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Topía en la Clínica

Analistas en los bordes

Remedios tiene 43 años. Consulta por ataques de pánico que, desde hace unos seis meses, le impiden cumplir con su trabajo de médica de guardia en dos hospitales del conurbano. Desde siempre vive con su madre, con la cual tiene una relación difícil e intensa, del estilo “no la aguanto más, pero estamos muy unidas”. Del padre dice poco, solo que las había abandonado cuando ella tenía un año de edad.

Los funcionamientos... fronterizos o de borde, se caracterizan por la derivación del conflicto al cuerpo o a la acción a través de descargas que no alcanzan a tramitarse por vía psíquica o representacional

 

Zonas inciertas

Este breve trabajo gira alrededor de uno de los muchos puntos que al psicoanalista le aparecen como inciertos. No afín a los manuales diagnósticos que pretenden incluir la suma de los trastornos psíquicos -como el DSM IV o cualquiera de sus versiones-, no encuentra aquella tabla de salvación que le permitiría ubicar al paciente en el lugar justo que le corresponde. Muchos de sus pacientes derivan sin que el analista pueda responder a la simple pregunta: ¿Cuál es el diagnóstico de este sujeto? ¿Qué es él? En general la pregunta del analista gira alrededor de quién es él, más que, qué es él.

Extranjero

1.

La invitación de Topía a participar en su espacio “Clínica de los bordes” mueve a preguntarse en qué puede consistir tal cosa. Cierta manera de pensar en psicopatología postula que hay personas borderline, esto es, que cabalgan entre neurosis y psicosis (hay otras alternativas: perversión/neurosis, psicopatía/neurosis, normalidad/neurosis…). En su momento, y sin alusión al folklore, se habló de pacientes “fronterizos”, debido a que la traducción castellana de border es frontera. Se llegó a postular la existencia de “estados límite”, en el absurdo de pensar un límite, borde o frontera como estado, cuando son sus límites los que constituyen un estado. ¿Acaso a este tipo de cuestiones alude Topía con la “clínica de los bordes”? Entiendo que no. Hábilmente, refieren “los bordes”, dejando en suspenso la significación del concepto. A su vez, “clínica de los bordes” no equivale a “bordes de la clínica”.

La masculinidad cuestionada

Apuntes sobre la clínica actual con pacientes varones

Vivimos tiempos extraños, la masculinidad hegemónica, el ideal viril caracterizado por el liderazgo, el éxito y la dominancia, ha devenido en la actualidad en un objeto denostado. Quienes hasta ayer fueron considerados como héroes, hoy estrenan el estatuto social de villanos, al menos para los grupos femeninos juveniles y los sectores progresistas e innovadores. Lo que hasta hace poco fue considerado como una galantería, ahora se ha resignificado como ultraje, y la iniciativa sexual orilla el riesgoso borde del abuso. En términos generales, asistimos a una transformación revolucionaria y, por lo tanto, extrema, de las representaciones y valoraciones colectivas acerca de lo que significa ser masculino.

Las modalidades represivas tradicionalmente conocidas no han desaparecido, pero los nuevos dispositivos de gobernanza pasan por la incitación al goce, y no tanto por la represión

Miguel: la masculinidad normativa como imposición traumática

De Miguel tengo presente el modo decidido de entrar al consultorio, el paso largo y elegante con el que trasponía el umbral. Cuando inició su análisis en 1987, Miguel tenía 36 años y yo 45.

El motivo de la consulta estaba referido al conflicto con las mujeres. No podría decir que Miguel amaba a su ex pareja, más bien, estaba obsesionado con ella. No tenía la menor intención de reconciliarse, pero no toleraba que ella pudiera acercarse a otro hombre. Además, estaba convencido de que las mujeres no lo deseaban.

Inevitable conclusión: deporte de riesgo, desafío al peligro, rivalidad y competencia entre varones, inmolación por la “causa”, toda una lista de estereotipos que convalidan una virilidad tradicional.

Miguel se casó en 1977 con Valeria, cuando ella tenía 31 años y él 26. En 1978 nació Marina. Antes de que Marina cumpliera los 4 años Miguel se separó de Valeria, pero no se divorció. Desde entonces, comenzó a hacer vida de soltero: muy dedicado al trabajo, amigos fiesteros, turismo aventura, mucho deporte de riesgo -“el año pasado tuve un accidente esquiando”-, encuentros amorosos fugaces, escasos, a decir verdad, e intrascendentes. Miguel presidía una empresa metalúrgica y era parte de los negocios familiares: campos, inversiones financieras, hoteles, compañías navieras. Su madre dirigía con mano férrea esos negocios y Valeria era su colaboradora y aliada incondicional. El padre de Miguel, mucho mayor que la madre, había fallecido cuando él tenía 25 años. Hombre de poco carácter y mucho apellido, había dejado una herencia cuantiosa para Miguel -único hijo- y su esposa.

Masculinidad gay

Desde el establecimiento de la homosexualidad como una categoría psiquiátrica en la segunda mitad del siglo XIX, fue considerada como el par antitético de la masculinidad y la “hombría”, y por ese motivo demonizada, rechazada y patologizada. Lynne Segal -psicóloga, especialista en estudios de género y masculinidad- afirma: “Durante más de cien años, las creencias científicas y populares han sostenido que la homosexualidad masculina deriva de -y al mismo tiempo expresa- algo “femenino” en el hombre -la ausencia de los niveles apropiados de masculinidad.” Deseos y/o prácticas homosexuales comenzaron entonces a definir a un tipo específico de hombre, el “invertido sexual”. Con este movimiento se expulsó lo homoerótico de lo masculino y se lo patologizó y asimiló simbólicamente a lo femenino y a la monstruosidad (o incluso lo abyecto en términos de Julia Kristeva). La asociación feminidad-pasividad y homoerotismo es un fenómeno de los dos últimos siglos, ya que no había sido así en otros momentos socio-históricos. La heterosexualidad se convirtió en requisito de virilidad y hombría.

La asociación feminidad-pasividad y homoerotismo es un fenómeno de los dos últimos siglos, ya que no había sido así en otros momentos socio-históricos

Clínica ampliada: quebrando aislamientos

La salud mental de una sociedad y de cada uno de sus miembros es un problema colectivo y como tal tendría que abordarse como una tarea colectiva. Las desigualdades sociales, las discriminaciones, las violencias, la exclusión, se encuentran íntimamente ligadas a dicha problemática, rompiendo las barreras de lo individual y lo privado para constituirse en un asunto público.

Resulta evidente que los múltiples modos de vulnerabilización del neoliberalismo constituyen una de las más eficaces herramientas de control social, ejerciendo poder sobre la vida de las personas, sus cuerpos, emociones, voluntades; a la vez que producen desigualdades y fragilizaciones, y configuran procesos de destitución subjetiva.

Cada vez se vuelve más necesario proponer espacios donde trabajen equipos y programas con perspectiva comunitaria; lo cual no implica renunciar a la escucha e intervenciones psicoanalíticas

Género y Clínica Psicoanalítica: Una relación difícil

¿Cuáles realidades comenzaron a interpelar la práctica psicoanalítica haciendo necesario incluir el concepto de género? Desde la ampliación de este concepto hace unos 30 años, producto de la reflexión del feminismo, nos encontramos con la existencia de un continuum de diversidades sexuales, un fluir de psicosexualidades que sorprenden e intranquilizan, que angustian. Leticia Glocer Fiorini se refiere a este fenómeno como “presentaciones” y “sexualidades nómades” reconocidas en los conceptos de lesbianismo, gays, travestis, bisexuales, transexuales, intersexuales, cisexuales, asexuales, etc. Además, existen inscripciones genéricas no convencionales ya que dentro del género existen hoy n géneros, entre ellos, transgéneros, neutros, bigéneros.

El no poder reconocer el sufrimiento y la necesidad de quien padece las consecuencias del abismo que siente entre su identidad social y la propia, genera exclusión y produce melancolía. Si podemos retener esta perspectiva podremos ayudar a quien nos consulta de una mejor manera

El género en el espacio psicoanalítico

Ampliar los recursos en la clínica y las estrategias terapéuticas son los desafíos que además de la deconstrucción de las teorías, tiene el psicoanálisis de género. Es decir, no sólo abrir campos de visibilidad teórica, sino abrir posibilidades de intervención. Esto implica un enorme reto para quienes trabajamos desde estas perspectivas, ya que en el momento actual las categorías de género están siendo desafiadas en forma rigurosa y creativa (Butler 1990, 1993, Layton, 1998, Dimen, 2003, Goldner, 2003; Harris,2005).

La clínica actual nos enfrenta a las violencias del patriarcado en sus variadas formas de expresión: relaciones de dominio, abusos sexuales, crímenes de odio

Madre no hay una sola

En el año 1991 se publicó el libro Adopción y silencios1, pudiéndose leer en su presentación “…aquello de lo cual no se habla, lo omitido y silenciado; aquello que se torna invisible pretendiendo que no ocupe un lugar en las preocupaciones o decisiones, aquello que quizás sea temido o deseado por adoptantes, adoptivos y por algunos que trabajamos con ellos, ha sido el hilo conductor de esta publicación”.

Silencios y vacíos retornan como una constante histórica en los procesos adoptivos.

Desde el Equipo de Vinculaciones y Adopción de un hospital público de la Ciudad de Buenos Aires hemos decidido no sólo nombrar, sino poner en escena a aquél sujeto vaciado y silenciado: las madres de los niños que serán adoptados.2 Sin embargo, no se trata de cualquier puesta en escena: lejos de una mirada moral respecto del ejercicio de la función materna, nuestra propuesta es escucharlas en el punto donde se dicen imposibilitadas, para no insistir ni empujar en nombre del “deber ser”, allí donde no hay un margen para habitar esa función.

El dispositivo que inventamos apunta a producir como efecto la restitución de la infancia; instalando o recuperando lugares en acto: lugar de niño, de adulto, de la palabra, del juego, de cuidado, de afecto y de confianza

Adolescencia y poder: “escraches” en escuelas secundarias

Hasta hace no mucho tiempo, las escuelas secundarias parecían haberse transformado en instituciones en desuso, devaluadas, y parecía haber pocos adolescentes que les reconocieran algún valor simbólico a lo que allí sucedía y se transmitía. Adolescentes, muchos de ellos, con dificultades para opinar, elegir, decidir, y sobre todo confrontar. Algunos evitaban la escuela, y recurrían a las pantallas como forma alternativa de acceder al conocimiento, encerrados en sus casas.

Lo que sucede en varias escuelas hace eco con un fenómeno que atraviesa a toda la sociedad: rápidamente se tilda de abuso sexual a situaciones que no lo son

¿Soy o no soy transexual?

Alan -un joven de 18 años asignado como varón al momento de su nacimiento- se presenta a la consulta pidiendo comenzar una psicoterapia: “tengo la duda de si soy transexual1, a veces siento que me incomoda mi cuerpo.”(...) “Hace dos años hice tratamiento, pero no pude ir más por problemas de horario.” En aquel momento refiere haber trabajado su independencia y su autonomía, pero que tuvo que interrumpir porque su madre se enfermó de un cuadro de demencia presenil y no podía quedarse sola, así que la cuidaban entre él, el padre y su abuela.

Desde una perspectiva psicoanalítica la identidad es efecto de la identificación que es el mecanismo fundante y estructurante de nuestro psiquismo

Papá, quiero contarte que soy gay

José tiene 45 años: “Lo consulto porque hace dos meses mi hijo -Sebastián- de 16 años me contó que es gay y desde ese momento no puedo pensar en otra cosa y tampoco sé cómo ayudarlo.” Sebastián es su único hijo. José cuenta que se separó de Paula -la madre de aquél- cuando estaba comenzando la escuela primaria. Agrega que lo estuvo hablando con Beatriz -con quien está en pareja desde hace seis años- “Bea tiene un primo gay así que es bastante abierta con el tema... charlamos mucho con ella, pero por más que racionalmente entienda que es la elección de mi hijo, no me lo puedo sacar de la cabeza. Pienso todo el tiempo en eso, no puedo pensar en otra cosa.”

Durante los últimos años han aparecido más frecuentemente este tipo de consultas donde un padre o una madre acude a la entrevista a cuestionar su propia dificultad en aceptar a su hijo gay o hija lesbiana que a plantear querer cambiarlo/a

Transidentidades, transexualidades, transgéneros: Una lectura sintomática de la clínica psicoanalítica

Giros copernicanos y cierres ptolemaicos signan los procesos históricos tanto como nuestra comprensión de los seres humanos y sus malestares. En el vaivén entre movimientos de apertura y de clausura se inscriben y procesan las transformaciones en los imaginarios sociales que demandan al psiquismo nuevas exigencias de trabajo. Exigencias similares se nos imponen en la clínica para operar sobre las condiciones de sufrimiento psíquico: necesidad de deconstruir las formulaciones devenidas en dogma, desafío de remover los prejuicios infiltrados en las concepciones canónicas, ocasión de revisar nuestras intervenciones para superar los obstáculos (epistemológicos, éticos y políticos) que empobrecen el alcance de nuestra praxis.

Para quienes acompañamos a personas trans o intersex en sus análisis, no resulta infrecuente recoger los efectos de prácticas pretendidamente analíticas o psicoterapéuticas que reproducen las significaciones hegemónicas cisnormativas y heterosexistas

Salud Mental y niñez: Un contexto de tensiones, contradicciones y paradojas

A partir de la Ley Nacional de Salud Mental N°26657 y su reglamentación en el año 2013, en consonancia con la Convención Internacional de Derechos del Niño y la Ley de Protección Integral de las Niñas, Niños y Adolescentes N° 26.061, sancionada en 2005, se inició un proceso de adecuación a los estándares en materia de derechos humanos y de salud mental que obligan al Estado a asumir la responsabilidad de la ejecución de políticas públicas relativas al campo de la salud mental. Si bien era esperable que estas impulsaran la modificación y adecuación de las prácticas de atención y cuidados vigentes hacia la conformación de una red de servicios comunitarios con base territorial, diversas investigaciones realizadas en distintas provincias de nuestro país evidencian que las políticas implementadas no tuvieron un impacto significativo en el campo de la salud mental infantil, y paradojalmente muchos niños y niñas encuentran sus derechos vulnerados. Éstas también permitieron visibilizar las desigualdades en la provisión de cuidados en salud mental entre las diferentes provincias y en sus distritos (entre otros Parra, 2016; Barcala y Luciani Conde, 2015; Barcala et al., 2017ª; CELS, 2015; Faraone et al., 2013; Heredia y Barcala, 2016; Poverene, 2015; Torricelli y López, 2014).

Proliferan multiplicidad de instancias diagnósticas, pero no se brindan respuestas a sus necesidades y problemáticas

La psicofarmacología clínica en el trabajo interdisciplinario en Salud Mental

En tiempos de inmediatez generalizada, de demandas de satisfacción “aquí y ahora” y la necesidad de resolver los problemas “ya”, no es raro que la misma velocidad se aplique a dar por ciertos los mitos y prejuicios sobre los psicofármacos. Con la misma liviandad y celeridad está aquel que cree, imagina, dice que sabe, que la pastilla resolverá completamente el problema, así como el que, en sentido opuesto, está convencido que “esa porquería” no sirve para nada. Ambas posiciones en los extremos de ese espectro contribuyen al fracaso de una herramienta potencialmente útil. En el primer caso porque el apuro, la urgencia por medicar o ser medicado no suelen ser buenos consejeros y contribuyen a utilizaciones no acertadas de los fármacos y en el segundo caso quizás por el rechazo de plano y la pérdida de una oportunidad de una intervención adecuada para un sujeto en determinada situación y momento.

La psicofarmacología como disciplina es sumamente joven y pese a ello ha experimentado numerosos cambios vertiginosamente

Mi caso más triste

Agradezco a Topía la idea de relatar un caso grave, visto y tratado desde una perspectiva psicoanalítica.

El caso que hoy presento, es muy grave. No solo por su enfermedad. Tuvo una vida penosa, ligada, apresada, amarrada a un pasado de condiciones amargamente hirientes y envenenadas. Chocó con situaciones a las que no les encuentro adjetivos. No encuentro palabras lo bastante siniestras, horribles y amargas, para describir lo que vivió.

Tratar con Beto me fue muy penoso. Influyó tanto en mí que con una supervisión no fue suficiente. Tuve que recurrir a la ayuda de una psicoterapia personal 

Trabajo psicoanalítico con pacientes con cáncer de mama

En este escrito me propongo identificar algunas de las particularidades del trabajo con pacientes con cáncer de mama, las características del proceso durante la experiencia del diagnóstico, tratamiento y la recuperación, así como también desarrollar una serie de conceptos que permiten pensar y acercarse con mayor precisión a las vicisitudes del proceso analítico con dichas pacientes.

El psicoanalista entre médicos: Avatares de la interconsulta en el Hospital de Niños R. Gutierrez

El trabajo en interconsulta en salud mental en un hospital pediátrico nos confronta con la difícil tarea de transitar por situaciones clínicas muy complejas y allí donde la ciencia médica parece no alcanzar, somos convocados como psicoanalistas para trabajar con la enfermedad crónica, la muerte en la infancia y adolescencia.

Nuestro trabajo en las salas del hospital se enfrenta muchas veces con la angustia que genera lo imposible de tolerar de la enfermedad, el dolor y la muerte de un niño

Niñez y Tecnologías

Notas e interrogantes sobre un entrecruzamiento posible entre construcción del psiquismo y nuevas tecnologías

A pesar de la fuerza con la que fue irrumpiendo la tecnología en las últimas décadas, resulta muy asimétrica la relación con el escaso trabajo de investigación realizado en el cruce de lo que ofrecen desde el interior de la sociología los estudios CTS -desde la perspectiva socio / tecnológica- por un lado; y los aportes que -fundamentalmente desde el psicoanálisis- se tienen acerca del lugar que ocupan las nuevas tecnologías en la constitución del psiquismo.

Hay una clara necesidad de análisis e interpretación sobre este entrecruzamiento. Esto arrojaría desde nuevas lecturas posibles a la luz de fenómenos actualmente vigentes -a los que asistimos de modo permanente en el trabajo con niños2 en el consultorio- y sus posibles determinaciones en la construcción de subjetividad; hasta de modo más específico, nuevas herramientas para ampliar el conocimiento del complejo proceso que supone la fundación y constitución del psiquismo.

A partir del trabajo de supervisión e intercambio con Silvia Bleichmar, comencé a incorporar tímidamente -en el consultorio- a la computadora como un elemento dentro de la caja de juegos

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