Nancy de 14 años, ingresa al hospital pediátrico por el servicio de guardia, es traída por su madre, quien refiere que la niña presenta conductas autolíticas, autolesiones en miembros superiores e ideación suicida. Es evaluada por el servicio de salud mental, que por riesgo indican su internación en la unidad para control clínico y tratamiento.
La época propone recetas para la felicidad y paradojalmente provoca más estados depresivos
Escucho por primera vez sobre un joven a quien llamaré Franco a través del llamado de una psicóloga de uno de los Patronatos de Liberados. La Lic. P. se comunica conmigo manifestando preocupación por un joven de 18 años que tiene una causa por robo, varios antecedentes de peleas callejeras y consumo adictivo de sustancias: alcohol, y posiblemente cocaína y marihuana. La profesional manifiesta no saber qué hacer, pues el joven habría comenzado varios tratamientos por su adicción a lo largo de su adolescencia y rápidamente abandonado. El último fue una internación en una comunidad terapéutica de la que se escapó ya que no aceptaba las normas de la misma. Manifiesta que Franco tiene buen rapport con ella y que le da pena también por su familia a quienes ve desesperados y sin saber qué hacer.
Evalúo que Franco no considera su adicción un problema y que solo concurre como requisito para “sacarse de encima la causa” y “hacer tiempo” hasta conseguir un lugar donde vivir
Aunque la atención a distancia para todos los problemas médicos ha sido un tema permanente en la salud pública, su implementación ha sido difícil, especialmente en los países menos desarrollados. Más difícil aún en el caso del psicoanálisis ligado por tradición a la práctica privada de tipo presencial, a pesar de lo cual un cierto número de colegas tenían incorporada ese tipo de práctica desde tiempo atrás, generada principalmente por el traslado de pacientes a otros países donde querían continuar su atención con el mismo terapeuta con el mismo cambio de formato que utilizaban con sus familiares y amigos, así como aquellos latinoamericanos emigrados a otros países que querían atenderse en su idioma materno. Pero la conjunción de una mejoría tecnológica en las plataformas cibernéticas y una imposibilidad de continuar la atención presencial en la pandemia de coronavirus rompió las dificultades reales y, sobre todo, las resistencias subjetivas a abordar este desafío por parte de profesionales y usuarios. En esas nuevas condiciones sanitarias tuvimos que enfrentar ese cambio de un momento a otro, quisiéramos o no, y era particularmente factible en el área de la psiquiatría y la psicoterapia dada la poca o nula frecuencia de la necesidad de una exploración física, imprescindible en otras áreas de la práctica médica o de otras profesiones.
¿Qué quedó después de la pandemia? Mucho, en el caso de la ciudad de México tan extensa y poblada resolvió problemas de transporte y tiempo a muchas personas. En mi práctica privada la mayor parte de los pacientes individuales se quedaron en el formato a distancia
Vivo y trabajo en una ciudad de 80.000 habitantes en el interior de Francia. Es una zona bastante rica. Me parece necesario precisarlo porque las situaciones de pandemia han sido diversas en función de los países, pero también en función de los lugares… urbanos o rurales, ciudades grandes o pequeñas, regiones más o menos privilegiadas económicamente.
La pandemia nos lega una herramienta de trabajo (la atención virtual) que ciertamente no es neutra, que tiene sus límites, peligros y dificultades. Pero que también nos ofrece la posibilidad de acceder a lugares, personas o situaciones inaccesibles de otro modo
Primera: “La pandemia me afectó mal, me analicé muchos años y he ido tratando de pilotear mi locura, pero la angustia me gana, ahora me la empecé a agarrar con el cuerpo… Es que de un día para el otro me quedé sin trabajo. El otro día me dio un ataque con mi marido y le tiré la ropa afuera de casa porque miraba el celular mientras tomábamos café.”
Segunda: “Por primera vez en mi vida voy a pasar las Pascuas sola, la incertidumbre me mata… ¿y si me contagio y me muero? La muerte por covid es en soledad. Y si no los veo más a mis nietos… ¿Cuándo voy a volver a tener un abrazo? Estoy muy angustiada… quiero escapar de mí misma…”
(La crisis de angustia) es un modo particular de presentación de la angustia como estallido, indicando un dolor psíquico que no logra aún transformarse en sufrimiento
La enfermedad causada por SARS-COV-2 afecta desde 2019 a todo el planeta y genera estrés en múltiples ámbitos que influyen en la salud mental. El virus es una amenaza real, con frecuencia amplificada por cierta prensa y enfoques políticos que buscan réditos de modo espurio, así como por falacias que -mezcladas con verdades- se replican en las redes sociales agregando al tema notas agobiantes y sesgos de negatividad.
Las sensaciones de incertidumbre, temor, desconcierto, extrañeza e incapacidad para controlar el entorno son inevitables y confluyen en angustia. Esta compleja emoción conlleva expresiones y repercusiones psíquicas y orgánicas
Dos años después de comenzada la pandemia, en medio de una tercera ola y sin que se avizore aun un final -si es que éste llegara alguna vez a producirse- me parece interesante ponernos a pensar que pasó entre nosotros, analistas, cuál viene siendo el resultado de nuestro pasaje por la tempestad.
Tenemos el desafío de la contemporaneidad de la experiencia, del barro común en el que estamos metidos, obligados a hacer y pensar en lo que hacemos al mismo tiempo, mientras tratamos de sobrevivir al desastre e intervenir en el sufrimiento que nos acecha desde nuestras propias vidas y las de ellos, quizás como nunca antes.
¿Cómo pensar las crisis de angustia? La crisis también es un impasse. Hay algo que era de determinada forma y ya no lo es. Algo se destituye y -en el mejor de los casos- algo nuevo podría fundarse
Este trabajo intenta acercar algunas reflexiones sobre posibles abordajes de las manifestaciones del sufrimiento psíquico autoinflijido, en la clínica de pacientes con predominio de funcionamiento neurótico.
Freud instaura una innovadora conceptualización en Más allá del Principio del Placer al introducir la dualidad pulsional: pulsiones de vida y pulsiones de muerte. Así, el concepto de pulsión de muerte, va coronando el edificio metapsicológico freudiano. El texto es una conjunción original que intenta ubicar, lo que de una manera general se suele llamar lo “negativo”2 (destrucción, sadomasoquismo, odio, distintos modos de desinvestiduras), del lado de la llamada pulsiones de muerte. En el mismo se destaca también el vínculo estrecho entre estas últimas y el fenómeno de la compulsión a la repetición.
Conjeturamos un lugar estructural en la subjetividad para el sufrimiento autoinfligido, (masoquismo y sadismo contra uno mismo). Éste sería expresión de un estado infantil originario donde pasividad y masoquismo son sincrónicos
He decicido contar este caso en el que estoy involucrado y que aun está en pleno desarrollo.
Tiene características de la situación actual. La pandemia infuencia nuestras vidas en lo cotidiano e inevitablemente también nuestra práctica como psicoanalistas y psicoterapeutas.
Como está tan “cerca” me cuesta camuflar lo necesario para que no sea reconocible, aprovecho que estoy en Suiza para esta publicación.
Cuando hablamos por teléfono, la médica amiga me confió que el “caso” no era fácil de entender. Ella había controlado todo lo posible, sin encontrar un diagnóstico. Físicamente Felipe está sano. Los padres quisieron presentarlo al hospital univeritario, estaba allí internado, pero tampoco allí se encontró una causa somática.
Cuando hablamos por teléfono la médica amiga me confió que el “caso” no era fácil de entender. Ella había controlado todo lo posible, sin encontrar un diagnóstico
La población joven que nos interesa tomar para pensar las crisis subjetivas durante la pandemia es una que se suele encontrar en el centro de las prácticas públicas, pero en los márgenes de sus conceptualizaciones: se trata de aquella que ha sufrido formas sostenidas de desamparo psíquico y social, cuyos efectos se relacionan a las actuaciones compulsivas, la ruptura de lazos y que, además, se encuentra estigmatizada mediante formas de subjetivación que hacen a figuras de peligrosidad y exclusión.
Una ganancia de la palabra juventud como diferenciación respecto de adolescencia tiene que ver con que los desarrollos en torno al proceso adolescente no dejan de basarse en la práctica clínica de consultorio con jóvenes de clase media o media alta en sociedades moderno-occidentales
Allá bien al norte, en el llamado Chaco Austral y casi integrado en El Impenetrable, un pueblo guapea para abrirse camino en el bosque chaqueño a golpe de hacha. Hacheros argentinos que tienen como fuente de trabajo la tala del quebracho y el mantenimiento de esos montes. Fueron sus primeros pobladores que venían del sur de Santiago del Estero los que, al ver cenizas y restos calcinados de troncos carbonizados, lo llamaron en quechua “sacha rupaj” - Montequemante, Montecaliente.
Montequemado tiene una población de más de 30.000 habitantes.
No existe el agua potable (el agua que toma la población contiene un índice altísimo de arsénico), ni red cloacal. Es una ciudad con altos niveles de pobreza y necesidades básicas insatisfechas
Observo a la familia M. a través de la pantalla. Les ha costado mucho acomodarse espacialmente para la sesión vía zoom. Los hermanos buscan su lugar a codazos (literalmente). Los padres tratan de mediar, pero los tres adolescentes rechazan vivamente cada uno de sus intentos.
Julieta: (madre) Tenemos que hablar del tema de la colaboración. Juan y yo trabajamos desde que empezó la pandemia todo el día en casa y no damos abasto con lo que hay que hacer. Cuando pedimos ayuda, Axel protesta, pero finalmente hace, pero Lola y Mauro se enojan, protestan y todo termina a los gritos.
El sentimiento de desamparo y vulnerabilidad frente a tal pérdida de apuntalamientos desde lo social potenció en muchos vínculos “estados de irritación” esa especie de escozor que nos produce la antipática e insoportable alteridad del otro
El Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud de Argentina (SNVS) registra una tendencia general de un sostenido crecimiento de las infecciones de transmisión sexual en consonancia con los datos de la Organización Mundial de la Salud. Por tomar un ejemplo, las tasas de sífilis en toda la población argentina han aumentado en forma sostenida durante los últimos cinco años, alcanzando una tasa de 56,1 casos cada 100.000 habitantes en todo el país en 2019. Este valor es dos veces y media mayor al registrado en 2015. Adolescentes y jóvenes son quienes presentan las tasas más altas en ambos géneros. La incidencia en el grupo de 15 a 24 años es casi el triple de la tasa en la población general: 153,57 casos cada 100.000 habitantes.
Si bien hemos escuchado eslóganes y latiguillos como “el deseo no se previene” para desacreditar toda práctica preventiva, muchxs analistas intervenimos cuando percibimos un “plus” de riesgo
La pandemia que nos atraviesa hizo entrar en crisis a pacientes, analistas y los tratamientos clínicos. La continuación a través de pantallas dio lugar a algunos debates sobre la pertinencia de su uso. Muchos llegan al puerto dilemático entre tecnofóbicos y tecnofílicos. Algunos descreen que algo del psicoanálisis pueda suceder sin el encuentro presencial y otros afirman que se continuó el análisis por otro medio, en una suerte de pontificación sobre un inconsciente que no conoce frontera alguna.
Los forzados tratamientos a distancia muestran una crisis que atraviesa a analistas y pacientes
Contadas con los dedos de una mano, podríamos pensar cuáles han sido las situaciones en que la experiencia analítica, quedó atravesada en su totalidad -analistas y pacientes-, por circunstancias de una coyuntura omnipresente.
Freud, algún caso clínico relatado por Winnicott en el contexto de la guerra (bombardeo de Londres); y en un salto sin escalas para una referencia local, Argentina de fines 2001/2002 son algunas de ellas.
Podríamos pensar en esas situaciones para asemejarlas con el momento actual. Todas y todos intervenidos por una situación que por magnitud y alcance nos enfrenta a un esfuerzo de pensamiento y análisis muy singular.
Nos encontramos de forma repentina con una importante cantidad de novedosa información de los pacientes: acceso a la intimidad de su casa, muchas veces la presencia y o la presentación de hijos y otros familiares que aparecen
Tener que quedarnos en casa por cierto periodo de tiempo puede hacernos sentir afortunados. Un tiempo para desconectarnos de los deberes cotidianos y disfrutar del ocio y la soledad que abren ese espacio necesario para “estar en barbecho”2, ese limbo sin presiones tan fértil para la creatividad. O también la oportunidad para el encuentro o re-encuentro amoroso en parejas con cierta estabilidad en las que esos tiempos resultan escasos o esquivos. Si bien he tenido la oportunidad de escuchar a algunas personas que han transcurrido los días de aislamiento social preventivo y obligatorio en esta clave, muchas personas, en especial adolescentes, lo han vivido como una imposición insoportable y han tenido que crear diversas estrategias para hacer frente a esta situación no esperada, ni querida y que se fue prologando a lo largo del tiempo, con los consiguientes efectos traumáticos. La ilusión claustrofílica3 de muchos adolescentes si bien en un primer momento se afianzó, devino en claustrofobia, se produjo un divorcio en el maridaje casi perfecto con su Smartphone, el encierro obligado comenzó a provocar sus efectos en la subjetividad. También en muchas parejas que tuvieron que convivir bajo el mismo techo durante veinticuatro horas diarias vienen produciéndose crisis cuando no, separaciones.
¿Cómo ha transcurrido el aislamiento preventivo a causa de la pandemia de adolescentes y jóvenes que no cumplen con los cánones de la cis-heteronormatividad?
Miguel Matrajt es un psicoanalista argentino que se formó en la Asociación Psicoanalítica Argentina. Fue integrante de Plataforma y renunció a la APA en noviembre de 1971. También fue Secretario General de la Federación Argentina de Psiquiatras. Tuvo que exiliarse en México donde fue Director fundador de la revista Subjetividad y Cultura. Además de su tarea clínica, se especializó en cuestiones sobre la Salud Mental y el Trabajo. Entre sus libros se destacan Salud mental y trabajo (1986) y La salud mental pública (1992).
La narrativa de las dolencias sonaba como a un jardín elegante que pretendiera disfrazar un cercano bosque indomable. Palabras sin sentimientos son sólo carne de silencio… Pero los psicoanalistas también escuchamos con nuestro cuerpo
Siempre decimos que hay muchas adolescencias. No es lo mismo fortalecer lazos con el afuera familiar para ir soltándose de los adultos que fueron y siguen siendo referentes de seguridad y amparo, que “desprenderse” cuando no hubo adultos que tuvieran mínimas condiciones de amparo para poder alojarlos, ya que se trataría de desprenderse de quienes muchas veces no posibilitaron “prenderse”. Las desigualdades pegan fuerte porque condicionan desde el primer momento de la vida. Es difícil para ese adulto ser sostenedor/a en lo emocional cuando no se siente sostenido/a desde lo social con condiciones dignas de existencia.
¿Qué soportes esenciales necesita un o una adolescente para realizar sus trabajos psíquicos? ¿Pueden éstos permanecer en espera?
La neurosis obsesiva es una religión particular, y la religión una neurosis obsesiva universal, distinguió Freud (demostrando otra vez que toda psicología individual es también social).
Ambas se basan en ceremoniales. En la religión, en cada religión se les adjudica un sentido. En cambio, al neurótico obsesivo esos ceremoniales se le presentan sin sentido, aunque es incapaz de abandonarlos, pues cualquier desvío respecto del ceremonial se castiga con una insoportable angustia que enseguida fuerza a reparar lo omitido. Freud agrega que puede describirse el ejercicio de un ceremonial obsesivo como si obedeciera a una serie de leyes no escritas.
Se escucha a epidemiólogos e infectólogos como si fueran sacerdotes que nos permiten y proponen a todos una serie de rituales que hay que cumplir a rajatabla. Para los no obsesivos se les vuelve una tarea pesada, opresiva e inevitable
La familia de Axel estaba particularmente preocupada cuando se declaró la cuarentena, ya que la convivencia con el niño solía ser insoportable aún en condiciones normales. Decían “es un chico imposible”.
Un año y medio atrás, cuando tenía 9 años, la escuela a la que concurrió desde jardín maternal, sugirió un cambio de institución debido a los permanentes conflictos con sus maestros y pares.
No era fácil alojar a estos padres, en cuyo discurso aparecía un “no niño” de 9 años, maleducado y despótico, que parecía no tenerle miedo a nada
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra