Soy un individuo. Así soy considerado por las filosofías políticas y las apelaciones culturales contemporáneas. Cuando se me concita a entregar un voto, cuando se me alude como consumidor de un producto, cuando se me señala como aspirante a una mejora existencial o cuando se me anoticia que soy poseedor de derechos, es en mi calidad de individuo que se me convoca.
En el medio de apasionados debates en el Consejo de Redacción construyendo este dossier llegamos a un punto crucial. Las máscaras del sometimiento en los psicoanalistas. Los ideales de época siempre están presentes en el psicoanálisis, verdad que parece evanescerse en estos tiempos. El intento de hacer desaparecer la ideología de los analistas como categoría de investigación tiene como consecuencia ocultar su existencia. Suponer que no tenemos ideología es simplemente quedar sometido a la ideología dominante que nos convence de que ésta no existe.
Sesenta segundos. Es el año 1954 en un restaurante francés, en la calle 53, dónde sino en Manhattan. El director de la agencia de publicidad Ted Bates and Company, Rosser Reeves, está haciendo historia. Diseñando, creando, y proponiendo el primer spot comercial de la televisión mundial, es el primero que toma los sesenta segundos como unidad de medida. El mismo se realiza para un producto medicinal: Anacin, un analgésico contra el dolor de cabeza. Este spot, revolucionará la relación entre la publicidad y la gente.
Relataré dos sucesos. El primero de ellos transcurre en Alemania. En los diarios aparece una información que relata la apertura de una discoteca en el almacén de ropas y cabellos de las prisiones de Auschwitz. Este hecho, en su siniestra realidad, nos habla de la levedad y frivolidad de nuestra época. Unos empresarios decidieron, según el “totalitarismo de mercado”, transformar ese almacén de la muerte en un lugar para bailar y divertirse. Es imposible imaginar que a alguien se le haya ocurrido semejante iniciativa. Sin embargo ocurrió.
I Aún hoy sorprende que un hombre haya suscitado tantos odios y rechazos por haber creado un sistema de pensamiento que condena la hipocresía, la mentira y la falsedad. Es decir, que haya nombrado las máscaras que mantienen al ser humano en la esclavitud y el sometimiento.
No nos esforzamos en nada, ni queremos, apetecemoso deseamos cosa alguna porque la juzguemos buena; sino que, por el contrario, juzgamos que una cosa esbuena porque nos esforzamos hacia ella, la queremos, apetecemos y deseamos.
*(Al pie): Este artículo es la versión ampliada y corregida de la intervención en la mesa redonda que, con la coordinación de Mirta Segoviano, se realizó en la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo. Fue publicado en Topía revista N° 28/ mayo de 2000.
Este texto fue publicado en Topía revista N° 26/ agosto de 1999. El mismo es una reelaboración de un trabajo presentado en el Colleque du Collège de Psychanaystes de France, “Violences et Subjetivation” en Octubre de 1992.
Versión ampliada del texto del mismo nombre publicado en Topía No XXV. Forma parte de "Argentina, tango y exilio", de próxima publicación por la Editorial Topía.
"Civilización y Barbarie": par que puede pensarse como una derivación del universal que hace al conjunto humano y al psiquismo en particular, descripto por Castoriadis como la "aparente incapacidad de constituirse en sí sin excluir al otro - y ... de excluir al otro sin desvalorizarlo y, finalmente, odiarlo".
En el editorial del número anterior finalizaba diciendo que civilización y barbarie "son las características que tiene el sujeto. En él conviven fuerzas que lo llevan a reconocerse en el otro humano y otras que tienden a aniquilarlo y, por lo tanto, a destruirse como sujeto". La historia de nuestra cultura nos muestra que cuando una civilización se proclama como la única verdad los otros se transforman en bárbaros. De esta manera los bárbaros son necesarios -como plantea Kavafis en su poema- ya que, en nombre de la civilización, se puede justificar cualquier exterminio.
Milenarismo: Hace mucho tiempo la humanidad dio a luz una creencia, una esperanza por la cual debería llegar el triunfo del bien sobre el mal. Pelea que sería la última y definitiva, como consecuencia de la misma el mal desaparecería para siempre. Además, los humanos que trabajasen para el mal serían barridos de la faz del mundo. A partir de ese momento, la tierra toda sería transformada y la comunidad de elegidos viviría en armonía entre sí y con el cosmos. Universo armonioso, que habrá perdido todo lo malo. No será, entonces, una reforma, una mejora en las condiciones de vida, sino la perfección en el aquí y ahora. Es, en suma, una esperanza que se transformó en una escatología.
Una de las características de la cultura es que regla los vínculos entre los seres humanos. De no existir tales vínculos quedarán sometidos a la arbitrariedad del individuo: el de mayor fuerza impondrá sus intereses y deseos. Es así como la cultura favorece la "fuerza de la razón" por encima de la "razón de la fuerza".
El dossier del que forma parte este escrito se llama los destinos del placer en la cultura actual. La posición que quiero sostener no es compleja: las doctrinas actualmente hegemónicas sobre el placer excluyen de antemano la posibilidad intrínsecamente placentera de la subjetivación política. Sin embargo, exige dos aclaraciones sumarias para evitar entorpecimientos previsibles en la lectura. La primera es una disculpa: en el argumento que sigue, el término placer se usa sólo como palabra, desprovista de las exquiciteces técnicas que rodean al principio de placer.
Hace ya años el pensamiento de Marcuse definió como "represión sobrante"( o "sobre-represión) los modos con los cuales la cultura coartaba las posibilidades de libertad no sólo como condición del ingreso de un sujeto a la cultura sino como cuota extra, innecesaria y efecto de modos injustos de dominación.
Cuando Enrique Carpintero -director de Topía- me llamó por teléfono proponiéndome escribir para la revista, se produjo un equívoco: entendí que el tema sería “Delincuencia y cultura” y ya estaba enredado en el convite cuando caí en la cuenta que se trataba de “Delincuencia y política”; acepté con la intención de valerme del fallido.
El significado de la palabra política está íntimamente ligado a la genealogía de la cultura occidental: política: discurso y práctica de la polis. Y en esta acepción original, lo primero que emerge como referencia es el espacio, tanto teórico como fáctico de ese discurso y de esa práctica, es decir, la Ciudad como su escenario privilegiado, con toda la carga que supone el desplazamiento metafórico de un término propio del lenguaje teatral al discurso sociohistórico.
"Todos nos creemos uno; pero...no es verdad, sino que somos muchos."
Pirandello
1- LOS OBJETOS FETICHES
Nuestra época se caracteriza por la importancia que tiene la representación: no es importante lo que hacemos sino como representamos lo que hacemos. De esta manera la realidad se ha ligado a la representación de tal forma que creemos que esta es la realidad.
"Señores, ¿Os place escuchar un bello cuento de amor y de muerte? Es de Tristán e Isolda, La Reina. Vean cómo, en gran alegría, en gran duelo se amaron; murieron, después, un mismo día, él por ella, ella por él."
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra