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Sociedad

La política como producción de comunidad de las potencias

Editorial Revista Topía #90 noviembre/2020

La pandemia no vino para quedarse. Esto que vivimos, algún día para algunos quedará como una historia llena de anécdotas; para otros, la gran mayoría, tendrán una marca de la catástrofe económica o el trauma devastador de la muerte de algún ser querido. Pero la pandemia tiene una característica fundamental: ha corrido el velo de las inequidades del capitalismo tardío. Desde nuestros medios digitales miramos una realidad que antes estaba, pero no queríamos dar cuenta. La desigualdad social estaba enunciada en artículos y libros, pero hoy es una presencia que se ha vuelto obscena. La violencia de género y familiar fue potenciada por el encierro; el teletrabajo se instaló con una gran fuerza impulsando el sometimiento y la explotación; el desmantelamiento de la salud pública pone en evidencia la falta de recursos de los profesionales que es uno de los sectores más afectados por el virus.

Los sectores que defienden el capitalismo deben reinventar una estrategia de dominación. Esto no se va a dar sin conflictos internos de los sectores hegemónicos y con las luchas de los dominados

Oh que será…

Siete notas sobre los destinos de lo común (imaginando una pospandemia)

Nuestro mundo jamás se ha caracterizado por la igualdad, en cuanto a su administración de bienes y servicios, ni en cuanto a Derechos y garantías, ni aun en su distribución o reparto del tiempo y el espacio. “Lo común”, podría decirse que es una declaración siempre inexacta, siempre sujeta a los efectos y condiciones desigualantes, históricos e innumerables. Pero es también una construcción y una búsqueda irrenunciable. La libertad, no es entonces un bien del que disponer, ni un derecho o acceso al consumo, ni una expresión más de la propiedad privada, ni tampoco la capacidad de imponer deseos, sino la brecha que se construye singular y colectivamente cada vez que achicamos, disminuimos, desarmamos y combatimos el predominio de la desigualación, y construimos un “común”. Esta pandemia, una vez más, y en forma exacerbada, visibilizó que la desigualdad no es un sustantivo sino un verbo, no es un dato natural y estable sino una forma de distribuir recursos, entre los cuales también se hallan el espacio, el tiempo, las certidumbres, el futuro, la salud, etc. Se conjuga en acciones, se sostiene en políticas, se decide cada día. Por ello no se saldará únicamente con la vacuna.

Esta pandemia, una vez más, y en forma exacerbada, visibilizó que la desigualdad no es un sustantivo sino un verbo, no es un dato natural y estable sino una forma de distribuir recursos

Planeta Cyborg recargado

Entre los eventos económicos ocurridos durante el mes de agosto señalaremos dos: Wall Street ha marcado un nuevo record de operaciones, las empresas que han salido beneficiadas en este ir y venir de ese dinero especulativo son: Microsoft, Apple, Alphabet (Google) y Facebook, según la versión impresa del diario La Nación del 19 de agosto de 2020. Las cinco empresas acaparan el 22 por ciento de ese enorme volumen de dinero. Del mismo diario extraemos dos días después otro significativo dato: “Apple duplicó su capitalización de mercado en poco más de dos años y se convirtió ayer en la primera empresa norteamericana en bolsa de superar un valor de dos billones de dólares (…) Las acciones de Apple subieron aproximadamente un 60% en lo que va del año. (…) Ahora la tecnología se ha convertido en el petróleo del siglo XXI.”1 De acuerdo a esta caracterización es imposible pensar un modelo de negocios que se sostenga por fuera de las plataformas digitales. Son ellas las que crean, organizan y tramitan el e-commerce.

Las empresas tecnológicas han dado el zarpazo final para hacerse del conjunto de la economía mundial. Para ello han recibido la sorprendente e inesperada ayuda del devastador virus

Paranoia y algoritmos

La forma en que las nuevas tecnologías impactan sobre la conducta y la subjetividad no es consecuencia inexorable del progreso técnico, sino que responde a un diseño político y económico. La ciencia ficción nos puso en guardia ante supuestos robots humanoides que se rebelarían contra sus amos; la inteligencia artificial, aunque de modos más sutiles, superó esa fantasía.

Vivimos en una fase histórica en que el capitalismo se ha transformado en un sistema global de vigilancia con poder para manipular a los usuarios y dirigir su conducta

¿En busca del tiempo perdido? o ¿cómo fabricar tiempo?

También podría empezar por otro poema de Gabriel Celaya, “¡A la calle!, que ya es hora de pasearnos a cuerpo”2, pero seguramente sería tildada de irresponsable y anticuarentena. Para luego seguir con “y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo” y sin duda me acusarían de romantizar los efectos de la pandemia.

La pandemia nos confundió, nos soldó en una ilusión de igualdad, al mismo tiempo que puso en evidencia y profundizó la enorme desigualdad en la que vivíamos

El futuro llegó hace rato. “Pospandemia” y educación universitaria

Tuve la oportunidad de publicar “Psicopatología de la vida cotidiana docente”1 durante el mes de mayo en Revista Topía, promediando poco más de un mes del inicio de la virtualidad en la vida universitaria nacional (y prácticamente en todo el mundo) y en pleno desarrollo de la pandemia y el aislamiento obligatorio en nuestro país.

A la hora de avanzar en la virtualidad que “llegó para quedarse”, queda evidenciado que no hay grieta entre decanos y rectores radicales, peronistas y kirchneristas y, menos grieta aún, entre ellos y los organismos financieros extranjeros

El encierro en la pandemia: cómo viven travestis y trans en las cárceles

La pandemia provocada por el Covid-19 dejó al descubierto la precariedad de la población travesti y trans. En distintos artículos fui construyendo cuál es la situación entre la realidad material y los avances legislativos en Argentina. A la vulneración de derechos y la escasa inserción en la salud y el mundo laboral, se le suma que poco importa el relevamiento dentro de las cárceles. Toda la propaganda punitiva de los últimos años demostró que de ninguna manera permite combatir lo que llaman “la inseguridad”, bajo ese mismo discurso se esconden muchos prejuicios y estigmatizaciones.

Respecto a las condiciones de salud el 73% de las detenidas en instituciones bonaerenses padece algún tipo de enfermedad

El destierro

(gauchesco a medio pelo)

Pido atención un momento mi amigue, haga un alto en su faena
necesito la oreja güena que me escuche los pesares,
que nada tienen que ver con el alcohol y los barbijos,
sino con las ganas de cuchillo que le tengo al canalla
que nos ha mandado al destierro infinito.

Obituarios

Desde hace 30 años recordamos a quienes fallecieron y escribieron en nuestra revista. En estos tres últimos meses se han sumado varias pérdidas como en ningún otro momento, en este, el año de la peste.

Ángel Rodrígez Kauth (1941 - 2020)

El mes pasado se fue un amigo. Un grande. Lo conocí hace cuarenta años cuando me invitó a dar un seminario en la U.N.S.L. Luego, a pesar de la distancia, compartimos una amistad donde nos comunicábamos regularmente. Su último e-mail lo recibí unos días antes de que falleciera. Gracias a su insistencia hice mi tesis de doctorado, de la cual fue su director académico. Desde que fundé la revista colaboró con artículos, libros y diferentes propuestas de trabajo. También fue miembro del Consejo de Asesores durante estos 30 años.

Ángel egresó como Profesor de Pedagogía y Psicología de la Universidad Nacional de Cuyo, además fue Licenciado y Doctor en Psicología de la Universidad Nacional de San Luis. Ha sido Profesor Titular de Psicología Social y de Psicología Política. Fue uno de los fundadores de la Psicología Política Latinoamericana. La primera Carrera de Psicología en Argentina, en dictar Psicología Política como asignatura de grado, estuvo bajo su responsabilidad. Durante la dictadura militar de 1976 fue detenido y desaparecido. Cuando lo dejaron libre fue expulsado de la Universidad Nacional de San Luis. Al regresar la democracia le fue devuelto su cargo. Ha sido un gran defensor de los Derechos Humanos y un trabajador inagotable, coherente en su ideología y en su forma de ser. Ha sido Catedrático visitante en los cursos del Doctorado en Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid.

La Construcción de la Memoria Histórica desde el Etnopsicoanálisis y el Psicodrama

Volver al futuro - Entre la violencia y la esperanza

Más que brindarles una conferencia, les invito a cuestionarnos en conjunto algunas problemáticas que me parece que son urgentes de entender para, ojalá, encontrar algunas respuestas.

Quiero dedicar mi intervención de esta noche al líder Bribri Sergio Rojas, asesinado hace dos días, un ejemplo de la resistencia indígena, para quien pido un minuto de silencio.

El Etnopsicoanálisis sigue las corrientes de los freudo-marxistas de los años 30 en resistencia contra el nazismo en Austria y Alemania, del movimiento Plataforma Internacional, como parte de la izquierda psicoanalítica organizada desde 1969 hasta el 89

Salud mental – Salud pública – Democracia

Aportes para una comprensión de sus relaciones

Estamos padeciendo una CRISIS única e inédita a un nivel planetario. Muestra en carne viva el funcionamiento de un mundo globalizado, con desigualdades que salen más a la luz, con fragmentaciones políticas, económicas y sanitarias. Los sistemas de salud de países europeos centrales no estaban preparados para atender tamaña demanda, producto de las denominadas “políticas de austeridad”, que redujeron los recursos y la capacidad de atender con eficacia las necesidades de la población. En nuestra región fueron “Programas de ajuste”, los que achicaron y desfinanciaron los sistemas de salud.

En las últimas décadas tanto las patologías como los trastornos de salud mental han aumentado de una forma sorprendente y alarmante

¿Cuánto falta? Incertidumbre, Ausencia y Vacío

Esta Pandemia nos confronta con una época de incertidumbre, de vacíos, ausencias y faltas. Todas las categorías que teníamos medianamente armadas para responder, establecer vínculos y solucionar conflictos cotidianos parecieran haberse caído. Es un momento en el que las estructuras fallaron, no pudiendo dar respuesta a este fenómeno intempestivo que nos dejó en un estado similar al desamparo estructural. No teníamos los recursos necesarios para enfrentarnos a este fenómeno que golpeó nuestra rutina y nos hizo detenernos, confrontarnos y re pensarnos. No se trata sólo del impacto sobre la estructura psíquica de cada sujeto, sino que también se presenta como un choque respecto a cualquier estructura armada, que se encuentre establecida y posicionada en un grado de certeza inquebrantable.

El acontecimiento de la Pandemia, vivifica y reactualiza el nexo con este Desamparo Estructural, por el cual transitamos todas y todos cuando apenas hicimos contacto con este mundo y sus exigencias.

¿Cómo estaremos cuando retornen los abrazos?

Los cuerpos en el durante y después de la pandemia.

La pandemia puso en evidencia algunas cuestiones que habitualmente no son materia de debates masivos. Antes de la pandemia el valor de los cuidados como un asunto de la comunidad no entraba en la agenda de los grandes medios de comunicación y si llegaban a aparecer era a título de recetas para el "buen vivir" poniendo de relieve el cuidado, pero no como una tarea realizada para beneficio de la sociedad sino como acción individual para el bienestar de cada uno. La pandemia nos obligó a pensar de otra forma la necesidad del otro, aun de aquel que desconocemos; nos instaló la pregunta sobre cómo cuidarnos como sociedad. Las discusiones sobre los cuidados ligados a la atención a la dependencia y que son producidos en el hogar empezaron a ganar mayor valor, si bien sabemos que estos cuidados en la cultura capitalista no son por regla reconocidos monetariamente; cuestión que ya ha sido denunciada desde amplios sectores del feminismo. Sin embargo, hablar de cuidados hoy "garpa" y pareciera que tuviese que ser necesario que esté en riesgo el cuerpo biológico para que así sea. Muchos hicimos un parate que nos dispuso para la pregunta por cómo cuidar la vida y cuidarla más allá de la conservación del organismo.

Con la pandemia y la cuarentena las casas que habitamos pasaron a ser en gran medida los escenarios privilegiados de las relaciones sociales 

La educación confinada II: Entre la contención y el desborde.

Pensar la educación es pensarnos tratando de ver más allá de nuestras narices.

Estamos inmersos en un escenario de paradojas, entre la necesidad de contacto y de aislamiento a la vez, de contener y anidar, pero sin abrazos, de conservar la distancia y de proteger, aunque nos sintamos desbordadxs.

Entonces, este escenario de tensiones, ¿qué implica?

Podríamos decir en primer lugar que nos implica a nosotrxs mismxs en un contexto teñido de incertidumbre y de extrañeza que nos pide, entre otras cosas, despojarnos de los preconceptos y entregarnos a la experiencia de lo que pasa.

Pensarnos también es pensar juntxs, dejándonos enseñar por la experiencia y sosteniendo las preguntas para que circulen y nos ayuden a reflexionar.

Paulo Freire también sostenía que no tener la verdad no significa no tener nada para proponer sino abrir espacios para la interrogación como la única manera de gestionar el saber, estimulando el deseo de descubrir

Entrevista inédita a David Le Bretón (20 de marzo de 2017)

En marzo de 2017 el Antropólogo David Le Breton impartió una serie de conferencias en Buenos Aires invitado por la Revista Topía y la AGD-UBA donde habló de la relación entre dolor y sufrimiento; de las maneras en que ha sido concebido el cuerpo en diferentes culturas y épocas; de las causas que llevan a una persona a lo que denomina “blancura”: una extenuación tal que el sujeto “decide” abandonar su vida, dejar de habitarla, replegándose sobre sí mismo, desapareciendo para evitar las múltiples presiones a las que se encuentra sometido.

En la oportunidad dio una conferencia de prensa que fuera grabada por Mario Hernandez y responsable de su edición.

Nota de los editores: La nueva Anormalidad

Revista Topía #89 - Agosto/2020

“Esta pandemia no es como un gran trueno en un cielo límpido”, nos decía Christophe Dejours en la charla que organizamos a fin de mayo. Por lo contrario, el cielo no estaba ni calmo ni límpido. Había mucha gente enferma y descuidada en todo el mundo. Y la pandemia lo profundizó.

Desde el cierre del último número los confinamientos abarcaron a más de la mitad del mundo. La forma en la cual se han tomado los cuidados de la población muestran los límites del capitalismo actual, que proclama protecciones, pero produce muchos descuidos. Como se suele decir: si se puede prevenir no es un accidente. Y la pandemia no lo ha sido: muestra la fragilidad del sistema social y ecológico. Con todos los desarrollos tecnológicos y científicos un virus ha mostrado el desamparo de los humanos que el sistema actual creía haber superado con el relato de una omnipotencia a la vuelta de la esquina.

La lucha contra la epidemia y las protestas en Alemania

El Covid-19 comenzó su expansión por el mundo en un mercado de Wuhan, ciudad de más de un millón de habitantes en la China central. Probablemente de allí el virus saltó de los animales hacia el humano y rápidamente se extendió mediante el contagio a través de microgotas. A diferencia de epidemias anteriores, que no alcanzaban a los continentes europeo y americano, o apenas los rozaban, el agente patógeno de la nueva epidemia se aprovechó de las rutas de viaje y comercio de la actualidad y, en días o semanas, fue saltando de país en país y de continente en continente y así el Covid-19 se convirtió en pandemia. Sin inmunidad, sin estar preparados, sin medios de prevención o de curación, nos encontramos en una situación similar a la de los pobladores de las viejas culturas de América Central y del Sur cuando llegaron los conquistadores europeos. Inmunes ellos, los infectaron con enfermedades desconocidas para los autóctonos por las cuales la mayoría perecía miserablemente. La población europea fue azotada, una y otra vez, por epidemias frente a las cuales la mayoría de las veces se enfrentaba desvalida. Las que más se grabaron en la memoria colectiva fueron la peste y el cólera. Algunas de estas epidemias despoblaban comarcas enteras y eventualmente reaparecían o desaparecían del todo. Durante siglos lo único que se le podía oponer eran medidas higiénicas y de cuarentena.

Desde hace 150 años las enfermedades infecciosas dejaron de ser a causa del destino, tan poco como lo son las guerras o las catástrofes de Chernobyl o Fukushima

La pandemia y la crisis en el trabajo

Voy a hablar ahora más específicamente de la vinculación entre la epidemia y la crisis del trabajo.

Si queremos formarnos una idea del trabajo, de la manera en la cual el trabajo se verá afectado por la experiencia política que el Estado y la patronal adquirieron por el ejercicio del gobierno durante la crisis, es preciso dejar todos estos problemas generales de costado o a un lado.

Entonces voy a aburrirlos un poquito más con las exigencias y los métodos de la clínica del trabajo, abandonando estas cuestiones más generales y entrando en detalle de lo que ocurre del lado del trabajo vivo, sino temo que dejemos de lado lo esencial.

Esta crisis del coronavirus es la ocasión para el poder neoliberal de iniciar una nueva etapa en la transformación de la organización del trabajo

Presente continuo

Comenzaré afirmando, sin hesitar, que la Pandemia y el aislamiento han tenido dos consecuencias inmediatas y definitivas: al tiempo que se han encargado de desnudar el amplio grado de indefensión y vulnerabilidad de nuestra existencia, denuncian y descubren las características de un Sistema que, en nombre de maximizar el capital, ha ido destruyendo la naturaleza y ha precarizado hasta el límite las condiciones de vida y muerte de la humanidad.

Esta Pandemia. A veces tengo la impresión de haberme dormido en un mundo y haberme despertado en otro y desde éste, se me hace difícil recrear cómo era ese otro mundo en el que me sentía inmune y poderoso. Cómo era ese mundo en el que los cuerpos circulaban por lugares, por espacios desplegados en un tiempo cronológico. Cómo funcionaban el espacio y el tiempo en esa era pasada, tan próxima y, aún así, tan lejana.

Vivíamos en un mundo donde ya no se trataba de producir a toda velocidad, ya no se trataba de vivir a toda prisa, sino de destruir deprisa

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