La obra de Spinoza tiene la característica de haber sido leída profundamente muchos siglos después que fueron escritas; es un escritor póstumo: las lecturas que le han prestado una especial atención fueron a partir del siglo XVIII. Su pensamiento permitió aportar a uno de los aspectos más propios de la modernidad: el ejercicio de la crítica. Sus ideas constituyen una protesta radical contra la escolástica, las costumbres y las estructuras sociales de la Europa monárquica y cristiana de su época. Sin embargo, lo que queremos rescatar en este texto es la lectura que realiza el joven Marx en los años de su formación y la influencia que tuvo para que pudiera desarrollar su propio pensamiento crítico radical.
Spinoza al desacralizar a los profetas, desacralizaba los libros sagrados y, de esta manera, cuestionaba el poder de los cristianos y protestantes que se sostenía en un Dios trascendente del cual eran sus representantes en la tierra a través del Estado
Una frase que se adjudica a varios autores (desde Frank Zappa a Thelonius Monk pasando por Elvis Costello) dice que “escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura”. Aunque parece una defensa de los músicos ante los críticos, se convirtió en el eslogan y coartada perfecta para reducir a la música en una experiencia inefable de la cual nada se puede decir. Y se usa para silenciar la riqueza de los diferentes modos de acercarnos y enriquecer la experiencia musical.
Estoy en mi escritorio. La periodista de la revista especializada hace alusión a la comunidad LGTBIQ y me interroga acerca de la intersección entre psicoanálisis y género.
-Hasta ahora los discursos psicoanalíticos sobre las diferencias sexuales han respetado el postulado de la bisexualidad original y fundaron en el interior del cuerpo, o en las ofertas identificatorias y los mandatos externos, el surgimiento de una identidad de género pensada, siempre, en plural masculino y femenino singular.
Pues bien: tal parecería que estamos llegando al fin. Si la característica del género es su construcción -y si un género no es otra cosa que la imaginería instituida e inscripta como efecto de verdad por un discurso de identidad estable y persistente en la superficie de los cuerpos- entonces los géneros no serían ni femeninos, ni masculinos. Serían, si acaso, multiplicidades inconsistentes. Eso que Alain Badiou1 llama verdades transposicionales cuando intenta acercar conceptos que aporten a la construcción de una ontología de lo múltiple.
Si la característica del género es su construcción... entonces los géneros no serían ni femeninos, ni masculinos. Serían, si acaso, multiplicidades inconsistentes
La circulación de rumores por internet nos permite analizar cómo surgen permanentemente obstáculos para el pensamiento crítico, los mismos están en las propias redes que utilizamos para comunicarnos. Está extendida la idea de que somos lo que comunicamos en la web. Sin embargo la versión más ajustada de adaptación social actual a la cultura dominante es que somos mucho más lo que las redes nos formatean de lo que aceptamos. Es por ello que hay severas resistencias a analizar los cambios que la placenta mediática -esa envoltura comunicacional que no vemos, pero que envuelve todo el planeta de imágenes y sonidos que funciona en tiempo real las veinticuatro horas los siete días de la semana- viene estableciendo en el modo de ser de las personas. Recordemos que venimos definiendo este maridaje entre hombres y máquinas como un proceso novedoso y único, hasta ahora en la historia de la humanidad, que va convirtiendo a los seres humanos en cyborg, es decir, una unión original de organismos y cibernética. Producto del amor a las máquinas, de la fascinación por ellas los humanos vamos mutando hacia esta nueva y sorprendente forma de ser y estar en el mundo. En la parafernalia de máquinas de comunicar, en cómo las mismas se van haciendo más pequeñas y portables se redefinen modos de ser y estar en el mundo. Un proceso que trae nuevas formas de informarse y en el que la denominada posverdad viene trayendo consecuencias graves para el pensamiento crítico. En este proceso cultural capitalista nos encontramos con el avance impactante de las posverdades, es decir, la mentira y sus consecuencias políticas, sociales y subjetivas. En este artículo trataremos de seguir el hilo del rumor y sus consecuencias.
Las sociedades antiguas inventaron la religión y la magia para mitigar la ansiedad ante la incertidumbre; en la actualidad el capitalismo ofrece el consumismo de objetos mercancías. Esta incertidumbre puede ser hacia el futuro, al no saber qué va a pasar, o hacia el pasado, al no saber qué está pasando; la incertidumbre despierta los fantasmas más primarios producto de la sensación de desvalimiento con que nacemos.
La esperanza activa permite una búsqueda inmanente para encontrar la “alegría de lo necesario” en la potencia de ser
Incertidumbre es un término muy difundido y utilizado en planos muy variados. La física moderna, por ejemplo, ha apelado a él para interpretar ciertos fenómenos que no encontraban una respuesta en la física clásica.
El capitalismo desarrolla un fenómeno inédito: el proletariado moderno, es formalmente libre pero, contradictoriamente, es la clase productora más insegura en términos laborales
La incertidumbre es un rasgo que se constata, con especial fuerza, en las sociedades humanas. El ser humano, en su largo y accidentado recorrido evolutivo, estuvo -y sigue estando- surcado por situaciones que a los ojos de él eran impredecibles, que escapaban a su control, provocadas por factores exteriores, ajenos a su voluntad y que condicionaban su destino. Esta circunstancia crea, obviamente una sensación de inseguridad, en la existencia presente y futura, tanto en el plano individual como colectivo.
“Tengo el mundo en mis manos”, es la frase que mejor expresa la ilusión de escapar de aquello que resulta incierto. Una eficaz síntesis de cómo se explicita el reaseguro absoluto para escapar de catástrofes, de la desolación, la enfermedad, la muerte, el desvalimiento y/o terror, etc., ya colectivos, ya individuales. El dicho es un himno para los humanos que creen en el control absoluto.
Cuando la incertidumbre se convierte en amenaza de desintegración es el momento en que, para alivianarla o conjurarla, cobran valor los fetiches protectores
La incertidumbre puede abordarse desde distintas perspectivas. Nos parece que era necesario ver cómo la encontramos en el espacio de la clínica psicoanalítica. En el siguiente texto, J.-B. Pontalis postula que el análisis es una travesía. La incertidumbre es parte inherente del viaje que es el análisis. Aquí se opone a quienes proponen entenderlo como un “proceso psicoanalítico” o definir una “dirección de la cura”. Y para ello la incertidumbre es un necesario acompañante. El siguiente texto fue publicado en el libro Este tiempo que no pasa (Topía, 2005)
¿Y si lo desconocido -el inasible origen- estuviera menos detrás nuestro que adelante?, lo que todavía no conocemos, por no haberlo vivido, por no haberlo encontrado
Como mexicano escribir un artículo para una revista argentina sobre un tema determinado por los editores implica enfrentar las diferencias en la construcción de una disciplina, en este caso el psicoanálisis, en nuestros respectivos países, aunque ambos se ubiquen dentro del subcontinente latinoamericano. El problema empieza desde las denominaciones comunes: los mexicanos decimos “alberca” y los argentinos “pileta”; en el campo profesional hablamos de “fronterizos o border- line” a los casos que los sureños prefieren denominar “patología de borde”. Como en México no es común la denominación de “identidades débiles” desconozco si se trata de un término genérico pensado por los editores para abarcar un rango amplio de problemas emocionales y mentales o corresponde a un término psicopatológico de uso común. Preferí no aclararlo para contrastar las diferencias culturales mencionadas y abarcar ambos sentidos.
La difusión de la identidad se determina cuando la persona no logra una percepción clara y razonablemente objetiva de sí misma y no logra suficiente diferenciación entre el yo, los otros y el contexto social, lo cual produce un grado alto de influenciabilidad
Un nuevo neologismo encubridor aparece mencionado repetidamente en los medios de comunicación: “posverdad”. Éste alude a la distancia cada vez mayor entre los discursos de los políticos y los hechos reales que producen, ya que estos últimos influyen menos en la opinión pública que los llamados a la emoción y la creencia personal. Esto no es nuevo en la historia de la humanidad. De allí la pregunta acerca de su sentido.
Las identificaciones de clase, género y generación se encubren para establecer la fuerza de las identificaciones en las que se está como ganador o perdedor según la lógica del mercado
La historia de lo que acontece entre verdad y política se fue entrelazando de formas diversas. Afirmar que se posee un acceso privilegiado al ámbito de lo verdadero, sirvió siempre como herramienta de fuerza para organizar de modo más sólido un tipo de gobierno o de dominio. Sin embargo, no nos interesa aquí ocuparnos de esa historia de legitimación tejida entre verdad y política, queremos más bien interrogarnos por cierto reverso de esa trama, por el papel que la mentira o el engaño han cumplido y están cumpliendo en el mundo de la política.
Verdad. Mentira. Cambiante estatuto el de la verdad y la mentira para el psicoanálisis. Cambiante, aun, dentro del psicoanálisis para lxs diferentes autorxs. Porque en el análisis, cuando aparece la verdad, cuando esa verdad se revela, lo hace como mentira pretenciosa que solo aspira a ser reconocida como verdadera. De modo tal que en el reino de la mentira deberemos situarnos; dominio de las mentiras que son pretenciosas porque intentan decir lo inefable, porque se construyen con la clara intención de ayudarnos a tolerar la insoportable ausencia de palabras; la intolerable presencia de una verdad sin lenguaje; de una verdad que no tiene nombre. Si la verdad nunca se entrega del todo, nunca se obtiene plenamente, si la verdad es mentirosa; si la mentira siempre es una verdad a medias y algo del inconsciente revela, el par antitético de la verdad no es la mentira. Para el psicoanálisis el par antitético de la verdad y la mentira es el olvido. Y por olvido, aludo a aquello que cae y queda preso de la represión para hacerse visible solo como síntoma individual y social. Pero ocurre que el olvido, como par antitético de la verdad y la mentira, nos conduce irremediablemente a la memoria y, de ahí, al recuerdo, tan falaz, siempre, como la propia mentira.
Si la verdad es mentirosa; si la mentira siempre es una verdad a medias y algo del inconsciente revela, el par antitético de la verdad no es la mentira. Para el psicoanálisis el par antitético de la verdad y la mentira es el olvido
Es necesaria la palabra ya que es el eje de nuestros compromisos afectivos, políticos y sociales.
El pensamiento reflexivo y crítico que sustenta la palabra, ha sufrido cambios desde que la Cultura Clásica fue reemplazada por la Cultura del Simulacro. En la misma existe una tergiversación engañosa de la realidad, de las ideas, del comportamiento perdiéndose el objetivo de arribar a una verdad posible.
“NiUnaMenos”. Vivas nos queremos. Vivas, potentes y vitales. Inmersa en las intensidades vividas en la marcha “NiUnamenos” realizada el 3 de junio pasado, he decido comenzar estas líneas recordando un escrito al que llamé “En defensa de la ternura”.(1)
¿Qué nombre poner a esa emoción que me invadió cuando frente al Congreso vi a esos niños con cartelitos cuya leyenda denunciaba “NiUnaMenos”? Caminaba junto a mis amigas, con las que nos acompañamos desde tiempos inmemorables por esa Avenida de Mayo, con una emoción particular ¿la podré llamar ternura? Invadida por ese estado, me crucé con aquel amigo sesentón, como quien escribe, caminando por la plaza con su hija treintañera. Me sigue acompañando la ternura que me despertó ver a esas dos generaciones, ese padre y esa hija, en esa plaza por “NiUnaMenos”.
Lo que se denomina neoliberalismo define las formas actuales en que el capitalismo ejerce su dominación. Para ello construye una subjetividad sometida al capital donde naturaliza sus características presentando su política económica ajena a intereses particulares, es decir, desvinculándola de cualquier referencia a las relaciones de producción; no hay modo de producción capitalista y su obvio conflicto de clases, género y generación.
La implantación del neoliberalismo a nivel mundial en los últimos cuarenta años ha venido acompañado con la expansión de un mito fundador, creado por sus principales ideólogos. Ese mito fundador sostiene que el neoliberalismo se ha impuesto por la superioridad intrínseca del mercado y que, por libre competencia, han sido liquidadas aquellas formas de organización social que trataban de impedir el funcionamiento armónico y automático de los mercados, así como reducida la injerencia de los estados en la actividad económica de los capitalistas y sus empresas. En este mito se resalta que la imposición del neoliberalismo, como una nueva fase en la historia del capitalismo, ha sido pacífico y sin mayores contratiempos.
Topía, en su aniversario 25, al cual pocas revistas llegan y, por lo cual, hay que felicitar a sus directivos calurosamente, nos ha convocado para discutir sobre el neoliberalismo -y su persistencia- desde distintas perspectivas y a mí me han dado como tema el de “La creencia neoliberal”, para lo cual considero necesario revisar el sentido del término.
El Diccionario de la Real Academia Española define el término creencia como “firme asentimiento y conformidad con alguna cosa” y, también: “dar firme asenso a las verdades reveladas por dios y propuestas por la iglesia”. Es decir, es un término muy relacionado con la fe y, particularmente, con la fe religiosa, lo cual nos remite al discurso premoderno, medieval, que fuera sustituido en la Modernidad por un discurso centrado en lo humano más que en la deidad, pero con el mismo supuesto de realización futura ya no en el paraíso sobrenatural, sino en la realización de un progreso permanente en la tierra, lo cual se convierte en la nueva utopía.
La década del 80 en Latinoamérica es conocida en la literatura especializada como “la década pérdida”, por tratarse de un período marcado por bajo crecimiento económico y diversos problemas estructurales entre los que destaca la elevada inflación.
El gobierno de Raúl Alfonsín, que representaba el sector más progresista de la Unión Cívica Radical, intentó la reconstrucción del estado en base a la expansión del gasto social en un contexto internacional desfavorable para las economías latinoamericanas. La victoria de Ronald Reagan en Estados Unidos y de Margaret Thatcher en Gran Bretaña inauguró un período de fuerte contracción monetaria en los países centrales, enmarcada en lo que se conoce como la “revolución conservadora”.
A 116 años del comienzo de la maduración del psicoanálisis, Freud sigue siendo un conjunto informe de citas y textos; el movimiento psicoanalítico no ha logrado integrar su teoría en un paradigma organizado y organizador de posteriores “aportes”; y no hablemos de presuntas reorganizaciones que han terminado de hundir al fundador en el olvido. Pocos admiten que las dos tópicas históricas se interpenetran en una sola: El Aparato Psíquico, que es el articulador simbólico-afectivo entre lo biológico y lo histórico cultural. “Psicología de la Masas” es claro en decir que el psicoanálisis es por derecho y de hecho “una psicología social”, sin sociologismos, psicologismos, ni biologismos: Hipercomplejidad. Este es el gran motivo de la resistencia permanente a Freud: fue un pionero de las epistemologías de la hipercomplejidad. Pensar complejo cansa. Salvo que se repita lo que no se entiende.
Muchos psicoanalistas también consideran “los escritos sociales” como un aditamento que Freud hubiera escrito para mayor cultura de sus seguidores; se dan como seminarios aparte sin relacionarlos con la ontogénesis ni las tópicas, algunos estudiantes los hacen y otros no. “Moisés y el Monoteísmo” plantea claramente la historicidad del Aparato Psíquico, el Superyó Cultural cambia y, por lo tanto, los Superyoes individuales cambian con los cambios histórico-culturales, ergo, cambian el Yo Realidad Definitivo y si estos cambian, lo hacen el esfuerzo y la calidad de la Represión Primaria o la Censura entre sistemas…, por lo tanto, cambia el Ello-Inc.
Robert Kiyosaki es empresario, inversionista y escritor. Es un mentor de la autoayuda financiera, una propuesta donde en el capitalismo actual, vende la ilusión de que cada cual es dueño de hacerse rico. Es autor de numerosos libros que fueron éxitos de venta. Padre rico, padre pobre (1996) fue el primero. Escribió varios, entre ellos El cuadrante del flujo del dinero (1999). En 2012 publicó Queremos que seas rico en coautoría con el actual candidato a presidente de USA, Donald Trump.
EDITORIAL: Un fin de época atravesado por claroscuros del que surgen monstruos. Enrique Carpintero
DOSSIER: EL FIN DE UNA ÉPOCA. Eduardo Grüner / Helmut Dahmer / Susana de la Sovera / Juan Carlos Volnovich / Josefina Martínez / Hernán Scorofitz / Ileana Celotto / Juan Duarte / César Hazaki / Alicia R. Levin
ÁREA CORPORAL:Caminar en paz. David Le Breton // El Cuerpo y el Mercado: el aplanamiento de los cuerpos. Carlos Trosman //
TOPÍA EN LA CLÍNICA: Alejandro Vainer / Ricardo Carlino / Susana Toporosi / María Casariego de Gainza / Carlos Barzani / Tom Máscolo
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra