Clínica | Page 2 | Topía

Top Menu

Clínica

Variaciones sobre la angustia. Sueños y angustias en pandemia

Primera: “La pandemia me afectó mal, me analicé muchos años y he ido tratando de pilotear mi locura, pero la angustia me gana, ahora me la empecé a agarrar con el cuerpo… Es que de un día para el otro me quedé sin trabajo. El otro día me dio un ataque con mi marido y le tiré la ropa afuera de casa porque miraba el celular mientras tomábamos café.”

Segunda: “Por primera vez en mi vida voy a pasar las Pascuas sola, la incertidumbre me mata… ¿y si me contagio y me muero? La muerte por covid es en soledad. Y si no los veo más a mis nietos… ¿Cuándo voy a volver a tener un abrazo? Estoy muy angustiada… quiero escapar de mí misma…”

(La crisis de angustia) es un modo particular de presentación de la angustia como estallido, indicando un dolor psíquico que no logra aún transformarse en sufrimiento

Pandemia por COVID-19: Angustia y vulnerabilidades de terapeutas y pacientes

La enfermedad causada por SARS-COV-2 afecta desde 2019 a todo el planeta y genera estrés en múltiples ámbitos que influyen en la salud mental. El virus es una amenaza real, con frecuencia amplificada por cierta prensa y enfoques políticos que buscan réditos de modo espurio, así como por falacias que -mezcladas con verdades- se replican en las redes sociales agregando al tema notas agobiantes y sesgos de negatividad.

Las sensaciones de incertidumbre, temor, desconcierto, extrañeza e incapacidad para controlar el entorno son inevitables y confluyen en angustia. Esta compleja emoción conlleva expresiones y repercusiones psíquicas y orgánicas

Analistas y pacientes afectados. Malestares, angustias y potencias

Dos años después de comenzada la pandemia, en medio de una tercera ola y sin que se avizore aun un final -si es que éste llegara alguna vez a producirse- me parece interesante ponernos a pensar que pasó entre nosotros, analistas, cuál viene siendo el resultado de nuestro pasaje por la tempestad.

Tenemos el desafío de la contemporaneidad de la experiencia, del barro común en el que estamos metidos, obligados a hacer y pensar en lo que hacemos al mismo tiempo, mientras tratamos de sobrevivir al desastre e intervenir en el sufrimiento que nos acecha desde nuestras propias vidas y las de ellos, quizás como nunca antes.

¿Cómo pensar las crisis de angustia? La crisis también es un impasse. Hay algo que era de determinada forma y ya no lo es. Algo se destituye y -en el mejor de los casos- algo nuevo podría fundarse

El cascabel a Tánatos

Este trabajo intenta acercar algunas reflexiones sobre posibles abordajes de las manifestaciones del sufrimiento psíquico autoinflijido, en la clínica de pacientes con predominio de funcionamiento neurótico.

Freud instaura una innovadora conceptualización en Más allá del Principio del Placer al introducir la dualidad pulsional: pulsiones de vida y pulsiones de muerte. Así, el concepto de pulsión de muerte, va coronando el edificio metapsicológico freudiano. El texto es una conjunción original que intenta ubicar, lo que de una manera general se suele llamar lo “negativo”2 (destrucción, sadomasoquismo, odio, distintos modos de desinvestiduras), del lado de la llamada pulsiones de muerte. En el mismo se destaca también el vínculo estrecho entre estas últimas y el fenómeno de la compulsión a la repetición.

Conjeturamos un lugar estructural en la subjetividad para el sufrimiento autoinfligido, (masoquismo y sadismo contra uno mismo). Éste sería expresión de un estado infantil originario donde pasividad y masoquismo son sincrónicos

 

La Tentación (15 años después)

En 2006, apenas terminada la residencia de psiquiatría en el Hospital Álvarez, publiqué en Topía un artículo que investigaba la relación de algunos médicos con la industria farmacéutica. Hacía referencia a mi propia práctica como hilo conductor, centrando el proceso en la posibilidad de ser “tentado” por determinadas modalidades de reclutamiento comercial de la industria. Algunas de ellas, groseras, y la mayoría más sutiles y ambiguas. Referí, en ese entonces, la anécdota que el Agente de Propaganda Medica (APM) fue la primera persona que me recibió en el hospital. Una persona amigable que estableció con muchos de nosotros una relación estrecha. Podría haber sido el director del hospital o el jefe de servicio, pero no, fue el APM que me invitó a desayunar. Fue un rostro conocido que nos facilitó material de estudio, acceso a congresos, revistas médicas, recetarios, lapiceras e infinidad de souvenires. Son prácticas absolutamente naturalizadas en la inmensa mayoría de los servicios médicos del país.

El médico solicita cosas o le son regaladas (nunca es un proceso coercitivo), pero a cambio de priorizar los medicamentos de una empresa en particular a la hora de recetar

Exhausto

He decicido contar este caso en el que estoy involucrado y que aun está en pleno desarrollo.

Tiene características de la situación actual. La pandemia infuencia nuestras vidas en lo cotidiano e inevitablemente también nuestra práctica como psicoanalistas y psicoterapeutas.

Como está tan “cerca” me cuesta camuflar lo necesario para que no sea reconocible, aprovecho que estoy en Suiza para esta publicación.

Cuando hablamos por teléfono, la médica amiga me confió que el “caso” no era fácil de entender. Ella había controlado todo lo posible, sin encontrar un diagnóstico. Físicamente Felipe está sano. Los padres quisieron presentarlo al hospital univeritario, estaba allí internado, pero tampoco allí se encontró una causa somática.

Cuando hablamos por teléfono la médica amiga me confió que el “caso” no era fácil de entender. Ella había controlado todo lo posible, sin encontrar un diagnóstico

Jóvenes autonomizados ante la pandemia del desamparo

La población joven que nos interesa tomar para pensar las crisis subjetivas durante la pandemia es una que se suele encontrar en el centro de las prácticas públicas, pero en los márgenes de sus conceptualizaciones: se trata de aquella que ha sufrido formas sostenidas de desamparo psíquico y social, cuyos efectos se relacionan a las actuaciones compulsivas, la ruptura de lazos y que, además, se encuentra estigmatizada mediante formas de subjetivación que hacen a figuras de peligrosidad y exclusión.

Una ganancia de la palabra juventud como diferenciación respecto de adolescencia tiene que ver con que los desarrollos en torno al proceso adolescente no dejan de basarse en la práctica clínica de consultorio con jóvenes de clase media o media alta en sociedades moderno-occidentales

“Sacha Rupaj”. Una experiencia de intervención en Montequemado

Allá bien al norte, en el llamado Chaco Austral y casi integrado en El Impenetrable, un pueblo guapea para abrirse camino en el bosque chaqueño a golpe de hacha. Hacheros argentinos que tienen como fuente de trabajo la tala del quebracho y el mantenimiento de esos montes. Fueron sus primeros pobladores que venían del sur de Santiago del Estero los que, al ver cenizas y restos calcinados de troncos carbonizados, lo llamaron en quechua “sacha rupaj” - Montequemante, Montecaliente.

Montequemado tiene una población de más de 30.000 habitantes. 
No existe el agua potable (el agua que toma la población contiene un índice altísimo de arsénico), ni red cloacal. Es una ciudad con altos niveles de pobreza y necesidades básicas insatisfechas

Sexo “natural” y Barebacking

Riesgo, transgresión y disidencia

Se trata de un término usado en el slang estadounidense para referirse al sexo sin preservativo. La traducción literal es “montar a pelo” (o sin silla). Si bien Gregory R. Clark ubica su utilización por parte de los soldados estadounidenses ya durante la guerra de Vietnam,1 el empleo actual de esa jerga nos remite a las relaciones sexuales sin preservativo luego del impacto de la pandemia de vih-sida y, específicamente, a la segunda mitad de la década de los ’90 al interior de la comunidad de varones gays. Algunos autores han extendido la definición de bareback a toda relación sexual anal entre varones sin preservativo. Definirlo de ese modo pierde especificidad. 

Nos referiremos al bareback como toda práctica sexual (con consentimiento) de modo intencional entre varones que suponga intercambio de fluidos sexuales

Una vida de novela: Irvin Yalom

Una de esas personas célebres que responden personalmente sus mails es Irvin Yalom. Doce o veinticuatro horas después de recibirlos, y así hizo conmigo. En esa comunicación le expresé mi agradecimiento por sus libros y me animé a decirle que algo de su escritura me hacía recordar a Oliver Sacks1. En su cálida respuesta omitió el comentario acerca de Sacks. Ambos son de la misma generación, prolíficos escritores y médicos, con vínculos maternos difíciles, se han estudiado mutuamente y sobre ellos se han filmado películas.2 También son amantes de las motocicletas, los años sabáticos y de los viajes a destinos exóticos. Rivales, que sospechosamente nunca se conocieron, aunque coincidieron en los mismos lugares y circuitos durante décadas. Además, ambos han escrito increíbles autobiografías sobre el final de sus vidas: En movimiento (Sacks) y Memorias de un psiquiatra (Yalom).

Yalom sostiene una lucha académica y política contra la psicoterapia impulsada por las presiones económicas: breve, estandarizada, de solución de problemas

Mientras esperamos el día después: psicoanálisis con niños y niñas en tiempos de pandemia

Vengo de cerrar “mi sala” de Zoom, ese lugar virtual que habito parcialmente de lunes a viernes y, a veces, más porque también el tiempo ha recibido el impacto deformante de la pandemia. Acaba de terminar la sesión de Gabi, que con sus 12 años es el último niño al que atenderé esta semana. Antes de despedirnos, conversamos largamente -él medio dormido en su cucheta y yo rodeada por algunos de los objetos que hasta el 2020 constituían el mundo de lo privado- sobre este “nuevo colegio de mierda”, uno con horarios, clases y deberes, pero sin recreos ni la proximidad excitante de otros cuerpos.

En marzo de 2020, en los albores del confinamiento, muchos analistas salimos colectivamente a revisar las prácticas en función de poder sostener el trabajo analítico con nuestros y nuestras pacientes

Presencialidad de una analista con niñes en tiempos de pandemia y confinamiento

Nos hemos visto precipitados a una nueva realidad que ha conmovido los cimientos de nuestra vida cotidiana, de nuestros referentes temporoespaciales y pone a prueba nuestras fronteras psíquicas para poder enfrentarlo y metabolizarlo. Situación global impensable e impredecible que nos sumió en una gran incertidumbre. No había un afuera posible, todo el planeta estaba siendo afectado.

Mi actitud en este tiempo ha sido la de tomar nota de lo que va sucediendo en la clínica, sin apresurarme a tratar de encorsetarlo en las teorías

Violencia familiar en pandemia. A la búsqueda de un nosotros

Observo a la familia M. a través de la pantalla. Les ha costado mucho acomodarse espacialmente para la sesión vía zoom. Los hermanos buscan su lugar a codazos (literalmente). Los padres tratan de mediar, pero los tres adolescentes rechazan vivamente cada uno de sus intentos.

Julieta: (madre) Tenemos que hablar del tema de la colaboración. Juan y yo trabajamos desde que empezó la pandemia todo el día en casa y no damos abasto con lo que hay que hacer. Cuando pedimos ayuda, Axel protesta, pero finalmente hace, pero Lola y Mauro se enojan, protestan y todo termina a los gritos.

El sentimiento de desamparo y vulnerabilidad frente a tal pérdida de apuntalamientos desde lo social potenció en muchos vínculos “estados de irritación” esa especie de escozor que nos produce la antipática e insoportable alteridad del otro

Coger sin forro. Riesgo y clínica psicoanalítica

El Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud de Argentina (SNVS) registra una tendencia general de un sostenido crecimiento de las infecciones de transmisión sexual en consonancia con los datos de la Organización Mundial de la Salud. Por tomar un ejemplo, las tasas de sífilis en toda la población argentina han aumentado en forma sostenida durante los últimos cinco años, alcanzando una tasa de 56,1 casos cada 100.000 habitantes en todo el país en 2019. Este valor es dos veces y media mayor al registrado en 2015. Adolescentes y jóvenes son quienes presentan las tasas más altas en ambos géneros. La incidencia en el grupo de 15 a 24 años es casi el triple de la tasa en la población general: 153,57 casos cada 100.000 habitantes.

Si bien hemos escuchado eslóganes y latiguillos como “el deseo no se previene” para desacreditar toda práctica preventiva, muchxs analistas intervenimos cuando percibimos un “plus” de riesgo

Un fenómeno clínico recurrente en abordajes institucionales: las crisis de desamparo

Presentamos un fenómeno psíquico e institucional paradojal: las crisis de desamparo, que se producen como resultado de una experiencia de cuidado efectivamente prodigada a una persona que ha experimentado graves formas de desamparo psíquico y social y que se encuentra en una situación actual compulsiva de exposición a riesgos de muerte.

Para entender qué sucedió en la crisis de desamparo debemos primero entender cuál es el padecimiento de Cortázar y cómo configuró su psiquismo como efecto de ello.

El hombre real y concreto: el jugar, objeto, cuerpo y proyecto identificatorio

Con los cuatro tópicos que evoca el título de este artículo, a saber, cuerpo, objeto, jugar y proyecto identificatorio, se defiende y sustenta en este trabajo una convergencia entre algunas tendencias del psicoanálisis y la psicología histórico – cultural en su manera de concebir ciertos fenómenos de la vida psíquica. Una convergencia que, lejos de anular las particularidades de cada una de esas mismas tendencias y posiciones, antes bien las fortalece al conferirles su irreductible valor dentro de una visión clínica integradora del jugar dirigida al hombre real y concreto que, de una manera más inclinada hacia la enajenación o hacia la autodeterminación, es constructor de sí mismo y de su mundo. En las consideraciones finales, de este trabajo, aclararé más acerca de los alcances momentáneos y a futuro de esta visión clínica integradora del jugar que con los presentes argumentos de este artículo estaría comenzando a esbozar, defender y sustentar.

Nunca he sido partidario del eclecticismo ni lo seré jamás. Creo firmemente en que las distintas posiciones, planteamientos y procederes que adopta un buen profesional deben tener congruencia epistemológica entre sí

Tres preludios sobre la clínica psicoanalítica en la pandemia

Las crisis en los tratamientos

La pandemia que nos atraviesa hizo entrar en crisis a pacientes, analistas y los tratamientos clínicos. La continuación a través de pantallas dio lugar a algunos debates sobre la pertinencia de su uso. Muchos llegan al puerto dilemático entre tecnofóbicos y tecnofílicos. Algunos descreen que algo del psicoanálisis pueda suceder sin el encuentro presencial y otros afirman que se continuó el análisis por otro medio, en una suerte de pontificación sobre un inconsciente que no conoce frontera alguna.

Los forzados tratamientos a distancia muestran una crisis que atraviesa a analistas y pacientes

Tiempos Pandémicos: Tratamientos a distancia. Psicoanálisis, Psicoanalistas y pacientes adolescentes

Contadas con los dedos de una mano, podríamos pensar cuáles han sido las situaciones en que la experiencia analítica, quedó atravesada en su totalidad -analistas y pacientes-, por circunstancias de una coyuntura omnipresente.

Freud, algún caso clínico relatado por Winnicott en el contexto de la guerra (bombardeo de Londres); y en un salto sin escalas para una referencia local, Argentina de fines 2001/2002 son algunas de ellas.

Podríamos pensar en esas situaciones para asemejarlas con el momento actual. Todas y todos intervenidos por una situación que por magnitud y alcance nos enfrenta a un esfuerzo de pensamiento y análisis muy singular.

Nos encontramos de forma repentina con una importante cantidad de novedosa información de los pacientes: acceso a la intimidad de su casa, muchas veces la presencia y o la presentación de hijos y otros familiares que aparecen

Sobre confinamientos y placares. Diversidad sexual y pandemia

Las crisis en los tratamientos

Tener que quedarnos en casa por cierto periodo de tiempo puede hacernos sentir afortunados. Un tiempo para desconectarnos de los deberes cotidianos y disfrutar del ocio y la soledad que abren ese espacio necesario para “estar en barbecho”2, ese limbo sin presiones tan fértil para la creatividad. O también la oportunidad para el encuentro o re-encuentro amoroso en parejas con cierta estabilidad en las que esos tiempos resultan escasos o esquivos. Si bien he tenido la oportunidad de escuchar a algunas personas que han transcurrido los días de aislamiento social preventivo y obligatorio en esta clave, muchas personas, en especial adolescentes, lo han vivido como una imposición insoportable y han tenido que crear diversas estrategias para hacer frente a esta situación no esperada, ni querida y que se fue prologando a lo largo del tiempo, con los consiguientes efectos traumáticos. La ilusión claustrofílica3 de muchos adolescentes si bien en un primer momento se afianzó, devino en claustrofobia, se produjo un divorcio en el maridaje casi perfecto con su Smartphone, el encierro obligado comenzó a provocar sus efectos en la subjetividad. También en muchas parejas que tuvieron que convivir bajo el mismo techo durante veinticuatro horas diarias vienen produciéndose crisis cuando no, separaciones.

¿Cómo ha transcurrido el aislamiento preventivo a causa de la pandemia de adolescentes y jóvenes que no cumplen con los cánones de la cis-heteronormatividad?

Amanda

Miguel Matrajt es un psicoanalista argentino que se formó en la Asociación Psicoanalítica Argentina. Fue integrante de Plataforma y renunció a la APA en noviembre de 1971. También fue Secretario General de la Federación Argentina de Psiquiatras. Tuvo que exiliarse en México donde fue Director fundador de la revista Subjetividad y Cultura. Además de su tarea clínica, se especializó en cuestiones sobre la Salud Mental y el Trabajo. Entre sus libros se destacan Salud mental y trabajo (1986) y La salud mental pública (1992).

La narrativa de las dolencias sonaba como a un jardín elegante que pretendiera disfrazar un cercano bosque indomable. Palabras sin sentimientos son sólo carne de silencio… Pero los psicoanalistas también escuchamos con nuestro cuerpo

Páginas

Suscribirse a Clínica