Versión ampliada del texto del mismo nombre publicado en Topía No XXV. Forma parte de "Argentina, tango y exilio", de próxima publicación por la Editorial Topía.
"Civilización y Barbarie": par que puede pensarse como una derivación del universal que hace al conjunto humano y al psiquismo en particular, descripto por Castoriadis como la "aparente incapacidad de constituirse en sí sin excluir al otro - y ... de excluir al otro sin desvalorizarlo y, finalmente, odiarlo".
En el editorial del número anterior finalizaba diciendo que civilización y barbarie "son las características que tiene el sujeto. En él conviven fuerzas que lo llevan a reconocerse en el otro humano y otras que tienden a aniquilarlo y, por lo tanto, a destruirse como sujeto". La historia de nuestra cultura nos muestra que cuando una civilización se proclama como la única verdad los otros se transforman en bárbaros. De esta manera los bárbaros son necesarios -como plantea Kavafis en su poema- ya que, en nombre de la civilización, se puede justificar cualquier exterminio.
Milenarismo: Hace mucho tiempo la humanidad dio a luz una creencia, una esperanza por la cual debería llegar el triunfo del bien sobre el mal. Pelea que sería la última y definitiva, como consecuencia de la misma el mal desaparecería para siempre. Además, los humanos que trabajasen para el mal serían barridos de la faz del mundo. A partir de ese momento, la tierra toda sería transformada y la comunidad de elegidos viviría en armonía entre sí y con el cosmos. Universo armonioso, que habrá perdido todo lo malo. No será, entonces, una reforma, una mejora en las condiciones de vida, sino la perfección en el aquí y ahora. Es, en suma, una esperanza que se transformó en una escatología.
Una de las características de la cultura es que regla los vínculos entre los seres humanos. De no existir tales vínculos quedarán sometidos a la arbitrariedad del individuo: el de mayor fuerza impondrá sus intereses y deseos. Es así como la cultura favorece la "fuerza de la razón" por encima de la "razón de la fuerza".
El dossier del que forma parte este escrito se llama los destinos del placer en la cultura actual. La posición que quiero sostener no es compleja: las doctrinas actualmente hegemónicas sobre el placer excluyen de antemano la posibilidad intrínsecamente placentera de la subjetivación política. Sin embargo, exige dos aclaraciones sumarias para evitar entorpecimientos previsibles en la lectura. La primera es una disculpa: en el argumento que sigue, el término placer se usa sólo como palabra, desprovista de las exquiciteces técnicas que rodean al principio de placer.
Hace ya años el pensamiento de Marcuse definió como "represión sobrante"( o "sobre-represión) los modos con los cuales la cultura coartaba las posibilidades de libertad no sólo como condición del ingreso de un sujeto a la cultura sino como cuota extra, innecesaria y efecto de modos injustos de dominación.
Cuando Enrique Carpintero -director de Topía- me llamó por teléfono proponiéndome escribir para la revista, se produjo un equívoco: entendí que el tema sería “Delincuencia y cultura” y ya estaba enredado en el convite cuando caí en la cuenta que se trataba de “Delincuencia y política”; acepté con la intención de valerme del fallido.
El significado de la palabra política está íntimamente ligado a la genealogía de la cultura occidental: política: discurso y práctica de la polis. Y en esta acepción original, lo primero que emerge como referencia es el espacio, tanto teórico como fáctico de ese discurso y de esa práctica, es decir, la Ciudad como su escenario privilegiado, con toda la carga que supone el desplazamiento metafórico de un término propio del lenguaje teatral al discurso sociohistórico.
"Todos nos creemos uno; pero...no es verdad, sino que somos muchos."
Pirandello
1- LOS OBJETOS FETICHES
Nuestra época se caracteriza por la importancia que tiene la representación: no es importante lo que hacemos sino como representamos lo que hacemos. De esta manera la realidad se ha ligado a la representación de tal forma que creemos que esta es la realidad.
"Señores, ¿Os place escuchar un bello cuento de amor y de muerte? Es de Tristán e Isolda, La Reina. Vean cómo, en gran alegría, en gran duelo se amaron; murieron, después, un mismo día, él por ella, ella por él."
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra