Podría pensarse que la familia, en tanto institución social y por tanto histórica, y en tanto red de relaciones sociales estructuradas en torno de un núcleo organizado por el parentesco, se ha convertido en la contemporaneidad en un constructo bio-político por antonomasia. Hay ciertamente pocas figuras que evoquen la perspectiva foucaultiana sobre las modalidades positivas en las que se transfigura el poder de forma tan acabada, y aun ejemplar, como la institución de la familia liberal que hoy nos resulta tan natural. En efecto, la familia no ha sido siempre lo que hoy es.
La tecnología no detiene su avance, cada día nuevos productos nos sorprenden y exceden. Los mismos reestructuran permanentemente la relación entre la comunicación y el ocio. Como parte de la cultura de época las nuevas generaciones se adecuan muy rápido al uso de los mismos y muchos de estos aparatos y servicios se ofrecen exclusivamente para el público juvenil.
La idea de que el capitalismo avanzado borra todo rastro de subjetividad “profunda”, y con ello toda modalidad de ideología, no es tanto falsa como drásticamente parcial. En una actitud homogeneizadora irónicamente típica de un posmodernismo “pluralista”, no se discrimina entre los diferentes ámbitos de la existencia social, algunos de los cuales son más susceptibles de este tipo de análisis que otros.
La humanidad aparece cuando el sexo se transforma en sexualidad regulado mediante el tabú del incesto y la subjetividad se constituye en el pasaje del instinto a la pulsión y de ésta al deseo. De esta manera la sexualidad esta sometida a la cultura que, en cada período histórico, controla el carácter transgresor del deseo erótico mediante mecanismos de dominación que modulan el deseo y crea subjetividades.
En los últimos años se habla cada vez con mayor asiduidad de las así llamadas “nuevas sexualidades”, ¿qué se quiere significar con tal denominación?, ¿se trata de cambios profundos en la sexualidad de esta época o sólo de nuevos modos de presentación? Recordemos que ya en 1905, Freud postula en sus “Tres ensayos de teoría sexual” que la pulsión sexual no viene abrochada a ningún objeto adecuado para su satisfacción y que incluso, ni siquiera el interés sexual del hombre por la mujer es algo obvio, sino un problema que requiere esclarecimiento.
¿Hasta dónde el ejercicio de la sexualidad es una elección o un hecho meramente biológico, cultural? ¿Quiénes deciden realmente: nosotros o los cánones económicos y sociopolíticos imperantes?
La diputada Diana Maffía e Irene Meler, psicoanalista especializada en temas de género, responden algunos interrogantes para desentrañar los hilos de una trama tan vasta y tan compleja como lo es la sexualidad contemporánea.
Entendemos por Orientación Sexual los aspectos eróticos que conmueven y sexualizan a una persona, independiente de su puesta en acto. Encontramos aquí tres diferenciaciones: Bisexualidad, Homosexualidad y Heterosexualidad.
Variable independiente es la Identidad de Género, aspectos culturales, políticos y sociales que conforman gran parte de la Identidad Total de la persona. No es aquí a quien elige o hacia donde se enfoca la erotización, sino cómo y desde dónde se elige, como un* se determina. Limitadamente podemos enunciar las siguientes Identidades de Género: Hombre (diferenciar de Varón)
Días atrás mientras voy a devolver una película alquilada, tres niños con guardapolvos blancos, que aparentaban tener entre nueve y once años, me interceptan con frescura y confianza. Con simpatía uno de ellos me pregunta: -¿Adónde va?
-A devolver esta película. Les digo mientras muestro el DVD que viajaba en mi mano derecha. El vocero del grupo afirma con suspicacia: -Una porno.
La referencia a la unidad bio-psico-social del hombre es hoy un lugar común y recibe acuerdos desde las más variadas disciplinas. En la vida cotidiana el cuerpo como parte de lo “bio” es un foco de atención para la moda, el mercado, la ciencia, la salud, la educación, la recreación...
¿Es la depresión el cuadro dominante de nuestro tiempo, como dicen instituciones internacionales y muchos colegas, o se trata de algo impulsado por laboratorios farmacéuticos, como destacan otros colegas?
Hace ya unos años, un paciente internado por abuso de sustancias, señala el problema del target de los psicofármacos. Lo preocupaba encontrar algo más fino, que apuntara más precisamente a las voces que lo insultaban y no a él.
En efecto, la pregunta es: ¿Adónde apuntan, cuál es su diana o su target?
El primero en responder es, por supuesto, el Farmacólogo. Y responde con las coordenadas estereotáxicas bajo el brazo, con el viejo sueño del mapa. El razonamiento farmacológico es impecable: si la introducción en el organismo de una molécula artificial produce efectos sobre la actividad psíquica, entonces, tiene que estar interviniendo de algún modo en el lugar donde esa actividad psíquica se produce. Es una tarea posible entonces, con la tecnología adecuada, hacer un mapa de la actividad psíquica.
Los criterios de salud mental son ideológicos, en tanto lo que es considerado saludable o patológico se vincula con los usos, costumbres y valores característicos de cada cultura. Por ese motivo he planteado un nexo significativo entre salud mental y reproducción social (Meler, 1994). Este concepto se refiere a la tendencia que existe en las sociedades humanas a reproducir a través de las generaciones, sus ordenamientos prácticos y simbólicos. Por ejemplo, un mismo sujeto puede ser considerado como un héroe guerrero en una sociedad y un psicópata criminal en otra, según sean los intereses que ataque o defienda.
El cine, “ese movimiento dado a ver”, “esa sábana blanca suspendida en el fondo oscuro del inconsciente”, es a la vez una ventana abierta a lo social y a la subjetividad; un modo eficaz de indagación sobre los modos de ser de las distintas sociedades a través de la historia. Por medio del cine podemos extender el modo de entender los mecanismos del poder y sus efectos sobre el psiquismo.
En el capitalismo, el tiempo libre es un lujo de la burguesía. Los obreros, en cambio, deben luchar por él. Les es ajeno cuando tienen un trabajo. Y cuando no, también, porque ese tiempo “libre” se transforma en un peso angustiante más que en una posibilidad de disfrute. El derecho a la pereza, al amor, al disfrute del ocio, el arte y una vida plena como planteaba Paul Lafargue1 es permanentemente negado en este sistema social.
VIDA: Modo de vivir en orden a la profesión, empleo, oficio u ocupación.
a) Empecemos por el espacio. Por el ámbito donde transcurren estas imágenes.
Vine al consultorio y llegaron los pacientes. Llego al consultorio como espacio, como idea, como manera de vida. El paciente entra.
Por un lado, el trabajo. Por el otro, el tiempo libre.
Por un lado la inserción laboral. Por el otro, la exclusión.
Por un lado, la productividad, la eficacia y la acumulación de riqueza material y simbólica. Por el otro, el derroche, el despilfarro y, por lo tanto, la pobreza.
Por un lado el estudio. Por el otro, la vagancia y la haraganería.
El concepto de “ocio represivo” fue desarrollado por Juan José Sebreli a fines de los años ’60 en el libro Mar del Plata, el ocio represivo. Sebreli nació en Buenos Aires en 1930. Es sociólogo, historiador y crítico literario argentino. Su trayectoria intelectual se inicia con el existencialismo sartreano para luego pasar por el marxismo y llegar a sus posiciones actuales de apoyo al liberalismo. Participó en las revistas culturales Sur y Contorno.
Refranes populares:
Andar con la cruz a cuestas (Hacer rogativas para que Dios nos conceda alguna gracia o que nos saque de alguna aflicción o peligro)2.
La producción de imágenes fue una larga polémica dentro del mundo monoteísta. Si para musulmanes y judíos las mismas estaban interdictadas, no ocurrió lo mismo con el catolicismo que montó sobre ellas su apetito de dominar el orbe. La cruz, la representación más potente del mismo, es un instrumento de tortura. Así el mundo occidental y cristiano está fuertemente impregnado por las imágenes del sacrificio y el castigo. Tanto las Cruzadas como la Inquisición se apoyaron en esta representación para llevar adelante sus monstruosidades. El franquismo y la dictadura argentina descansaron en este catolicismo fundamentalista para sostener sus crueldades.
Paul Lafargue, de familia franco-caribeña, nació en Santiago de Cuba el 15 de Enero de 1842. Fue médico, periodista, teórico político y revolucionario francés. En un principio su labor política se orientó a partir del pensamiento de Proudhon, pero el contacto con Karl Marx -del que llegó a ser yerno al casarse con su segunda hija, Laura- fue determinante. Lafargue pasó la mayor parte de su vida en Francia, aunque también pasó períodos ocasionales en España e Inglaterra. Lafargue comenzó su carrera política en París, cuando entró en contacto con los grupos republicanos que se oponían a Napoleón III. Y fue como anarquista proudhoniano, como Lafargue ingresó en la sección francesa de la Asociación Internacional de Trabajadores, la AIT, más conocida como Primera Internacional. Sin embargo, el contacto con el pensamiento revolucionario de Marx fue decisivo para eclipsar completamente sus tendencias anarquistas.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra