifiestan a lo largo de su obra, y una parte significativa de lo que escribió se destina a reflejar sobre las consecuencias del descrubrimiento del inconsciente en la escena social.
La editorial Topía presentará en el mes de setiembre el primer tomo del libro Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los ’60 y ’70. Primera parte (1957-1969), 410 páginas.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra