Una creencia generalizada y sin fundamento alguno que pueda sustentarla de manera sensata, ha hecho mantener la suposición romántica que en el amor, ese amor que se tiene hacia los otros y, en especial, hacia la pareja con la que se está seguro que se comparte, repito que en ese amor no aparecería cosa alguna de contenido egoísta. Vale decir, ingenuamente se cree que todo lo que sucede en las relaciones amorosas es de un altruismo puro, tan puro como el amor que se profesa hacia el otro.
Sin embargo, todo esto es de una falsedad absoluta, como intentaré comprobar de aquí en adelante con ejemplos que el lector bien puede reconocer en su experiencia, de haber existido en su vida y, a la par que las hallará en las de aquellos con quienes ha compartido experiencias amorosas plenas, no solamente las de las experiencias circunstanciales o pasajeras, como son las de los hoteles transitorios, eso poco importa.
Ingenuamente se cree que todo lo que sucede en las relaciones amorosas es de un altruismo puro
El nombre de la mujer que me inspira estas páginas revela a una de las más notables féminas del siglo XIX y las primeras dos décadas del XX. Ella fue un personaje de formación teórica en el pensamiento marxista y aquella formación la condujo a la práctica revolucionaria. Pero esto no fue óbice para que tuviera una participación tangencial en favor de los movimientos feministas y sufragistas de su época.
La profundidad de sus ideales revolucionarios llegó a extenderse más allá de su entonces. Cabe recordar que en más de una oportunidad los jóvenes rebeldes de las décadas de los ’60 y 70 del siglo pasado la levantaron como un estandarte de la lucha antiimperialista.
El libro escrito en tercera persona no es más que una ajustada reseña de lo que el autor debió vivir a su paso por el servicio militar obligatorio. Nada de lo que en él se relata es falso, todos los dichos expresados pueden ser ratificados por aquellos a los que nos tocó la desgracia de estar adentro de un cuartel. A los que hicimos la mili les puede servir para refrescar recuerdos ingratos. A los que se salvaron, o a los jóvenes, el libro les podrá servir de diversión.
Con el presente relato pretendo –humildemente- contar la historia de una persona amada, la que padece la enfermedad de Alzheimer en su fase terminal. Pero, para no faltar a la verdad debo decir que tanto Mabel -la protagonista principal- como yo padecemos en simultáneo esa maldita enfermedad, ella como portadora y yo como el continente de sus sufrimientos y pesares que, obviamente, también son mis sufrimientos y pesares
Cuando no tengo nada que hacer me divierto leyendo la Biblia y la diversión me lleva a tener en cuenta la cantidad de contradicciones y disparates que en ella aparecen y sobre las que algunas personas creen a pies juntillas. Empezaremos por “El Génesis” que, como su nombre lo indica, sería el principio, el origen, el punto de largada de todos los dasaguisados que siguieron.
No se me escapa que algunos me calificaran de hereje ¡Y a mí que me importa! Hace tiempo que tengo bien ganado el infierno.
A mediados del año 2013 la porteña Editorial Topía publicó un libro de mi autoría cuyo título es “¿Porqué dios? La necesidad del ateísmo”. Sin embargo, en el mismo se me quedaron algunas ideas en el teclado del procesador, esto obedeció –posiblemente- a la senilidad que me aqueja y, en la presente nota, trataré de completarlos refiriéndome en particular a la pederastia de sacerdotes.
La novela está ambientada durante los primeros años de la década del ’60, en Buenos Aires. Trata sobre una persona -Luis- que desde jovencito, gracias a las múltiples novelas policiales que leía, vivió obsesionado con el crimen perfecto. Nunca se atrevió a cometerlo por temor a ser atrapado por la policía. Era un muchacho tímido que terminada la escuela secundaria resuelve estudiar psicología. Pero un revés amoroso lo hace desistir y se inscribe en ciencias económicas. Ahí conoce a quien sería su esposa.
El autor con estilo llano, y no exento de humor, realiza una lectura psicosocial de la creencia religiosa. Un tema necesario luego de los efectos en nuestro país de la elección de Bergoglio como Papa de la iglesia católica. En este sentido nos advierte: “Ocurre que sobre los temas religiosos nadie puede considerarse neutral -o desinteresado en el mismo- frente al enorme poder político y económico de la Iglesia Católica en particular -y del resto de las iglesias en general-, debido a que la omnipresencia de aquella continúa teniendo una poderosa influencia en las sociedades contemporáneas occidentales y cristianas y, sobre todo, continúa dañando las mentes de los niños -y a veces con otras partes del cuerpo, pudendas ellas, cuando se encuentran con curas pedófilos- que con la ayuda de la religión sólo aprenden a tenerles miedo a entes inanimados e inexistentes. No soy el único que hace sus criticas al Vaticano, inclusive desde adentro mismo del corazón del centro religioso en cuestión surgió un grupo de prelados llamados Los Milenarios (1999) que publicó un libro en el cual se presentan las luchas por el poder en el Estado Vaticano, la corrupción, la homosexualidad en el lugar, el espionaje donde figuran los espías y los espiados, la crítica al celibato y otros muchos temas, entre los cuales abordaremos algunos aquí.”
En octubre de 2021 el Comité Nóbel del Parlamento Noruego otorgó el Premio Nóbel de la Paz a la Unión Europea (UE), esta premiación fue nada menos que por la contribución realizada -desde su creación, esto hay que tenerlo presente- por el “avance de la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos" en el continente europeo, aunque le importe un soberano bledo qué es lo que sucede en otras partes del planeta. E, inclusive, en el continente europeo, como reseñaremos a vuelo de pájaro.
La mentira, como su hermana menor la hipocresía, son fenómenos que viven ocultos, encerrados, ahogados en una conciencia que no quiere ser reflexiva o simplemente en aquel oscuro inconsciente de quién actúa tales actos. La experiencia nos hace creer estar en condiciones de afirmar que esto -por lo general- no es tan así. Tanto el mentiroso como el hipócrita tienen la obligación -o la necesidad- interior de contar, de alguna manera, sus actuaciones que en muchas oportunidades se las concibe hasta como heroicas.
Existe un vocablo que hace tiempo acompaña mis innumerables dudas, entre muchos otros que repito sin ton ni son, pero que poco me preocupan. Se trata de uno que utilizaban -con una frecuencia mayor que la necesaria- mis compañeros de correrías -y también de la maldita escuela a la que tuve que asistir obligatoriamente- cuando yo era todavía un pequeñín y, que por lo general, utilizaban para conmigo o cuando querían referirse a mí. Nunca logré que alguno de aquellos muchachos me explicara que es lo que querían decirme cuando me decían "eso".
Puede aparecer atrabiliario, e inclusive antojadizo, pretender leer la situación crítica que vive Argentina para el primer semestre de 2002 -sobre la que existen analistas que la definen como terminal- a partir de la relación establecida entre el Estado y los jugadores de fútbol que usan la casaquilla de la selección nacional.
Recordemos juntos, por favor, los momentos siguientes a la derrota electoral del peronismo el 24 de octubre del '99. Acuérdese que por aquel entonces el más célebre palíndromo nacional -al que todavía no entiendo bien por qué razón algunos primitivos supersticiosos vernáculas insistían en llamarle Méndez, cuando su apellido original se puede leer tanto al derecho como al revés, de cualquier forma siempre va a terminar haciéndonos mierda -(como decía el dramaturgo B. Shaw "no creo en las brujas, pero que existen ¡existen!)-.
Para escribir sobre la identidad social y nacional de América Latina, es preciso tener en cuenta que dicho subcontinente no es otra cosa que un recorte del mundo más amplio donde aquel está inscripto y del cual forma parte.
En el Nuevo Testamento -uno de los libros de mayor venta, aunque eso no garantice que se lea- San Mateo dice en alguno de los versículos -cuyo número no recuerdo- algo así como que: "Al que tiene le será dado más". Sin dudas que esto parece ser una verdad de Perogrullo. ¿Quién no sabe que los que tienen tendrán más de lo que tienen?. Los ricos necesariamente han de tener más riquezas y los pobres tendrán más pobreza; que resulta de la riqueza que se llevaron los primeros; los que son estúpidos serán más estúpidos...
El capitalismo globalizado ha logrado al tan deseado momento histórico propuesto por Adam Smith y alcanzado contemporáneamente por los secuaces de Hayek con su escuela económica - y derivadas- junto a la complicidad de los gobernantes títeres - en cualquier parte del mundo son iguales, aún en los países centrales ya que trabajan para los mismos intereses especulativos financieros y económicos- que han vendido lo mejor que tenemos, los recursos humanos, además del medio ambiente, a los mejores postores para esos políticos, pero que nunca ha sido lo mejor para los pueblos.
Herbert Marcuse no fue un psicoanalista que se dedicó a la práctica clínica. Sin embargo, la importancia de los aportes de este filósofo vuelve pertinente su inclusión en esta serie de autores olvidados del psicoanálisis. Alrededor de Mayo del 68 sus ideas transitaban los medios académicos y los medios de difusión. Posteriormente quedó prácticamente en el olvido.
Que los humanos siempre hemos sido crueles para con nosotros, para con los otros y para con otras especies, es una verdad de Perogrullo. Basta recorrer cualquier tratado de historia universal para encontrar múltiples episodios de crueldad sórdida y lúgubre. Sin embargo, más difícil es encontrar referencias a la crueldad en libros o diccionarios técnicos de psicoanálisis, psicología y humanidades o ciencias sociales en general.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra