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La creencia neoliberal

Topía, en su aniversario 25, al cual pocas revistas llegan y, por lo cual, hay que felicitar a sus directivos calurosamente, nos ha convocado para discutir sobre el neoliberalismo -y su persistencia- desde distintas perspectivas y a mí me han dado como tema el de “La creencia neoliberal”, para lo cual considero necesario revisar el sentido del término.

El Diccionario de la Real Academia Española define el término creencia como “firme asentimiento y conformidad con alguna cosa” y, también: “dar firme asenso a las verdades reveladas por dios y propuestas por la iglesia”. Es decir, es un término muy relacionado con la fe y, particularmente, con la fe religiosa, lo cual nos remite al discurso premoderno, medieval, que fuera sustituido en la Modernidad por un discurso centrado en lo humano más que en la deidad, pero con el mismo supuesto de realización futura ya no en el paraíso sobrenatural, sino en la realización de un progreso permanente en la tierra, lo cual se convierte en la nueva utopía.

Neoliberalismo, la reforma del sector salud y mercantilización

La década del 80 en Latinoamérica es conocida en la literatura especializada como “la década pérdida”, por tratarse de un período marcado por bajo crecimiento económico y diversos problemas estructurales entre los que destaca la elevada inflación.

El gobierno de Raúl Alfonsín, que representaba el sector más progresista de la Unión Cívica Radical, intentó la reconstrucción del estado en base a la expansión del gasto social en un contexto internacional desfavorable para las economías latinoamericanas. La victoria de Ronald Reagan en Estados Unidos y de Margaret Thatcher en Gran Bretaña inauguró un período de fuerte contracción monetaria en los países centrales, enmarcada en lo que se conoce como la “revolución conservadora”.

Neoliberalismo y Aparato Psíquico: “La libertad me esclaviza”

A 116 años del comienzo de la maduración del psicoanálisis, Freud sigue siendo un conjunto informe de citas y textos; el movimiento psicoanalítico no ha logrado integrar su teoría en un paradigma organizado y organizador de posteriores “aportes”; y no hablemos de presuntas reorganizaciones que han terminado de hundir al fundador en el olvido. Pocos admiten que las dos tópicas históricas se interpenetran en una sola: El Aparato Psíquico, que es el articulador simbólico-afectivo entre lo biológico y lo histórico cultural. “Psicología de la Masas” es claro en decir que el psicoanálisis es por derecho y de hecho “una psicología social”, sin sociologismos, psicologismos, ni biologismos: Hipercomplejidad. Este es el gran motivo de la resistencia permanente a Freud: fue un pionero de las epistemologías de la hipercomplejidad. Pensar complejo cansa. Salvo que se repita lo que no se entiende.

Muchos psicoanalistas también consideran “los escritos sociales” como un aditamento que Freud hubiera escrito para mayor cultura de sus seguidores; se dan como seminarios aparte sin relacionarlos con la ontogénesis ni las tópicas, algunos estudiantes los hacen y otros no. “Moisés y el Monoteísmo” plantea claramente la historicidad del Aparato Psíquico, el Superyó Cultural cambia y, por lo tanto, los Superyoes individuales cambian con los cambios histórico-culturales, ergo, cambian el Yo Realidad Definitivo y si estos cambian, lo hacen el esfuerzo y la calidad de la Represión Primaria o la Censura entre sistemas…, por lo tanto, cambia el Ello-Inc.

Padre Rico, Padre Pobre

Columna

Robert Kiyosaki es empresario, inversionista y escritor. Es un mentor de la autoayuda financiera, una propuesta donde en el capitalismo actual, vende la ilusión de que cada cual es dueño de hacerse rico. Es autor de numerosos libros que fueron éxitos de venta. Padre rico, padre pobre (1996) fue el primero. Escribió varios, entre ellos El cuadrante del flujo del dinero (1999). En 2012 publicó Queremos que seas rico en coautoría con el actual candidato a presidente de USA, Donald Trump.

Mirar y Comer

El trigo y el arado

El trigo y el arado se mancomunaron para iniciar la revolución de la agricultura que cambió el mundo, una transformación que hizo que la población del planeta aumentara en forma exponencial. A partir de los surcos hechos por el arado y las semillas que allí crecerían, se modificaron radicalmente los hábitos alimentarios, las formas de la sociabilidad, los cuerpos y los gustos. Como consecuencia de estas transformaciones, la alimentación variada y más completa de los cazadores-recolectores se perdió para siempre.1

La dieta se basó en la producción de granos, verduras y hortalizas (cebada, trigo, arroz, espinaca) y en los pocos animales que el mismo agricultor logró domesticar (pollos, porcinos, vacas). Esto obligó a los campesinos a establecer una relación estrecha con la tierra y sus animales de cría, de esta forma nacieron las aldeas. En ellas comenzó una valorización del sedentarismo, necesario para cuidar los cultivos y antagónico al desplazamiento constante de los grupos humanos nómades. La vida se centró en la producción agrícola y en la propiedad privada, en ese mundo más pequeño y parcelado se establecieron las bases de las futuras ciudades.2 Es impactante el crecimiento del sedentarismo sistemático en todo ese proceso.

La insoportable levedad del consumo musical

Los jóvenes de ayer discutíamos algunas cosas que hoy parecen insólitas. Una de ellas era la oposición entre la “música comercial” y la “música no comercial”. Por supuesto, quienes dividíamos de este modo las artes, descalificábamos todo lo que entrara en la primera y estábamos resueltamente a favor de la segunda. En el primer grupo entraba la música hecha con el lucro como principal propósito. Allí entraba desde cierta música “melódica”, la música hecha para bailar (pasaron algunos años hasta conocer los orígenes de la música disco como música de minorías), todo el “pop” diseñado para atraer a todos y todas (aunque entonces no hacíamos dichas distinciones). En fin, todo lo hecho sólo para “vender”. Del otro lado estaba el rock, el jazz, el jazz rock, nuevos aires de tango y folklore. En síntesis, todo lo que fuera búsqueda y experimentación. La discusión terminó en los 80. Algo había cambiado, pero no era la música solamente. Pero me llevó tiempo entenderlo.

No hay músicas por fuera de nuestros tiempos. Una obviedad, pero hay muchos que consideran que la música no sólo es inmaterial, sino atemporal. Las experiencias musicales siempre estuvieron determinadas por los tiempos económicos y políticos, tal como lo demuestra Jacques Attali en su libro de 1977, Ruidos. Ensayo sobre la economía política de la música. En el momento de publicación de dicho texto, se estaba produciendo la transmutación de la economía y la política mundial del capitalismo del llamado Estado de Bienestar al actual capitalismo financiero. Attali intuye los cambios al denunciar la repetición y la mercantilización de la música, pero se ilusionaba con la posibilidad del surgimiento de una sociedad y una música nueva, en lo que designa como “composición”, donde surgiría el acto libre y el “disfrute del ser en lugar del tener”: “la composición libera el tiempo para vivirlo y no ya para almacenarlo. Ella se mide, pues, según la amplitud del tiempo vivido por los hombres, viniendo a sustituir al tiempo almacenado en mercancías.”

Cuerpos Capitales

Del cuerpo como capital generador de plusvalía, al control de la subjetividad

Muchos de nosotros somos hijos o nietos de inmigrantes, gente trabajadora que llegó al país escapando de persecusiones o guerras a partir de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Quienes se establecieron en el campo, generalmente formaron familias con muchos hijos. La prole numerosa era un activo importante para trabajar, con tareas diferenciadas a partir del sexo y la edad. Un importante potencial de trabajo físico en las tareas rurales, donde los cuerpos eran un capital significativo, que convenía producir (procrear) y mantener (alimentar) para aumentar la producción y las ganancias. La posibilidad de incrementar el patrimonio estaba en relación a la cantidad de hijos, a la cantidad de cuerpos que pudieran realizar y multiplicar las tareas laborales y las necesarias para sostenerlas. Digo las necesarias para sostenerlas porque la vida en función del trabajo implica que mantener los cuerpos, alimentarlos, es una tarea estratégica en función del trabajo. No estamos hablando aquí de gusto, ocio o creatividad, ya que este plus será decodificado en este momento histórico como una anomalía, como sucesos extraños aislados producidos por personas que se resisten a cumplir su destino familiar y social de construcción de ciudadanía a partir del trabajo.

Hágase la luz: La electricidad y los cambios culturales

El planeta insomne. Una subjetividad que no duerme

Desde la oscuridad

El Génesis ubica a la luz, en la creación del mundo, en tercer lugar, después del cielo y la tierra, con el objetivo de separar la noche del día. A la humanidad le costó siglos llegar a apretar un botón y que “la luz se haga”. Fue un proceso que comenzó con el dominio del fuego, la lámpara de aceite, etc. hasta llegar a la luz eléctrica. Una vez dominada la electricidad fue tan potente como energía que, desde sus comienzos, volvió a implantar los sueños de los antiguos alquimistas que trataban de convertir lo inanimado en animado.1 Un ejemplo claro es el libro Frankenstein o el Prometeo moderno que trata de una resurrección producida por la unión de la medicina y la electricidad.

¿Trastornos de sueño o transacciones psíquicas?*

Existen diferencias y similitudes entre lo que privilegia cada ciencia en las perturbaciones del estado del dormir, soñar y despertar.

Dos cuadernos Alma, cuerpo, escritura

El implacable relato de una recuperación

He sido una viajera impenitente y obcecada. Llena de pasión, y me viene de lejos, de la infancia y sus inventos. Porque la imaginación fue mi primer medio de transporte, pero a lo largo de años -los muchos años aunque yo no tenga conciencia del tiempo pasado como pérdida, sino como acumulación- abordé todo tipo de vehículos. Desde los grandes trasatlánticos a los barcos de carga, a la feluca egipcia, y los aviones a hélice y los jumbos, y los ricksahws y los tuc-tucs y hasta algún manso camello para no hablar de caballos de todo tipo, de monta y de tiro.

El discurso racista de invisibilización de los afroargentinos

Editorial de Revista Topía n°74 Agosto/2015

Había transcurrido más de media hora de la entrevista y María seguía muy confusa. Lo único que aparecía con claridad era su motivo de consulta: “Tengo mucho miedo de tener hijos.” Estaba casada hacía 5 años. Sentía un gran amor por su marido, pero desde hacía 2 años, cuando decidieron que quedara embarazada, comenzó a evitar las relaciones sexuales. Aún más, las tenía durante el período en que no era posible el embarazo. Igual estaba con miedo de que ese recurso fallara. La sensación que trasmitía era de pánico.

¿Rehabilitar a la normalidad?

Al vulgum pecus, un cierto Romanticismo le oponía la figura del poeta maldito. Y exaltaba la melancolía, considerada la forma electiva de la lucidez y el recurso final de la potencia creadora. Con el Surrealismo, es la locura la que suplanta a la melancolía, por la proliferación de formas de pensamiento que hace surgir y por su imprescriptible impertinencia respecto del conformismo y de la razón.

Vida cotidiana en la Argentina: Entre la vulnerabilidad y el cambio sociocultural

¿Cómo viven los argentinos hoy? ¿Es igual la vida cotidiana en esta época, que hace 20 o 30 años atrás? ¿Qué factores inciden en la cotidianeidad argentina? ¿Existe una cotidianeidad por clase social, por edad o por género? Todas estas preguntas nos dispararon a reflexionar en este artículo en torno a dos cuestiones, que desde mi punto vista aparecen como una tensión en la sociedad argentina.

La recuperación de la capacidad interpretativa

Un desafío para la vida cotidiana

Es evidente que estas preguntas exigen un ensayo, no 14.000 caracteres. Nos serviremos entonces de ellas sólo a modo de excusa para profundizar en una idea ya formulada hace años y que el tiempo, lejos de desmentir, confirma. Comencemos afirmando que si algo delimita la vida cotidiana, es la vastedad de sus confines. Más allá de las definiciones sociológicas que tuvieron en el filósofo Henri Lefebvre a un pionero, digamos que la vida cotidiana es la vida misma; aquella que los sujetos sentimos como nuestra propia vida, aquella donde la vida se realiza, se hace real.

Cine y vida cotidiana en la Argentina actual

Para indagar sobre la problemática de la vida cotidiana actual en la Argentina, a través de la mirada del cine, deberíamos en principio articular la presente y supuesta “década ganada”, con el pasado más reciente, para poder proyectarlo hacia un futuro más que incierto. O sea tener en cuenta de hecho el período histórico que va desde fines de los 90, pasando por el 2000 –crisis incluida-, hasta nuestros días, con el consecuente fin de “un relato” cada vez más inverosímil e increíble.

La pornografía del cyborg

La otra cara de Victoria

 

“Durante la penetración, la mujer debe mantenerse lo más rígida posible. El movimiento corporal podría ser interpretado como un signo de excitación por parte del optimista esposo.”[1] Así aleccionaba la sociedad victoriana a las esposas. Los varones eran aterrorizados desde el siglo XVII con los efectos nocivos de la masturbación: “Era considerada un derroche que enfermaba, estaba severamente perseguida. En este sentido el combate contra la masturbación fue uno de los principales esfuerzos en la guerra librada por asegurar la correcta y medida privacidad (…) ya que la vida privada debía mantener las apariencias que la burguesía capitalista, en su primera época, dictaba para la vida pública. Ambos mundos necesariamente tenían que coincidir.[2] Era consecuencia de la unión de capitalismo y calvinismo, que glorificaba el trabajo, la austeridad y el enriquecimiento personal como los caminos para ganar la eternidad. Así producción económica y salvación religiosa se combinaban para la transformación de Inglaterra.

Orgía de consumo. Pornografía, pospornografía y consumismo

¿A qué nos referimos cuando hablamos de pornografía o decimos que algo es pornográfico?

Éste es uno de esos términos o “conceptos” que hablan más del sujeto clasificador que de los objetos o sujetos que son clasificados. En este sentido la socióloga Raquel Osborne señala que existen tantas definiciones de pornografía como personas deseen proponer una, de este modo “se habla de obscenidad, erotismo, pornografía o indecencia para referirse a las mismas cosas, dependiendo de quién use estos términos." Algunas definiciones apuntan al contenido del material: toda representación - texto, imagen- de sexo explícito no simulado, destinada a ser consumida por el público. Otras más en términos funcionales: el material que apunta a estimular la fantasía con el fin de provocar reacciones corporales y emocionales de placer sexual. Hasta llegar a afirmaciones que develan el carácter polisémico y moralizante del término como la del escritor francés Alain Robbe-Grillet: “la pornografía es el erotismo de los otros”. El intento de distinguir entre “erotismo” y “pornografía” ha sido una tarea controvertida a lo largo de la historia del cine. Dependiendo del censor o el ente calificador, determinado film ha sido permitido, prohibido, censurado o calificado como “X” o “condicionado”. ¿Las películas “El imperio de los sentidos” (Nagisa Oshima), “Calígula” (Tinto Bras) y “Emanuelle” (Just Jaeckin) son eróticas o pornográficas? Hacerse esta pregunta en la actualidad puede llevarnos a una respuesta obvia; pero ¿qué habrían respondido distintos sectores sociales en la década del 70, cuando fueron estrenadas? Sin dudas, la respuesta nos lleva a darle crédito a la irónica frase que postula que la pornografía de hoy no es más que el erotismo de mañana.

Agroquímicos y Salud Infantil en la Argentina de hoy

La salud colectiva, en el sistema capitalista en el que vivimos, es una mercancía más. La salud pierde el lugar central que tiene para la vida, ya que en el mercado de los intercambios se protegen los negocios privados de los poderosos, aunque esté en juego la vida de la población.

La comida en el cine

Una selección de cine y comida para gozar y saborear

A Alfredo Caeiro, cocinero oficial de Topía

La entrada

El cine, suma de todas las artes cuyo resultado es más que la suma de sus partes, arte Wagneriano por excelencia, además incorpora desde sus orígenes innumerables gestos culinarios. Tanto la comida como el arte cinematográfico, son hechos culturales y creativos. Dos vehículos más que eficaces de comunicación masiva, o de manipulación política: Pan y Circo.

Infancias Digitales: Apuntes para la historia de la infancia

Introducción

Con la intención de observar algunos aspectos de la actual niñez digital, la nacida dentro de la sociedad del espectáculo, bucearemos en la historia de la infancia. En leyendas, mitos, religión y relatos históricos podemos ver cómo los niños fueron realzados o ignorados en diversos períodos históricos. Nos servirán para comprender lo que promueve la sociedad del espectáculo, ver cómo el entramado de entretenimiento, por vía de la imagen, y el control social va modificando lo que entendemos por infancia.

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