Topía en la Clínica | Page 2 | Topía

Top Menu

Topía en la Clínica

Tiempos Pandémicos: Tratamientos a distancia. Psicoanálisis, Psicoanalistas y pacientes adolescentes

Contadas con los dedos de una mano, podríamos pensar cuáles han sido las situaciones en que la experiencia analítica, quedó atravesada en su totalidad -analistas y pacientes-, por circunstancias de una coyuntura omnipresente.

Freud, algún caso clínico relatado por Winnicott en el contexto de la guerra (bombardeo de Londres); y en un salto sin escalas para una referencia local, Argentina de fines 2001/2002 son algunas de ellas.

Podríamos pensar en esas situaciones para asemejarlas con el momento actual. Todas y todos intervenidos por una situación que por magnitud y alcance nos enfrenta a un esfuerzo de pensamiento y análisis muy singular.

Nos encontramos de forma repentina con una importante cantidad de novedosa información de los pacientes: acceso a la intimidad de su casa, muchas veces la presencia y o la presentación de hijos y otros familiares que aparecen

Sobre confinamientos y placares. Diversidad sexual y pandemia

Las crisis en los tratamientos

Tener que quedarnos en casa por cierto periodo de tiempo puede hacernos sentir afortunados. Un tiempo para desconectarnos de los deberes cotidianos y disfrutar del ocio y la soledad que abren ese espacio necesario para “estar en barbecho”2, ese limbo sin presiones tan fértil para la creatividad. O también la oportunidad para el encuentro o re-encuentro amoroso en parejas con cierta estabilidad en las que esos tiempos resultan escasos o esquivos. Si bien he tenido la oportunidad de escuchar a algunas personas que han transcurrido los días de aislamiento social preventivo y obligatorio en esta clave, muchas personas, en especial adolescentes, lo han vivido como una imposición insoportable y han tenido que crear diversas estrategias para hacer frente a esta situación no esperada, ni querida y que se fue prologando a lo largo del tiempo, con los consiguientes efectos traumáticos. La ilusión claustrofílica3 de muchos adolescentes si bien en un primer momento se afianzó, devino en claustrofobia, se produjo un divorcio en el maridaje casi perfecto con su Smartphone, el encierro obligado comenzó a provocar sus efectos en la subjetividad. También en muchas parejas que tuvieron que convivir bajo el mismo techo durante veinticuatro horas diarias vienen produciéndose crisis cuando no, separaciones.

¿Cómo ha transcurrido el aislamiento preventivo a causa de la pandemia de adolescentes y jóvenes que no cumplen con los cánones de la cis-heteronormatividad?

Amanda

Miguel Matrajt es un psicoanalista argentino que se formó en la Asociación Psicoanalítica Argentina. Fue integrante de Plataforma y renunció a la APA en noviembre de 1971. También fue Secretario General de la Federación Argentina de Psiquiatras. Tuvo que exiliarse en México donde fue Director fundador de la revista Subjetividad y Cultura. Además de su tarea clínica, se especializó en cuestiones sobre la Salud Mental y el Trabajo. Entre sus libros se destacan Salud mental y trabajo (1986) y La salud mental pública (1992).

La narrativa de las dolencias sonaba como a un jardín elegante que pretendiera disfrazar un cercano bosque indomable. Palabras sin sentimientos son sólo carne de silencio… Pero los psicoanalistas también escuchamos con nuestro cuerpo

Vicisitudes de una terapeuta de adolescentes en cuarentena

Siempre decimos que hay muchas adolescencias. No es lo mismo fortalecer lazos con el afuera familiar para ir soltándose de los adultos que fueron y siguen siendo referentes de seguridad y amparo, que “desprenderse” cuando no hubo adultos que tuvieran mínimas condiciones de amparo para poder alojarlos, ya que se trataría de desprenderse de quienes muchas veces no posibilitaron “prenderse”. Las desigualdades pegan fuerte porque condicionan desde el primer momento de la vida. Es difícil para ese adulto ser sostenedor/a en lo emocional cuando no se siente sostenido/a desde lo social con condiciones dignas de existencia.

¿Qué soportes esenciales necesita un o una adolescente para realizar sus trabajos psíquicos? ¿Pueden éstos permanecer en espera?

La coartada o la condena

La neurosis obsesiva es una religión particular, y la religión una neurosis obsesiva universal, distinguió Freud (demostrando otra vez que toda psicología individual es también social).

Ambas se basan en ceremoniales. En la religión, en cada religión se les adjudica un sentido. En cambio, al neurótico obsesivo esos ceremoniales se le presentan sin sentido, aunque es incapaz de abandonarlos, pues cualquier desvío respecto del ceremonial se castiga con una insoportable angustia que enseguida fuerza a reparar lo omitido. Freud agrega que puede describirse el ejercicio de un ceremonial obsesivo como si obedeciera a una serie de leyes no escritas.

Se escucha a epidemiólogos e infectólogos como si fueran sacerdotes que nos permiten y proponen a todos una serie de rituales que hay que cumplir a rajatabla. Para los no obsesivos se les vuelve una tarea pesada, opresiva e inevitable

Un “buen” miedo en cuarentena

La familia de Axel estaba particularmente preocupada cuando se declaró la cuarentena, ya que la convivencia con el niño solía ser insoportable aún en condiciones normales. Decían “es un chico imposible”.

Un año y medio atrás, cuando tenía 9 años, la escuela a la que concurrió desde jardín maternal, sugirió un cambio de institución debido a los permanentes conflictos con sus maestros y pares.

​No era fácil alojar a estos padres, en cuyo discurso aparecía un “no niño” de 9 años, maleducado y despótico, que parecía no tenerle miedo a nada

Trastornos de la personalidad. Reflexiones y una viñeta

En la aproximación a los trastornos de personalidad, las perspectivas categoriales conllevan escaso ajuste entre prototipos y pacientes reales, superponen criterios, tienen baja fiabilidad y son poco útiles para diseñar la terapéutica.

Progresivamente se usan más las dimensionales. Permiten definir a un individuo en función de su combinación de rasgos y no de descripciones rígidas, objetivan la continuidad entre trastorno y normalidad, son más acordes a la complejidad clínica y consideran el contexto sociocultural. En esencia, dan cuenta de la realidad con más lógica que las categoriales -que todavía priman- y orientan hacia intervenciones individualizadas con sustento teórico sólido. Coinciden con los postulados de las psicoterapias y flexibilizan el enfoque clínico: importan más la persona y el funcionamiento mental en conjunto -evaluando vulnerabilidades y potencialidades- que el diagnóstico, por contraposición a las clasificaciones rígidas que describen/definen el fenómeno sin profundizar.

Hay cientos de psicoterapias efectivas y se sostiene que lo operativo es el “vínculo”; sin embargo nadie sabe con precisión qué se entiende por tal

Clínica de las perturbaciones del carácter

En la comunidad psicoanalítica tenemos un problema que no ha adquirido todavía suficiente visibilidad. Es una situación paradójica. Por un lado, las perturbaciones del carácter son reconocidas por todos como uno de los problemas que en la clínica nos plantea las mayores dificultades y por otro lado nos encontramos, luego de más de cien años de desarrollo de nuestro campo de conocimientos, con que ellas han sido escasamente estudiadas. Esto lo podemos constatar en el poco espacio que ocupan en la producción bibliográfica y en que no forman parte de los programas de formación. La consecuencia de esta paradoja, para quienes trabajamos en clínica, es que tenemos que enfrentar problemas complejos con recursos insuficientes.

Los rasgos patológicos de carácter producen algún tipo de malestar en el entorno. No se trata de conflictos que tiene el sujeto consigo mismo sino con los demás

Hacia el rescate de una cartografía pendiente

A partir de la última reforma curricular realizada en la Universidad Atlántida Argentina (UAA), y ante el ofrecimiento que me hiciera el Decano, Lic. Javier Vicente Manavella, se conforma desde 2017 la Cátedra de Psicoterapias. Acepté el desafío desde una actividad clínica ininterrumpida de veinte años, a la que se suma la experiencia docente que venía haciendo en otras dos cátedras en esta misma unidad académica, que tiene su sede central en la ciudad de Mar de Ajó, además de otras dos sedes que también funcionan en Mar del Plata y en Dolores.

No se enferma ni se sana por igual en los distintos sectores o clases sociales

Psicoanálisis y abordaje de la Homo-Lesbofobia

“Las mujeres que hacen ‘eso’ son degeneradas”

No cabe hacer una división binaria entre lo que se dice y lo que se calla; habría que intentar determinar las diferentes maneras de callar, cómo se distribuyen los que pueden y los que no pueden hablar, qué tipo de discurso está autorizado o cuál forma de discreción es requerida para los unos y los otros.

Michel Foucault, Historia de la sexualidad I

Presentación

Conocí a Laura a sus 40 años. Concurre a una primera entrevista muy desbordada, refiere que le costó muchísimo llegar a la consulta, ya que siempre pensó que se las tenía que arreglar sola. Habla muy rápido y como vomitando las palabras. Varias veces debo pedirle que repita lo relatado, porque no entendía lo que decía dada la verborragia con la que hablaba.

- “Mis amigos me vieron tan mal, que me insistieron y al final acepté porque ya no aguantaba más.” “Siempre tuve con mi mamá una relación de amor-odio. Desde chica yo era la preferida porque era la única hija mujer, pero también me exigía mucho, yo tenía que ser la señorita de la casa, me vestía con vestiditos que para ella eran hermosos y que yo odiaba porque no podía jugar a los juegos que me gustaban. Así que cada vez que podía, me ponía pantalones de gimnasia para poder treparme a un árbol que había en el patio de mi casa y también jugar a la pelota.”

Los valores de una cultura determinada se transmiten de generación en generación a través del superyó de los sujetos que la componen

Experiencias en escuelas secundarias: problemáticas adolescentes, adultos interpelados

Las teorizaciones surgen de las prácticas, en el mejor de los casos. Entonces ¿por qué resulta tan difícil contar las experiencias? Seguramente hay algo ahí que se expone y no es poca cosa: los cuerpos. Pero no se trata solo de la exposición de los cuerpos porque eso es lo que se trabaja en cada intervención, armando dispositivos para que los cuerpos se dispongan para el trabajo, poniendo el cuerpo en la coordinación y en cada actividad. ¿Y el pensamiento? El pensamiento está todo el tiempo ahí. Está para pensar las condiciones para que esos cuerpos se expresen, para cuidarlos, para escucharlos, para potenciarlos. Está para pensar a partir de lo que van produciendo.

Pero también hay otro aspecto importante y es que (quienes apostamos al trabajo colectivo, con grupos, en comunidades, en instituciones) consideramos que para que surjan nuevas significaciones sociales acerca de las distintas problemáticas que abordamos, son necesarias prácticas que promuevan pensar y producir colectivamente.

Analistas en los bordes

Remedios tiene 43 años. Consulta por ataques de pánico que, desde hace unos seis meses, le impiden cumplir con su trabajo de médica de guardia en dos hospitales del conurbano. Desde siempre vive con su madre, con la cual tiene una relación difícil e intensa, del estilo “no la aguanto más, pero estamos muy unidas”. Del padre dice poco, solo que las había abandonado cuando ella tenía un año de edad.

Los funcionamientos... fronterizos o de borde, se caracterizan por la derivación del conflicto al cuerpo o a la acción a través de descargas que no alcanzan a tramitarse por vía psíquica o representacional

 

Zonas inciertas

Este breve trabajo gira alrededor de uno de los muchos puntos que al psicoanalista le aparecen como inciertos. No afín a los manuales diagnósticos que pretenden incluir la suma de los trastornos psíquicos -como el DSM IV o cualquiera de sus versiones-, no encuentra aquella tabla de salvación que le permitiría ubicar al paciente en el lugar justo que le corresponde. Muchos de sus pacientes derivan sin que el analista pueda responder a la simple pregunta: ¿Cuál es el diagnóstico de este sujeto? ¿Qué es él? En general la pregunta del analista gira alrededor de quién es él, más que, qué es él.

Extranjero

1.

La invitación de Topía a participar en su espacio “Clínica de los bordes” mueve a preguntarse en qué puede consistir tal cosa. Cierta manera de pensar en psicopatología postula que hay personas borderline, esto es, que cabalgan entre neurosis y psicosis (hay otras alternativas: perversión/neurosis, psicopatía/neurosis, normalidad/neurosis…). En su momento, y sin alusión al folklore, se habló de pacientes “fronterizos”, debido a que la traducción castellana de border es frontera. Se llegó a postular la existencia de “estados límite”, en el absurdo de pensar un límite, borde o frontera como estado, cuando son sus límites los que constituyen un estado. ¿Acaso a este tipo de cuestiones alude Topía con la “clínica de los bordes”? Entiendo que no. Hábilmente, refieren “los bordes”, dejando en suspenso la significación del concepto. A su vez, “clínica de los bordes” no equivale a “bordes de la clínica”.

La masculinidad cuestionada

Apuntes sobre la clínica actual con pacientes varones

Vivimos tiempos extraños, la masculinidad hegemónica, el ideal viril caracterizado por el liderazgo, el éxito y la dominancia, ha devenido en la actualidad en un objeto denostado. Quienes hasta ayer fueron considerados como héroes, hoy estrenan el estatuto social de villanos, al menos para los grupos femeninos juveniles y los sectores progresistas e innovadores. Lo que hasta hace poco fue considerado como una galantería, ahora se ha resignificado como ultraje, y la iniciativa sexual orilla el riesgoso borde del abuso. En términos generales, asistimos a una transformación revolucionaria y, por lo tanto, extrema, de las representaciones y valoraciones colectivas acerca de lo que significa ser masculino.

Las modalidades represivas tradicionalmente conocidas no han desaparecido, pero los nuevos dispositivos de gobernanza pasan por la incitación al goce, y no tanto por la represión

Miguel: la masculinidad normativa como imposición traumática

De Miguel tengo presente el modo decidido de entrar al consultorio, el paso largo y elegante con el que trasponía el umbral. Cuando inició su análisis en 1987, Miguel tenía 36 años y yo 45.

El motivo de la consulta estaba referido al conflicto con las mujeres. No podría decir que Miguel amaba a su ex pareja, más bien, estaba obsesionado con ella. No tenía la menor intención de reconciliarse, pero no toleraba que ella pudiera acercarse a otro hombre. Además, estaba convencido de que las mujeres no lo deseaban.

Inevitable conclusión: deporte de riesgo, desafío al peligro, rivalidad y competencia entre varones, inmolación por la “causa”, toda una lista de estereotipos que convalidan una virilidad tradicional.

Miguel se casó en 1977 con Valeria, cuando ella tenía 31 años y él 26. En 1978 nació Marina. Antes de que Marina cumpliera los 4 años Miguel se separó de Valeria, pero no se divorció. Desde entonces, comenzó a hacer vida de soltero: muy dedicado al trabajo, amigos fiesteros, turismo aventura, mucho deporte de riesgo -“el año pasado tuve un accidente esquiando”-, encuentros amorosos fugaces, escasos, a decir verdad, e intrascendentes. Miguel presidía una empresa metalúrgica y era parte de los negocios familiares: campos, inversiones financieras, hoteles, compañías navieras. Su madre dirigía con mano férrea esos negocios y Valeria era su colaboradora y aliada incondicional. El padre de Miguel, mucho mayor que la madre, había fallecido cuando él tenía 25 años. Hombre de poco carácter y mucho apellido, había dejado una herencia cuantiosa para Miguel -único hijo- y su esposa.

Masculinidad gay

Desde el establecimiento de la homosexualidad como una categoría psiquiátrica en la segunda mitad del siglo XIX, fue considerada como el par antitético de la masculinidad y la “hombría”, y por ese motivo demonizada, rechazada y patologizada. Lynne Segal -psicóloga, especialista en estudios de género y masculinidad- afirma: “Durante más de cien años, las creencias científicas y populares han sostenido que la homosexualidad masculina deriva de -y al mismo tiempo expresa- algo “femenino” en el hombre -la ausencia de los niveles apropiados de masculinidad.” Deseos y/o prácticas homosexuales comenzaron entonces a definir a un tipo específico de hombre, el “invertido sexual”. Con este movimiento se expulsó lo homoerótico de lo masculino y se lo patologizó y asimiló simbólicamente a lo femenino y a la monstruosidad (o incluso lo abyecto en términos de Julia Kristeva). La asociación feminidad-pasividad y homoerotismo es un fenómeno de los dos últimos siglos, ya que no había sido así en otros momentos socio-históricos. La heterosexualidad se convirtió en requisito de virilidad y hombría.

La asociación feminidad-pasividad y homoerotismo es un fenómeno de los dos últimos siglos, ya que no había sido así en otros momentos socio-históricos

Clínica ampliada: quebrando aislamientos

La salud mental de una sociedad y de cada uno de sus miembros es un problema colectivo y como tal tendría que abordarse como una tarea colectiva. Las desigualdades sociales, las discriminaciones, las violencias, la exclusión, se encuentran íntimamente ligadas a dicha problemática, rompiendo las barreras de lo individual y lo privado para constituirse en un asunto público.

Resulta evidente que los múltiples modos de vulnerabilización del neoliberalismo constituyen una de las más eficaces herramientas de control social, ejerciendo poder sobre la vida de las personas, sus cuerpos, emociones, voluntades; a la vez que producen desigualdades y fragilizaciones, y configuran procesos de destitución subjetiva.

Cada vez se vuelve más necesario proponer espacios donde trabajen equipos y programas con perspectiva comunitaria; lo cual no implica renunciar a la escucha e intervenciones psicoanalíticas

Género y Clínica Psicoanalítica: Una relación difícil

¿Cuáles realidades comenzaron a interpelar la práctica psicoanalítica haciendo necesario incluir el concepto de género? Desde la ampliación de este concepto hace unos 30 años, producto de la reflexión del feminismo, nos encontramos con la existencia de un continuum de diversidades sexuales, un fluir de psicosexualidades que sorprenden e intranquilizan, que angustian. Leticia Glocer Fiorini se refiere a este fenómeno como “presentaciones” y “sexualidades nómades” reconocidas en los conceptos de lesbianismo, gays, travestis, bisexuales, transexuales, intersexuales, cisexuales, asexuales, etc. Además, existen inscripciones genéricas no convencionales ya que dentro del género existen hoy n géneros, entre ellos, transgéneros, neutros, bigéneros.

El no poder reconocer el sufrimiento y la necesidad de quien padece las consecuencias del abismo que siente entre su identidad social y la propia, genera exclusión y produce melancolía. Si podemos retener esta perspectiva podremos ayudar a quien nos consulta de una mejor manera

El género en el espacio psicoanalítico

Ampliar los recursos en la clínica y las estrategias terapéuticas son los desafíos que además de la deconstrucción de las teorías, tiene el psicoanálisis de género. Es decir, no sólo abrir campos de visibilidad teórica, sino abrir posibilidades de intervención. Esto implica un enorme reto para quienes trabajamos desde estas perspectivas, ya que en el momento actual las categorías de género están siendo desafiadas en forma rigurosa y creativa (Butler 1990, 1993, Layton, 1998, Dimen, 2003, Goldner, 2003; Harris,2005).

La clínica actual nos enfrenta a las violencias del patriarcado en sus variadas formas de expresión: relaciones de dominio, abusos sexuales, crímenes de odio

Páginas

Suscribirse a Topía en la Clínica