La conferencia de Noam Chomsky en la reunión del Centro Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), en La Habana, inevitablemente evocó la obra de Herbert Marcuse, sobre todo aquélla en que analiza críticamente la situación de la "sociedad industrial avanzada" (One Dimensional Man) en los años sesenta del siglo pasado. Creo de gran interés pasar revista comparativa a ciertos elementos de sus teorías, para encontrar analogías y diferencias relevantes para nuestro tiempo.
La crisis social, económica y política produce en la subjetividad diversos efectos, entre ellos, incertidumbre con relación a la dificultad de establecer nuevos horizontes en relación al rumbo del país.
“Incertidumbre que abarca todos los aspectos de la vida y en la que está inmerso el conjunto de la sociedad. Esta vivencia de incertidumbre con relación al futuro inmediato y mediato nos habita permanentemente y es producto de una adecuada evaluación de la realidad.”
Para comprender la real dimensión antropológica de la fiesta, y el lugar que ocupa ésta en nuestros días, como así también reflexionar sobre qué significa, que en estos casi treinta años, todavía no haya sido derogado el decreto de 1976, por el cual la genocida dictadura militar sacó el carnaval (“la fiesta popular por excelencia”) del “almanaque de los argentinos”, es necesario rastrear algunas consideraciones previas y esenciales sobre la misma. Desde las fiestas herméticas y misteriosas de la antigüedad, pasando por las populares, cómico-grotescas e irreverentes de la Edad Media y el Renacimiento, a las “no tan festivas” modernas y actuales; recreadas y registradas a lo largo de la historia de la pintura y el cine, el más masivo y popular de todas las artes.
“Es también lo que se llama la subjetividad, que se nos echa en cara bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir con esto sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa? Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir.
En un trabajo anterior observamos que la poesía se leía muy poco pero su poder simbólico es tan alto que esa condición no mellaba su importancia esencial. Habiamos argumentado que igual que la enfermedad mental da sentido a la cordura, la poesía sostiene los ideales utópicos de una sociedad. Ambas se mantienen en el borde y en el centro porque fieles a aquella primer alarma de Platon en “La República” , cultura y sensatez se miran siempre en el espejo de poesía y enfermedad.
Como tantos otros términos de uso muy frecuente, el de subjetividad tiene tal amplitud como escasa precisión, tal como lo demuestra una somera revisión a diccionarios en general y especializados de distintas disciplinas en particular.
El fenómeno social del hambre esta más que instalado en la Argentina. Junto a ello, la vivencia del genocidio provocado en Iraq, las imágenes que seguimos presenciando, y el proyecto de crear un nuevo orden mundial basado en esa violencia prepotente y devastadora, tienen un efecto sobre nuestro siquismo que suma incertidumbre, angustia, desorganización del pensamiento y disgregación social. Todos sabemos bien el modo en que ello genera situaciones sicosociales, donde el consumo de sustancias sicoactivas aparece como un modo de paliar tantos sentimientos insoportables.
Cuando la invasión a Irak aún prometía ser un paseo patriótico con flores y banderitas ante el paso de los tanques y alguno que otro “daño colateral” sin importancia, en el programa Periodistas, un apasionado defensor del “American way” proclamaba los riesgos de las terribles armas de Hussein y el derecho norteamericano a defender la seguridad y la libertad de todos. El personaje, inconfundible, era el comentarista de política nacional e internacional Carlos Escudé, contingentemente argentino, aunque, titularía Oliver Stone, norteamericano por naturaleza.
Desde la dictadura militar del 76 se profundizó en la Argentina un modelo económico que provocó la acentuación de las diferencias sociales, con aumento de la miseria y gran pauperización de la clase media.
En mayo del 2002 vinieron a consulta al Patrocinio Jurídico de la Facultad de Derecho (UBA) -Comisión Especial de Derechos Humanos- coordinada por el Centro de Investigaciones Sociales y Asesorías Legales Populares (CISALP), dos mujeres jóvenes, G. y B.. A raíz de dicha consulta, decimos abordar el tema.
Las señales que podemos encontrar en la calle del padecimiento subjetivo son numerosas. Lo que denominamos el exceso de realidad produce monstruos en una subjetividad, construida en la fragmentación y vulnerabilidad de las relaciones sociales. Este se manifiesta en diferentes indicadores sociales: violencia urbana, violencia familiar, aumento de la cantidad de suicidios, soledad, indiferencia hacia el prójimo, etc.
Hace casi 250 años Rousseau dio a entender que cuando la humanidad se alejó de su hábitat natural, se convirtió en un producto social. Marx y Engels estudiaron el surgimiento y evolución de las primitivas sociedades como un proceso, partiendo de la necesidad de protegerse y sobrevivir. A la vez el humano produce cultura y es producido por ella como ser social.
Pero a veces rompe el espejo y descubre no sólo la realidad que está detrás del reflejo, también a otros que no son como él pero que, como él, han roto sus respectivos espejos.(Subcomandante Insurgente Marcos. 2000)
¿Por qué escribir sobre trabajadores que toman fábricas en la Argentina? ¿No es acaso una de las tantas luchas con que los pueblos responden a la crueldad.?
Éste es un país pródigo en historias de resistencia, ésta es una mas, aunque particular.
La pregunta acerca de la razón del movimiento rectilíneo y constante planteada por Aristóteles fue invertida, luego de 20 siglos, por el genio de Newton: lo que requería explicación no era el origen de ese movimiento sino su desviación o su detención. Y la Ley de Gravedad fue la respuesta a esta original pregunta. Algo parecido sucede con los planteos freudianos. Quisiera referirme -en relación a la crueldad- a tres de esos interrogantes originales.
¿Qué quiso decir Borges cuando puso como título, “Historia Universal de la Infamia, al conjunto de viñetas caracteropáticas que había venido publicando? Quiero decir, ¿qué puso en la palabra infamia? Metaforizó, sin duda, porque en realidad el alcance directo de esta palabra es limitado: indica sólo una situación negativa, ni siquiera una cualidad, la carencia de fama, y de ahí el desprecio de que es objeto quien, a los ojos de otros, es así reconocido, y por eso desconocido, como un carente.
Es enorme la riqueza de los procesos sociales argentinos que tienen como punto culminante el 19 y 20 de diciembre de 2001. Los balances de la acción y el pensamiento crítico que la sustente ayudaran a poner en cuestión la tentación de andar este presente “como con ingenuidad” al decir de S. Freud.
En el mundo contemporáneo se ha impuesto el paradigma según el cual los determinismos actúan de manera holo-sistémica y simultáneamente dispersa y puntual, según causalidades aleatorias, heterogenéticas, transversales y a distancia, sin conmensurabilidad dimensional entre causas y efectos, de modo único e irrepetible, etc. Tales sorprendentes peculiaridades, si bien no descartan, secundizan las causaciones regulares necesarias, y reducen su ya limitada capacidad de pronosticar los “futuribles”, aun cuando estos sean enunciados en varios “escenarios” apenas probabilísticamente posibles.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra