La editorial Topía acaba de publicar este nuevo libro de Enrique Carpintero. Un texto fundamental para poder entender cuáles son los factores subjetivos en los ascensos de los neofascismos en el mundo. Una herramienta para comprender los procesos del sometimiento, un paso insoslayable para la necesaria transformación.
Lo primario para el fascismo clásico y, para el actual neofascismo neoliberal, es el odio hacia lo ajeno.
Nuestra hipótesis es que hay una singularidad de lo vivo y que una de las principales diferencias con el funcionamiento digital y algorítmico, es que la singularidad de lo vivo no está dada por el nivel de información que puede manejar una conciencia o una inteligencia, sino por el principio orgánico de autoafectación.
La aparición masiva del ChatGPT se encuentra en un despertar, en realidad en una pesadilla que no consiste en darse cuenta de que la máquina es como nosotros, sino en un sentir que nosotros somos como la máquina.
En un famoso pasaje de las Confesiones, San Agustín afirma que si nadie le pregunta qué cosa es el tiempo, él lo sabe perfectamente, pero que basta esa pregunta para que deje de saberlo. Salvando las distancias, algo parecido nos ocurre con muchas de las palabras que organizan nuestro pensamiento cotidiano. En este caso quisiera referirme a “tecnocapitalismo”. Se trata de un término que circula de un modo cada vez más generalizado en los análisis de nuestro presente. Su evocación parece exorcizar la sensación de incomprensión radical que, desde un tiempo a esta parte, se presenta como la única certeza compartida: todo aquello que no podíamos esperar, ocurre; solo sabemos con seguridad que lo que creíamos seguro ya no lo es tanto. En ese contexto la palabra “tecnocapitalismo” funciona como un bálsamo; al evocarla sentimos que la perplejidad retrocede y volvemos a comprender. Pero si nos detenemos en cuáles son sus especificidades, qué trae de nuevo y qué retiene de lo viejo, debemos confesar, como Agustín, que las cosas no son tan claras como parecían.
La acumulación de capital es quien gana las batallas en el campo del sentido común, pero solo a condición de no mostrarse como tal, de que sus movimientos los haga públicamente la tecnología.
Entre las grandes complicaciones que nos tienen sobre ascuas está el calentamiento global. Lluvias que se convierten en inundaciones, sequías prolongadas, tsunamis inesperados, incendios forestales, talas indiscriminadas de bosques, la incontrolable emisión de carbono, las gravísimas consecuencias de la obsolescencia programada de los objetos que se fabrican para que al poco tiempo se conviertan en enormes montañas de basura imposible de reciclar, etc. consecuencias del modo en que el capitalismo trata al planeta y a sus habitantes. Resultados de un modelo que promovió que el progreso era interminable y sin consecuencias graves. Ese progreso interminable está atado al modelo consumista propuesto como única y exclusiva manera de estar en el mundo.
El marketing no sólo promueve objetos, sino que detrás de los mismos están los modelos identificatorios necesarios para que la cultura consumista e individualista se sostenga.
El sentimiento de asco, habitualmente vinculado a la repulsión “involuntaria” hacia alimentos o situaciones percibidas -por su aspecto, olor o sabor- como sucias o desagradables, en la experiencia homoerótica se despliega como un fenómeno complejo y conflictivo que interroga las fronteras entre cuerpo, deseo y cultura. En particular, la sexualidad anal masculina, marcada a lo largo de la historia por una carga simbólica de perversión y suciedad, es un terreno donde se entrecruzan deseos, miedos y afectos contradictorios.
El sexo anal no es rechazado solo por lo que implica, sino por su asociación con la pasividad, percibida como amenaza a la integridad del yo masculino (patriarcal).
Durante 3 días de intenso trabajo nos encontramos representantes de distintos grupos y revistas psi para discutir temáticas, intercambiar experiencias y proyectos en San José, Costa Rica. Las instituciones organizadoras fueron ASPAS (Asociación de Psicoanálisis Crítico Social), el CEP (Centro de Estudios Psicoanalíticos) de ASPAS y la Fundación Úrsula Hauser. Allí estuvimos representantes del grupo Marxismo y Psicoanálisis de Guadalajara (México), la revista Gradiva de Chile, la revista Giros de ASPAS de Costa Rica y de Topía de Argentina.
La propuesta de este texto es transmitir algunas cuestiones que vengo investigando con otros colegas en el marco del Psicoanálisis Vincular, sobre la idea de las alianzas entre pares, como una posibilidad de armado de lo que llamaré colectivos abiertos, esto es, grupos que habiliten compartir la construcción de lazos de afecto solidarios que faciliten la vida en común y el sostén personal de cada uno de nosotros.
Intentaré articular estas maneras de pensar la realidad, con los nuevos modos de relacionarnos entre los sujetos -tanto en lo personal/vincular como en lo social/ naturcultural.
Este es un breve ensayo donde se realiza una revisión epistemológica de los modelos relacionales en la atención médica psiquiátrica y en particular, se ocupa de la relación Médico Psiquiatra-Paciente y sus diferencias paradigmáticas con las modalidades de encuentros terapéuticos que plantea la perspectiva de lo vincular. Pone en diálogo las lógicas del pensamiento de la clínica en psiquiatría derivada del positivismo estructuralista con la lógica de la perspectiva vincular post estructuralista, que trabaja en complejidad. Profundiza la conceptualización sobre el sujeto y la relación asistencial que se entabla con éste. Propone la idea de otros modos de asistir y conceptualizar a partir de incorporar el pensamiento complejo en el acto médico.
La noción de "Entre" desafía las identidades dadas y propone una psiquiatría que no estigmatiza, sino que trabaja con las fuerzas que actúan en el encuentro
El artículo que estamos presentando contiene –entre otras cosas- una multiplicidad de reflexiones sobre un tema complejo, como lo es el acompañamiento clínico en procesos de transición de género. Intenta dar cuenta de las múltiples y contradictorias líneas de abordaje que exige una práctica ética en toda su complejidad. Es un artículo que al mismo tiempo desnuda nuestras propias contradicciones y los rodeos que se producen en un pensamiento en construcción. Es el resultado transitorio de nuestros propios debates, de nuestros desacuerdos, nuestras dudas. Intentamos siempre localizar en la clínica el punto de partida de toda interpelación y al mismo tiempo la prioridad en el esfuerzo de despejarla o atenuar sus posibles efectos paralizantes, perimetrar la interpelación, circunscribir las preguntas -dentro de lo posible- al interior de un terreno fecundo. Nos han nutrido lecturas de múltiples autores, con todos hemos debatido y en todos nos hemos inspirado. Esta es una de las estaciones en el hilo de nuestro trabajo, seguramente no la definitiva, pero si es que algún día creemos arribar a ella, ojalá tengamos la lucidez de volver a considerarla transitoria.
Nos interesa en primer lugar poner en discusión la cuestión de la elección de un/a terapeuta con "perspectiva de género " como atributo específico”.
Interrogarnos sobre la potencia de lo colectivo es indudablemente preguntar también por esa constelación que tiene su vértice en la palabra poder. Pero “poder” no solo se dice en muchos sentidos, sino que señala además los polos de una contradicción. En primer lugar, el poder nos lleva a algo que podríamos definir como “ser capaces de”; entonces, aquello que podemos es idéntico a nuestra potencia. Y lo que un individuo puede, aquello de lo que es capaz, no es algo aislado. Su capacidad de hacer no se circunscribe a los límites de su cuerpo, sino que debemos inscribir ese poder en el incesante intercambio con los demás cuerpos, tanto sus contemporáneos como las generaciones muertas.
Lo que un individuo puede, aquello de lo que es capaz, no es algo aislado. Su capacidad de hacer no se circunscribe a los límites de su cuerpo, sino que debemos inscribir ese poder en el incesante intercambio con los demás cuerpos, tanto sus contemporáneos como las generaciones muertas
Helmut Dahmer es un sociólogo alemán que es colaborador habitual de nuestra revista. Estudió con Adorno y Horkheimer. Heredero de muchos de sus planteos, a principios de los 80 denunció la política colaboracionista de las instituciones psicoanalíticas durante el nazismo. Tiene una importante producción escrita.
Aquí presentamos Trotsky, Freud, el psicoanálisis y el terror estalinista, recientemente editado por la Editorial Topía. Un libro que, a partir de trabajar bibliografía inédita hasta este momento y un exhaustivo análisis histórico y filosófico, revela cómo ambos pensadores buscaron desentrañar no solo los enigmas de la psique humana, sino también las dinámicas sociales que moldearon sus contextos. Presentamos aquí un fragmento del capítulo 4.
Trotsky hizo tener en cuenta a Pavlov que el psicoanálisis freudiano era también una psicología materialista, aunque trabajara con “conjeturas” (suposiciones, construcciones) en lugar de experimentos.
Cuando a Mao Tse Tung le preguntaron qué pensaba de la Revolución Francesa contestó con un exceso de prudencia que todavía era prematuro sacar una conclusión. Es más que justificado responder lo mismo con respecto a las consecuencias de la pandemia de covid en la vida humana. Lo cierto es que la humanidad estuvo en peligro. La muerte circuló con su indiferente guadaña llevándose a alrededor de veinte millones de personas. Más que en la Primera Guerra Mundial y un poco menos que en la segunda. El General Covid mató sin piedad, sin odio, sin maldad y generó un terror colectivo que no se sabe aún qué herencia habrá dejado. Y por cuántas generaciones.
La pandemia y el crecimiento mundial y viral del fascismo han obligado a pensar una clínica del infortunio común. Una fortuna adversa que no reemplaza a lo neurótico, pero lo resignifica
Seminario organizado por Enrique Carpintero y Alejandro Vainer en el VI Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos en la Casa de las Madres de Plaza de Mayo el 16 de noviembre de 2007. En esta clase contamos con la presencia de León Rozitchner. Reproducimos este texto inédito en homenaje a los 100 años del nacimiento de Rozitchner.
Las máscaras del terror también existen en el campo psicoanalítico, esas teorías que ustedes estudian. También ahí tienen algo que ver las madres, y algo que ver también los hombres que hacen las teorías sobre las madres
Escuchar el inconsciente y sus efectos en interpelación con la cultura se inscribe en la tradición del psicoanálisis cuya aparición produce una ruptura epistemológica respecto al pensamiento del sujeto y sus padecimientos, ya que desde los inicios la escucha atañe a las personas tanto como a las cuestiones subjetivas dependientes de las contingencias socio-históricas. La separación que en ocasiones se establece dentro y fuera de la disciplina entre el Freud clínico y el pensador de la cultura no parece resultado exclusivo de la lectura de su pensamiento y algunos autores lo acreditan a la influencia de las introducciones a las obras freudianas efectivizadas por el traductor de la edición inglesa. Pinto Venegas (2021) por ejemplo, lo hace en un trabajo que “problematiza” tal división identificando las notas introductorias de Tótem y Tabú, donde Strachey señala que “las contribuciones freudianas se dirigen principalmente a lo que se entiende en términos generales como antropología social” y la correspondiente al Malestar en la Cultura, en la cual el desarrollo freudiano es considerado un “trabajo sociológico”.
El orden simbólico imperante, la sociedad patriarcal en la que Freud desarrolla el psicoanálisis, no deja de imponer sus efectos en las conceptualizaciones del autor sobre la cuestión femenina.
Esta entrevista fue realizada para la investigación del libro Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los´60 y´70 (Editorial Topía, segunda edición, 2018). La versión completa había permanecido inédita y formará parte de un libro de próxima aparición que incluirá las entrevistas allí realizadas. Aquí Rozitchner (1924-2011) rememora algunos de los momentos de su vida, entre los pioneros del psicoanálisis. Su relación con la tumultuosa vida política de esa época en la que fue construyendo una consistente teoría contra el poder desde la filosofía y el psicoanálisis; tanto, que Juan Carlos Volnovich suele definirlo como el mayor filósofo que ha dado nuestro país, si no el único. Por ello en los innumerables cruces entre Marx y Freud, que allá por los años ’60 se proyectaron mucho más allá de la mera teoría, Rozitchner supo ser la referencia obligada. Y su obra lo sigue siendo.
“Cuando volvés a encontrar todo tu pasado, toda la historia, es cuando volvés a encontrarte con la muerte”
El abordaje de las problemáticas psicosomáticas está hoy cada vez más presente en nuestra clínica. Este libro propone un abordaje de estas problemáticas. Aquí publicamos su rica presentación, donde la autora historiza los abordajes psicoanalíticos para llegar a la actualidad.
Este libro tiene una vocación sobre todo didáctica. Busca articular las ideas del Instituto de Psicosomática de París con las problemáticas clínicas en las cuales el sufrimiento del cuerpo prevalece, encubriendo o incluso sustituyendo al sufrimiento psíquico. Los conceptos que aquí exponemos son eminentemente freudianos, algunos de ellos revisados y ajustados a la luz de las singularidades que se revelan en el contacto de los psicoanalistas con los pacientes portadores de patologías orgánicas. Las diferentes figuras de lo traumático y su impacto en la organización psicosomática del paciente constituyen el hilo conductor.
En esta época de florecimiento de neofascismos en diversos lugares de nuestro planeta, bien vale recordar qué situaciones enfrentaban los varones que osaban tener vínculos sexuales y/o afectivos con otros varones en tiempos de fascismos y autoritarismos allá por la década del 30 y primera mitad de la década del 40.1 Cabe destacar, que la palabra “gay” aún no “existía” y los apelativos que solían usarse para referirse a ellos eran: pederastas, depravados, amorales, uranistas, invertidos, sodomitas, etc.
El comunismo, la sexualidad y en particular la homosexualidad eran los “demonios” que podrían infectar a los jóvenes, las mujeres y al pueblo cristiano, por eso, era necesaria una “mano de hierro”
Hemos sido socializades -por tanto, sujetes emergentes y a su vez, (re) productores- en un discurso heteropatriarcal, androcéntrico y machista, que legitima la dominación hacia la mujer, las identidades feminizadas y las identidades disidentes, por su mera condición de ser, derivando en una deshumanización, cosificación y opresión constante, en los diversos planos en donde nosotras habitamos la vida.
Es importante entender que como adultos debemos centrarnos en partir de escuchar, entender que no hay recetas, que se trata de un trabajo artesanal y es con los otros que se construirán las respuestas colectivas.
La primera vez que escuché para qué servía el psicoanálisis, la profesora habló de la cura por la palabra. El nombre con que Anna O. había bautizado lo que sucedía en esas consultas con un joven e inexperto Sigmund Freud. Me había impresionado (¿o sorprendido?) la metáfora de la limpieza de chimenea. Tal vez porque mi cabeza siempre fue un hervidero de pensares, un atolladero de palabras.
“La palabra es una flecha ardiente que llevamos clavada”, afirma Juarroz.
Podemos afirmar que hoy vivimos un mundo desconfigurado, un mundo que lo sentimos atravesado por la tragedia y que ha llevado a la sensación de vulnerabilidad y de vacío. Este mundo es una capa que se ha adherido a nuestro cuerpo sin permiso y que produce efectos cuyos síntomas se expresan en el triunfo de la violencia destructiva y autodestructiva, la sensación de vacío, la nada sobre las pulsiones de vida, el Eros.
La historia de la humanidad es la historia de la relación del sujeto con la comunidad y no la del Yo individual
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra