Es posible abordar la cuestión de las diferencias entre las psicosis desde los balizamientos que ofrecen las diversas nosografías, los aportes de que provienen de las intervenciones clínicas referidas a tales “cuadros”, las posibilidades de explicar sus devenires en las dimensiones topolológicas y “económicas”, ubicarnos ante ellas estableciendo los “mecanismos” psíquicos que operaron en su “génesis”, reconstruir la constitución del narcisismo/atravesamiento por los tiempos del Edipo, destacar la forclusión (total o parcial) del Significante del Nombre del Padre tanto como la preeminencia d
Comenzaré por una aproximación lexicológica que habilite algunas disquisiciones relativas a los dos términos del título. Contra lo que podría suponerse, la etimología de “loco” poco aporta a la raíz del concepto; según el diccionario de Corominas, es una palabra propia del castellano y del portugués louco, procedente de laucu, de origen indeterminable, quizá se remonte al árabe, donde láuca, láuq -femenino y plural del adjetivo alwaq- se emplea para aplicarle a alguien el mote de tonto... o loco.
Llegamos al número 57 y nos preparamos para celebrar el próximo año los 20 años de nuestra revista. Por ello quisimos reproducir una nueva versión del artículo “El giro del psicoanálisis” (Topia en la Clínica, año IV, Nº 5, mayo de 2001) donde puntualizamos algunas cuestiones sobre la actualidad del psicoanálisis que han sido los temas desde los cuales venimos reflexionado.
¡Qué tema el de la dependencia! Parece tan simple, tan integrado en nuestras vidas que apenas si le tendríamos que prestar mayor atención y al mismo tiempo está tan ligado a nuestras condiciones que resulta difícil acercarse. Todos dependemos, conciente o inconcientemente, siempre.
Quisiera alejarme y ver el tema desde la distancia..
Podría pensarse que la familia, en tanto institución social y por tanto histórica, y en tanto red de relaciones sociales estructuradas en torno de un núcleo organizado por el parentesco, se ha convertido en la contemporaneidad en un constructo bio-político por antonomasia. Hay ciertamente pocas figuras que evoquen la perspectiva foucaultiana sobre las modalidades positivas en las que se transfigura el poder de forma tan acabada, y aun ejemplar, como la institución de la familia liberal que hoy nos resulta tan natural. En efecto, la familia no ha sido siempre lo que hoy es.
La tecnología no detiene su avance, cada día nuevos productos nos sorprenden y exceden. Los mismos reestructuran permanentemente la relación entre la comunicación y el ocio. Como parte de la cultura de época las nuevas generaciones se adecuan muy rápido al uso de los mismos y muchos de estos aparatos y servicios se ofrecen exclusivamente para el público juvenil.
La idea de que el capitalismo avanzado borra todo rastro de subjetividad “profunda”, y con ello toda modalidad de ideología, no es tanto falsa como drásticamente parcial. En una actitud homogeneizadora irónicamente típica de un posmodernismo “pluralista”, no se discrimina entre los diferentes ámbitos de la existencia social, algunos de los cuales son más susceptibles de este tipo de análisis que otros.
La humanidad aparece cuando el sexo se transforma en sexualidad regulado mediante el tabú del incesto y la subjetividad se constituye en el pasaje del instinto a la pulsión y de ésta al deseo. De esta manera la sexualidad esta sometida a la cultura que, en cada período histórico, controla el carácter transgresor del deseo erótico mediante mecanismos de dominación que modulan el deseo y crea subjetividades.
En los últimos años se habla cada vez con mayor asiduidad de las así llamadas “nuevas sexualidades”, ¿qué se quiere significar con tal denominación?, ¿se trata de cambios profundos en la sexualidad de esta época o sólo de nuevos modos de presentación? Recordemos que ya en 1905, Freud postula en sus “Tres ensayos de teoría sexual” que la pulsión sexual no viene abrochada a ningún objeto adecuado para su satisfacción y que incluso, ni siquiera el interés sexual del hombre por la mujer es algo obvio, sino un problema que requiere esclarecimiento.
¿Hasta dónde el ejercicio de la sexualidad es una elección o un hecho meramente biológico, cultural? ¿Quiénes deciden realmente: nosotros o los cánones económicos y sociopolíticos imperantes?
La diputada Diana Maffía e Irene Meler, psicoanalista especializada en temas de género, responden algunos interrogantes para desentrañar los hilos de una trama tan vasta y tan compleja como lo es la sexualidad contemporánea.
Entendemos por Orientación Sexual los aspectos eróticos que conmueven y sexualizan a una persona, independiente de su puesta en acto. Encontramos aquí tres diferenciaciones: Bisexualidad, Homosexualidad y Heterosexualidad.
Variable independiente es la Identidad de Género, aspectos culturales, políticos y sociales que conforman gran parte de la Identidad Total de la persona. No es aquí a quien elige o hacia donde se enfoca la erotización, sino cómo y desde dónde se elige, como un* se determina. Limitadamente podemos enunciar las siguientes Identidades de Género: Hombre (diferenciar de Varón)
Días atrás mientras voy a devolver una película alquilada, tres niños con guardapolvos blancos, que aparentaban tener entre nueve y once años, me interceptan con frescura y confianza. Con simpatía uno de ellos me pregunta: -¿Adónde va?
-A devolver esta película. Les digo mientras muestro el DVD que viajaba en mi mano derecha. El vocero del grupo afirma con suspicacia: -Una porno.
La referencia a la unidad bio-psico-social del hombre es hoy un lugar común y recibe acuerdos desde las más variadas disciplinas. En la vida cotidiana el cuerpo como parte de lo “bio” es un foco de atención para la moda, el mercado, la ciencia, la salud, la educación, la recreación...
¿Es la depresión el cuadro dominante de nuestro tiempo, como dicen instituciones internacionales y muchos colegas, o se trata de algo impulsado por laboratorios farmacéuticos, como destacan otros colegas?
Hace ya unos años, un paciente internado por abuso de sustancias, señala el problema del target de los psicofármacos. Lo preocupaba encontrar algo más fino, que apuntara más precisamente a las voces que lo insultaban y no a él.
En efecto, la pregunta es: ¿Adónde apuntan, cuál es su diana o su target?
El primero en responder es, por supuesto, el Farmacólogo. Y responde con las coordenadas estereotáxicas bajo el brazo, con el viejo sueño del mapa. El razonamiento farmacológico es impecable: si la introducción en el organismo de una molécula artificial produce efectos sobre la actividad psíquica, entonces, tiene que estar interviniendo de algún modo en el lugar donde esa actividad psíquica se produce. Es una tarea posible entonces, con la tecnología adecuada, hacer un mapa de la actividad psíquica.
Los criterios de salud mental son ideológicos, en tanto lo que es considerado saludable o patológico se vincula con los usos, costumbres y valores característicos de cada cultura. Por ese motivo he planteado un nexo significativo entre salud mental y reproducción social (Meler, 1994). Este concepto se refiere a la tendencia que existe en las sociedades humanas a reproducir a través de las generaciones, sus ordenamientos prácticos y simbólicos. Por ejemplo, un mismo sujeto puede ser considerado como un héroe guerrero en una sociedad y un psicópata criminal en otra, según sean los intereses que ataque o defienda.
El cine, “ese movimiento dado a ver”, “esa sábana blanca suspendida en el fondo oscuro del inconsciente”, es a la vez una ventana abierta a lo social y a la subjetividad; un modo eficaz de indagación sobre los modos de ser de las distintas sociedades a través de la historia. Por medio del cine podemos extender el modo de entender los mecanismos del poder y sus efectos sobre el psiquismo.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra