El sábado 7 de septiembre de 2013 se presentó el libro Corpografías. Una mirada corporal del mundo de Carlos Trosman. En el cálido ambiente del Cavern Club expusieron Patricia Mercado, Julia Pomiés y Alicia Lipovetzky. A continuación reproducimos la presentación de Alicia Lipovetzky.
Eso que la primavera pone a brotar en los intersticios del desasosiego, eso que se inclina y renuncia a la banalidad de toda rectitud, que cede al vaivén de lo vivo, a su impureza, eso proclive al desvío, a la diseminación frondosa de la cercanía.
Eso que se desprende del salario para apostar al número quimérico del imprevisto.
Eso que se insinúa en el dolor y sabe a fuego y agua, a serenidad en el sueño.
El cuerpo es una construcción cultural y social que de ningún modo existe en estado natural. Esta idea de naturalidad del cuerpo es justamente un mecanismo prejuicioso que obtura la posibilidad de pensar en el cuerpo humano como parte de la cultura. Lo natural está determinado por las leyes de la naturaleza y no puede ser modificado, al menos en el período de vida de una persona, ya que los cambios naturales se mueven con otros ritmos. Lo que indudablemente nos ata al ciclo natural biológico es justamente el período vital humano (que implica al nacimiento y a la muerte), y las necesidades compartidas con el resto de los seres vivos de respirar, alimentarnos, desarrollarnos y eliminar los desechos. No incluyo aquí la reproducción porque, aunque es un mandato natural de todas las especies, como una muestra más de la no naturalidad del cuerpo humano, reproducirse no es la elección de todos los seres humanos, sino solamente de algunos.
Marilyn una muchacha de 18 años, hija de abogada y médico soñaba con terminar su secundario con el regalo más preciado. Una cirugía de su rostro, algunos pequeños retoques de nariz y pómulos. Con el cirujano plástico eligieron los diferentes modelos de nariz y pómulos que los programas computarizados ofrecían a partir de su foto. El elegido fue el menos intrusivo, pequeñas modificaciones, para resaltar su belleza. Merece una reflexión aparte el tema de: adolescencia-regalo-bisturí. ¿Qué incompletud se homenajea en esa mutilación? Llegó el día, dos meses antes de la fiesta de cumpleaños.
Desde el año 1992, integro el equipo de adolescencia del Hospital de niños Ricardo Gutiérrez y desde 1995 soy co-fundadora del Hospital de día de dicha institución.
Comenzaba el año 2000 y en la reunión del equipo de psicología del Hospital B. Rivadavia recibíamos a una terapeuta corporal que habíamos convocado con la ilusión y la esperanza de poder añadir una nueva mirada a nuestra tarea de atender, comprender y ayudar a las mujeres climatéricas que asistían al Servicio de Ginecología. Siempre nos encontrábamos con trabas y dificultades para ayudar a elaborar la crisis que atraviesan las mujeres en esa etapa de su vida: el climaterio.
Quiero compartir e intercambiar con los lectores algunos aspectos de mi experiencia clínica y en investigación, en los campos de la psicología de la salud y la psicología de la cultura, durante los últimos 35 años en Europa occidental y particularmente en la sociedad escandinava. Las siguientes reflexiones son el resultado de estas experiencias.
Desde el punto de vista del trabajo y su incidencia en lo corporal, es interesante revisar algunos conceptos vertidos en la Mesa Redonda sobre Sufrimiento y trabajo, que tuvo lugar en la Universidad de los Trabajadores (IMPA) en octubre de 2010.
La base empírica de este trabajo es una experiencia realizada en el Servicio de Ginecología de un hospital público, que se dedica al tratamiento del climaterio –crisis vital evolutiva- con un abordaje interdisciplinario.
Claudio Tolcachir es considerado un referente importante de la actual escena teatral. Luego de una trayectoria como actor y director dirige en el año 2005 su obra La omisión de la familia Coleman en Timbre4. Los elogiosos comentarios de la crítica son acompañados con un éxito a sala llena durante 4 años. La obra es presentada en quince festivales internacionales donde obtiene varios premios y se presenta en EE. UU. y varios países de Europa.
Eso que llaman modernidad podría fácilmente definirse como el sistema significante de moda, en el sentido estadístico del término, por supuesto. Esos significantes que se repiten, mejor, se retransmiten, a diario, son lo que define nuestra época, han definido épocas en sus variaciones diacrónicas, pues esa es su función. Y a cada relevo de sistemas significantes, a cada entrada de un nuevo conjunto organizado, digamos, a cada entrada de un nuevo discurso, corresponden ciertos efectos sobre lo que llamamos sujeto. Ciertas variaciones sobre lo que podemos consentir en llamar subjetividad.
El cuerpo es el principio... el cuerpo habla siempre... Poner el cuerpo...
Pienso al cuerpo como una herramienta potente de creación del ser humano y de múltiples posibilidades de vincularse con el otro. El cuerpo no sólo tiene la capacidad de transportar nuestras ideas, nuestros sentimientos y sensaciones, nuestra subjetividad, sino que en sí tiene su propio lenguaje, y concientemente utilizamos escasamente ese lenguaje, y generalmente, sin saber que nuestro cuerpo piensa, siente, hace y comunica todo el tiempo, permanentemente,
La referencia a la unidad bio-psico-social del hombre es hoy un lugar común y recibe acuerdos desde las más variadas disciplinas. En la vida cotidiana el cuerpo como parte de lo “bio” es un foco de atención para la moda, el mercado, la ciencia, la salud, la educación, la recreación...
David Le Breton[2] es doctor en Sociología de la Universidad París VII y miembro del Instituto Universitario de Francia. Profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Ciencias Humanas Marc Bloch de Estrasburgo.
¿Qué lleva a una chica de 15 años a pedir para su cumpleaños una cirugía de senos y no un viaje o una fiesta con sus familiares, amigos y amigas? ¿Por qué una señorita de 25 o 30 años para sentirse más mujer pasa por la sala de operaciones? ¿Qué es lo que hoy naturalizamos tan fácil? ¿Qué hay detrás (¡y delante!) de todo esto?
El ser humano una vez más nos sorprende con sus extravagancias. La mujer para sentirse mujer íntegra necesita dos pechos grandes y firmes; y el hombre por su lado, para sentirse hombre íntegro, necesita a su lado una mujer con dos pechos grandes y firmes.
Hace ya unos años, un paciente internado por abuso de sustancias, señala el problema del target de los psicofármacos. Lo preocupaba encontrar algo más fino, que apuntara más precisamente a las voces que lo insultaban y no a él.
En efecto, la pregunta es: ¿Adónde apuntan, cuál es su diana o su target?
El primero en responder es, por supuesto, el Farmacólogo. Y responde con las coordenadas estereotáxicas bajo el brazo, con el viejo sueño del mapa. El razonamiento farmacológico es impecable: si la introducción en el organismo de una molécula artificial produce efectos sobre la actividad psíquica, entonces, tiene que estar interviniendo de algún modo en el lugar donde esa actividad psíquica se produce. Es una tarea posible entonces, con la tecnología adecuada, hacer un mapa de la actividad psíquica.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra