En 1900, siguiendo un modelo neurofisiológico, Freud comienza a trabajar con los sueños y los define como un acto psíquico de pleno derecho. Cumplimiento (disfrazado) de un deseo inaceptable (sofocado por la represión), es un compromiso entablado entre estos deseos y el de dormir, en el trabajo del sueño, encargado de transformar materiales previos. (Freud, 1986, vol. IV ) El trabajo del sueño es el proceso de formación del mismo.
En 1920, en Más allá del principio del placer, introduce una excepción a la teoría del cumplimiento de deseo con las neurosis traumáticas. La pesadilla (postraumática) constituye una categoría especial de sueños: más que un uno verdadero, es memoria cargada de afecto, temor al daño proveniente del mundo externo.
José tiene 45 años: “Lo consulto porque hace dos meses mi hijo -Sebastián- de 16 años me contó que es gay y desde ese momento no puedo pensar en otra cosa y tampoco sé cómo ayudarlo.” Sebastián es su único hijo. José cuenta que se separó de Paula -la madre de aquél- cuando estaba comenzando la escuela primaria. Agrega que lo estuvo hablando con Beatriz -con quien está en pareja desde hace seis años- “Bea tiene un primo gay así que es bastante abierta con el tema... charlamos mucho con ella, pero por más que racionalmente entienda que es la elección de mi hijo, no me lo puedo sacar de la cabeza. Pienso todo el tiempo en eso, no puedo pensar en otra cosa.”
Durante los últimos años han aparecido más frecuentemente este tipo de consultas donde un padre o una madre acude a la entrevista a cuestionar su propia dificultad en aceptar a su hijo gay o hija lesbiana que a plantear querer cambiarlo/a
En la vida, para progresar necesitamos duelar un sinfín de circunstancias. Es cierto que, del mismo modo que lo hacen las situaciones estancadas, los vertiginosos cambios nos empujan a encarar uno que otro duelo. Porque las variaciones del contexto siempre conllevan algún replanteo o crisis personal. Entonces, en más de una oportunidad la vivencia es extrema. Y sentimos “morir un poco”, como si perdiéramos definitivamente referencias o algún remanente de añeja inocencia. En un capítulo específico titulado “La muerte”, me referí a tales peripecias (Billiet, 2011).
La finalización del tratamiento en un grupo terapéutico (abierto) de uno de sus integrantes, nos remite inmediatamente a la elaboración de la separación/duelo no sólo de quien concluye -como sucede en los análisis individuales- sino de quienes continúan. Si bien el tema del duelo se va planteando y trabajando en ocasión de eventuales abandonos a lo largo del proceso, el alta de uno o varios integrantes permite un abordaje más sistemático.
No es fácil ocuparse de un tema que ataca los límites de la razón. Que hace tartamudear a las teorías. Nos deja mudos. Los significados tambalean…No es fácil encontrar espacios abiertos a estos temas. Momentos, lugares, instituciones… Quizás estas últimas consideraciones,me hacen sentir más fuertemente la necesidad de escribir. Me he preguntado infinitas veces, si valdrá la pena re-volverdeterminadas vivencias en el fondo del alma. Sies verdad, que habrá alguien con ganas de escuchar, de saber. De que algo sea abierto. Si llegará a otros. Hubo momentos en que creí que no, que mejor no contaba nada, que seguía así con aquello guardado,ymirando las estrellas como hasta ahora.
Introducción
La mediana edad es una etapa de la vida que viene a marcar la adultez, la finalización de la juventud y conlleva en si una serie de duelos y reestructuraciones psíquicas, así como el adolescente debe pasar por ciertos duelos a nivel corporal, al perder su cuerpo infantil y tener que vérselas con su nuevo cuerpo sexuado, mas grande, con mas bello, un cuerpo que nada tiene que ver con el cuerpo de la infancia, en la edad mediana uno también debe pasar por un duelo del cuerpo, el cuerpo pasa a ser otro que el de la juventud, un cuerpo que muchas veces no es aceptado por su portador.
Este tema es muy delicado, porque en nuestra cultura occidental es temido y negado. La muerte es considerada sólo un accidente inesperado que es necesario ocultar. Pero sin embargo es la que condiciona toda la vida, la creatividad, el arte, todo lo que hace soportable la circunstancia ineludible de la finitud.
Corría el año 79 el equipo de psicología del CAMI (Consejo Argentino de Mujeres Israelitas) recibió de la comisión directiva de la institución la propuesta de realizar una serie de talleres sobre el amor en el club Edad de Plata -a la sazón el sector de la institución que agrupaba a los adultos de la tercera edad. Las razones: “Hay dificultades con las personas que se ponen en pareja dentro del club. Se dan situaciones de reprobación y censura, los que se animan a esas relaciones suelen sentir sentimientos de culpa y exclusión. Se han constituido dos bandos: los que tienen parejas que se forman dentro del club -son los menos- y los que no. Estas últimas, son viudas que hacen un frente común ante estas parejas”.
Publicado en Clepios, una revista de residentes de Salud Mental, Número 28, Junio 2002.
La historia es implacable. Lo no elaborado siempre retorna. Las cuentas pendientes de una sociedad no pueden olvidarse. Es necesario enfrentar los duelos. Nunca faltan ocasiones para hacerlo. Lo encontramos a la vuelta de página de cualquier revista.
“Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que ya no verá más su rostro cuyo nombre recuerda. Nadie piensa nunca que nadie vaya a morir en el momento más inadecuado a pesar de que eso sucede todo el tiempo, y creemos que nadie que no esté previsto habrá de morir junto a nosotros” (1)
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra