La inclusión de abordajes comunitarios ha sido histórica y particularmente resistida en las prácticas de salud mental. El discurso biomédico que sostiene aún hoy la lógica manicomial, ha reducido la complejidad de los padecimientos subjetivos a nosografías estancas, confinando a los portadores de dichas “patologías” a tratamientos sostenidos en el encierro y el aislamiento. Según esta lógica, el adentro y el afuera institucional representan dos espacios que deberían permanecer acéticamente separados.
La coyuntura política de nuestro país muestra la vigencia del paradigma del capitalismo tardío, aunque tenga ropajes diferentes. Para demostrarlo vale hacer memoria. Una de las características del pensamiento neoliberal dominante en sus diferentes variantes es transformarse en una ideología totalitaria. Esta no da alternativas. Es “nosotros o el caos”. En realidad se plantea que: “o hacen lo que decimos nosotros o transformamos la sociedad en un caos a través de la economía.” Este pensamiento único, ya no es una técnica, sino una ideología de dominación.
La salud-enfermedad-cuidado es un proceso singular y colectivo, e implica un entramado de dimensiones: socio-económicas y políticas, de tradiciones científicas de interpretación e intervención técnica, de significaciones y representaciones en relación con el cuerpo y sus afectaciones, de producción socio histórica de subjetividades, géneros y sus relaciones; y, prácticas sociales y de la cotidianeidad.
Salud Mental no tiene táctica ni estrategia. Ni siquiera tiene un plan. Si no me creen, vayan a la página del Gobierno de la Ciudad, tipeen por gusto “Plan de Salud Mental”. Y quédense esperando, porque no van a encontrar nada.
Ya lo sabían Colón y Roca: mata indios y tendrás la tierra. Porque en definitiva, todo se reduce a ganar espacios y posiciones. Después, se ve.
Paco: Según el Observatorio de drogas se trata de una sustancia adictiva cuya composición química es predominantemente a base de cocaína alcaloide puro, muy similar al “crack.[1]
Paquito: Llámese así al consumidor de paco en jerga médico hospitalario.
Paquita: 1) Bailarina de la famosa cantante brasilera Xuxa.
Así como en todo el continente, el cuidado de los pacientes mentales en Brasil se concentró a lo largo del siglo XX en los grandes hospitales psiquiátricos. Desde 1852, año de inauguración del Hospital Pedro II en Río de Janeiro, la política asilar fue hegemónica en los tratamientos de la locura.
El propósito de este texto es retomar una publicación anterior[1], y a la vez contribuir al intercambio que se viene dando alrededor de los procesos de transformación de la Salud Mental en Argentina y en Trieste, Italia.
El desafío es avanzar a partir del logro colectivo que significó la sanción de las leyes de salud mental, considerando a las mismas como un punto de partida y no de llegada
La política de Salud Mental, como parte de un proyecto político, debe definir los problemas a atender, las prioridades y los principios bajo los cuales se debe organizar la atención. El desarrollo de una política de salud mental, puede promover o violar los derechos humanos, dependiendo de cómo se formule o ponga en práctica. Por ello, la legislación en salud mental debe codificar y consolidar los principios, los valores y los objetivos, para llevar adelante un cambio de paradigma en la atención.
La función de rehabilitación es un proceso que individua como objetivo la restitución/reinserción del individuo, en el modo más completo posible, en el contexto social de pertenencia utilizando “áreas intermedias” de prueba, para experimentar el rol a través de ocasiones de resocialización, con la prospectiva de una posible inserción laboral/productiva
Hace poco más de un año publiqué en estas páginas el artículo “Ley Nacional de Salud Mental: ¿Qué Estamos Discutiendo?”(Revista Topía Nº 61 de Abril 2011) donde -en el cuadro de un debate que se venía desarrollando en la Revista, inclusive previamente a la aprobación en noviembre del 2010 de la Ley 26.657-[1], me permití advertir las consecuencias “no deseadas” en la aplicación de la misma, en particular pretendiendo anticipar una particular “interpretación de la letra” por parte de las autoridades
¿Cómo puede ser que en el hospital donde Florencio Escardó a partir de 1956 introdujo la internación conjunta madre-hijo como hito fundamental para prevenir el hospitalismo en los niños, sean los padres más vulnerables, los de Terapia Intensiva, los que aún no tengan una sala para estar y dormir cerca de sus hijos, mientras éstos se debaten entre la vida y la muerte?
Los que hacemos la revista Topía apoyamos esta declaración que pone en evidencia la preocupante situación de la Salud Mental. No sólo no se cumple con la Ley Nacional de Salud Mental, sino que además, se avanza con el deterioro y la privatización de la atención. Lamentablemente hechos como este se dan no sólo en la ciudad de Buenos Aires, sino también en diferentes lugares del país. Es necesario poder hacer públicas estas situaciones que sólo pueden avanzar en tanto haya silencio.
Hace un año se aprobó la Ley Nacional de Salud Mental. Su destino parece seguir los pasos de la Ley 448 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Buenas intenciones en los papeles pero ningún cambio efectivo.
El último viernes 23 de septiembre la «compania de la follia» presentó en París un espectáculo que ya han mostrado en muchos lugares del mundo, se trata de su obra sobre la vida de Franco Basaglia.
La «compania de la follia» es (como muchos lectores de Topía deben saberlo) el Grupo de Teatro de Trieste, ese que acompañó la gesta de Basaglia en el cierre de los manicomios. A la velada asistían los «históricos» de Trieste, como por ejemplo Pepe Dell’Acqua, entre otros. De qué manera una tal velada terminó en profunda mufa y bronca… es lo que trataremos de contar.
Enero en el hospital es un playón lleno de turistas. En otros términos: la mayoría estable raja en cuanto puede, especialmente los que tienen antigüedad desde la Edad Media y gozan del privilegio de 50 días de vacaciones. Claro que esto rige más para los pediatras. Para los de Salud Mental, que somos nuevos, la cosa es más escueta: dos semanitas.
Así que acá estoy yo; sola, con Sonia, el reemplazo de Cristina, la trabajadora social y sin psiquiatra porque hay una sola suplente que también se fue de vacaciones. O sea, si hay brote, llame al SAME o rece.
En las intersecciones de las calles 512 y 175 de Melchor Romero -a pocos kms. de la ciudad de La Plata- se alza un puente, verde enrejado, que une las áreas que conforman al Hospital Dr. Alejandro Korn: el sector general y el neuropsiquiátrico. Este último, presidido por la directora asociada de psiquiatría Cecilia López Santi, coordina 22 salas, de hombres y mujeres, conectadas por largos caminos de tierra, bordeados de viejos eucaliptus.
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra