Una y otra vez, en distintos medios, se intenta explicar la política a partir de la psicopatología. Así, encontramos que Milei es un psicótico, y que en sus seguidores predomina el sadismo y la crueldad. Por otro lado, voceros del gobierno acusan al kirchnerismo de ser una “enfermedad mental”. Aún más, hay pseudoteorías que intentan explicar las ideas del “progresismo” y la izquierda como “parásitos mentales”.
La finalidad es la misma: descalificar con argumentos psicológicos al opositor político.
En el país con mayor cantidad de trabajadores psi de la galaxia, encontrar las motivaciones psicológicas de cualquier realidad es moneda corriente. La psicologización reduce realidades complejas a motivos psicológicos individuales. Y su función: la descalificación del rival con motivos pseudopsicológicos.
Wilhelm Reich fue un psicoanalista que se formó en la década del ‘20 del siglo pasado. Junto con Otto Fenichel lideraron el grupo izquierda freudiana, en el cual psicoanalistas marxistas comenzaron a teorizar sobre la marca de lo social en la subjetividad desde una perspectiva de izquierda.1 Además fueron figuras centrales en la organización de la atención en los llamados “policlínicos psicoanalíticos”, el Ambulatorium de Viena y el Poliklinik de Berlín durante esos años. Instauraron experiencias con dispositivos psicoanalíticos novedosos. Entre ellas se destacan las primeras supervisiones grupales de casos clínicos y dispositivos de trabajos comunitarios llevados adelante por la Sex-Pol (Asociación para una política sexual proletaria) que dirigía Reich. Consecuentemente, son autores de los primeros y fundamentales libros sobre la práctica psicoanalítica después de los Escritos técnicos de Freud: Análisis del carácter de Reich y Problemas de técnica psicoanalítica de Fenichel.
No es casualidad que los actuales neofascismos retomen a un enemigo de los viejos fascismos: la izquierda, los socialistas revolucionarios.
Maurizio Lazzarato es un reconocido filósofo y sociólogo italiano que vive en París. Tiene una extensa obra con propuestas originales, donde se destacan obras como La fábrica del hombre endeudado (2013); El capital odia a todo el mundo (2020); ¿Te acuerdas de la revolución? Minoría y clases (2022). En este último libro propone conjugar diversas “luchas de clases” (clase, raza y género). Para este dossier nos envió especialmente este texto que nos permite entender el neofascismo de hoy.
El capitalismo y las democracias organizan, conjuntamente y por separado, un genocidio como si fuera lo más normal y natural del mundo.
En la Argentina de Milei se condensa la violencia del ajuste con los discursos de odio que buscan legitimar la exclusión y la represión. Desde que asumió se mostró tal cual es: un gobierno al servicio de los grandes empresarios, que descarga la crisis sobre jubilados, estudiantes, trabajadores y personas con discapacidad. La motosierra, lejos de “ordenar”, desangra la vida cotidiana de millones. La corrida cambiaria de las últimas semanas lo dejó en evidencia: el mercado, al que el presidente se arrodilla, no le perdona la falta de dólares ni el derrumbe de la economía real. La inflación devora salarios y jubilaciones, los precios básicos se disparan, y los sectores más vulnerados son los que pagan el costo de un experimento económico que solo beneficia a los de arriba.
La historia enseña que cada derecho conquistado fue producto de la lucha: así se logró el matrimonio igualitario, la identidad de género, el aborto legal y la ampliación de derechos para millones.
La infancia se ve gravemente amenazada por diversas formas de matanzas y secuestros: niños robados para explotación infantil, para pornografía, para venderlos como una mercancía más, para que se desempeñen como soldados en las guerras o el narcotráfico, etc. Conocemos que en Argentina hubo apropiación de niños durante la dictadura militar y la tarea de las Abuelas de Plaza de Mayo que ha permitido recuperar al día de hoy ciento cuarenta nietos de los casi quinientos que se calcula fueron apropiados por los militares. No está demás agregar que en el Registro Nacional de Personas Menores Extraviadas se informó que en 2023 se realizaron 3.115 búsquedas de menores extraviados.
El Proyecto Lebensborn (Fuente de Vida) consistió en un complejo entramado de leyes, reglamentos y ordenanzas para organizar la vida de las mujeres y la gestación de niños con la dirección y control de las SS.
Como venimos afirmando, el problema de la alteridad es el primer obstáculo para enfrentar las fuerzas de la derecha y del neofascismo. Sin embargo, un grupo importante de jubilados, al conformar un colectivo para luchar por sus reivindicaciones, logró en el encuentro con el otro la fuerza necesaria para sostener su protesta los días miércoles en las veredas del Congreso Nacional. Solos o acompañados por diferentes fuerzas políticas y sociales se hacen escuchar. El cambio que se produjo en la subjetividad de sus integrantes nos llevó a dialogar con una de sus referentes. Adela Hutin es integrante de los jubilados de los miércoles, en representación del Encuentro de Jubilados de Asambleas Barriales y Asamblea Caballito. Jubilada como docente e investigadora universitaria.
Este país se sostiene porque mucha gente lucha por sostener sin nada, sin herramientas, sin apoyo. Los sostiene la convicción de que un mundo mejor es posible.
La invitación de Enrique Carpintero a escribir sobre ¿Por qué la Izquierda hoy? en la revista Topía me generó un genuino honor -como cada vez que generosamente lo hace en los últimos 15 años-, pero también un problema concreto. En un contexto de volatilidad extrema, donde la realidad política global puede transformarse en cuestión de semanas, escribir sobre un determinado fenómeno político tan volátil (la izquierda ante la crisis mundial capitalista y los “neofascismos”, tan bien descriptos recientemente por Carpintero en la reciente publicación de su último libro La Tentación Neofascista) para una publicación trimestral implica un desafío particular. Ocurre que todo lo enviado a un Comité de Redacción vinculado a una problemática de tal naturaleza a ser publicado tres meses después, corre el riesgo de terminar atemporal y vetusto, y afectar la calidad del espacio (en este caso Topía) y el narcisismo y la “reputación” -neurosis mediante, claro está- del autor.
La irrupción de formaciones “neofascistas” -desde Milei y Bolsonaro en Sudamérica hasta Meloni y Trump en las potencias imperialistas- no es un fenómeno aislado. Es el resultado del fracaso estrepitoso de las alternativas que el sistema había logrado cooptar o reciclar.
Desde hace ya casi dos años hemos caracterizado estos tiempos como neofascistas.
Los neofascismos intentan dar respuesta a la actual crisis del capitalismo y necesitan generar un “orden nuevo” tal como se lo propone el neoliberalismo, dando cuenta de las necesidades propias de cada país. La libertad ha sido jibarizada a una mera libertad de mercado, que encubre el negocio de los poderosos. El espejismo es que cada cual queda librado a su “suerte” individual de supuesto emprendedor. Esos son los “espejitos de colores” de estos tiempos. Si fracasa es porque no hizo bien su proyecto. El enemigo es por un lado interno: su falta de capacidad. Por otro, externo: los enemigos son todos aquellos que limitan su libertad de hacer lo que crea conveniente: desde el Estado hasta los extranjeros pasando por quienes viven en la calle.
Hablar de tecnocapitalismo y subjetividad requiere que precisemos dos términos complejos que aparecen relacionados y condensados en un concepto pobremente definido: la así llamada inteligencia artificial (IA). Esa relación cautiva en gran medida porque nos habla del futuro de la humanidad libre de crisis y donde la experiencia como un todo, con sus complejidades y contradicciones, se convierta en una experiencia mental; para luego reducir lo mental a lo neuronal y desde allí convertir lo neuronal en algorítmico. De un presente de múltiples y contradictorias crisis históricas a la solución de todo problema vía modelados matemáticos que vuelvan obsoleta a la historia.
La clase trabajadora no desapareció, está cada vez más extendida pero precarizada.
En un famoso pasaje de las Confesiones, San Agustín afirma que si nadie le pregunta qué cosa es el tiempo, él lo sabe perfectamente, pero que basta esa pregunta para que deje de saberlo. Salvando las distancias, algo parecido nos ocurre con muchas de las palabras que organizan nuestro pensamiento cotidiano. En este caso quisiera referirme a “tecnocapitalismo”. Se trata de un término que circula de un modo cada vez más generalizado en los análisis de nuestro presente. Su evocación parece exorcizar la sensación de incomprensión radical que, desde un tiempo a esta parte, se presenta como la única certeza compartida: todo aquello que no podíamos esperar, ocurre; solo sabemos con seguridad que lo que creíamos seguro ya no lo es tanto. En ese contexto la palabra “tecnocapitalismo” funciona como un bálsamo; al evocarla sentimos que la perplejidad retrocede y volvemos a comprender. Pero si nos detenemos en cuáles son sus especificidades, qué trae de nuevo y qué retiene de lo viejo, debemos confesar, como Agustín, que las cosas no son tan claras como parecían.
La acumulación de capital es quien gana las batallas en el campo del sentido común, pero solo a condición de no mostrarse como tal, de que sus movimientos los haga públicamente la tecnología.
Entre las grandes complicaciones que nos tienen sobre ascuas está el calentamiento global. Lluvias que se convierten en inundaciones, sequías prolongadas, tsunamis inesperados, incendios forestales, talas indiscriminadas de bosques, la incontrolable emisión de carbono, las gravísimas consecuencias de la obsolescencia programada de los objetos que se fabrican para que al poco tiempo se conviertan en enormes montañas de basura imposible de reciclar, etc. consecuencias del modo en que el capitalismo trata al planeta y a sus habitantes. Resultados de un modelo que promovió que el progreso era interminable y sin consecuencias graves. Ese progreso interminable está atado al modelo consumista propuesto como única y exclusiva manera de estar en el mundo.
El marketing no sólo promueve objetos, sino que detrás de los mismos están los modelos identificatorios necesarios para que la cultura consumista e individualista se sostenga.
Mientras el gobierno de Netanyahu profundiza la ofensiva militar sobre Gaza y escala tensiones regionales, Israel intentó realizar su Pride como si nada sucediera.
No es casual. Hace años que el Estado israelí promueve la idea de ser una isla progresista en Medio Oriente, donde las personas LGBT+ supuestamente gozan de amplios derechos frente a los regímenes represivos de la región. Pero detrás de esta narrativa de modernidad e inclusión se esconde una estrategia de marketing político conocida como pinkwashing: utilizar la causa LGBT+ para lavar la imagen de un Estado colonial y opresor.
Pinkwashing: utilizar la causa LGBT+ para lavar la imagen de un Estado colonial y opresor.
En un escenario global cada vez más convulsionado, se agradece la propuesta de Topía para pensar colectivamente los desafíos que tenemos en la izquierda hoy. Tomo la posta que deja el texto de Eduardo Grüner, que invito desde aquí a leer, si no lo han hecho ya. Y retomo la sugerencia del autor acerca de que el uso (y abuso) del término comunismo por parte de las nuevas derechas, puede ser un síntoma. ¿De qué cosa? ¿A qué le temen?
El desafío, en todo caso, sigue siendo cómo esas movilizaciones pueden generalizarse y pasar a la ofensiva, articulando una fuerza capaz de derrotar a los capitalistas.
Durante las décadas posteriores a la declaración de la Independencia de 1816 se desarrollaron en el seno de la actual República Argentina, dos tendencias políticas que representaban modelos antagónicos de organizar las relaciones entre las provincias y la aduana de Buenos Aires: Unitarios y Federales.
Al grito de "Orden y Religión", se comenzó a crear una atmósfera que definía como locos y herejes a todos los enemigos de Rosas.
Las organizaciones de jubiladas y jubilados que sostienen la lucha todos los miércoles frente al Congreso, llamamos a una marcha antirrepresiva a las organizaciones de derechos humanos, a sindicatos, comisiones internas, piqueteros, partidos políticos, centros de estudiantes, organizaciones de mujeres y disidencias y asambleas barriales.
Hay silencios y silencios. Un silencio no es necesariamente ausencia o vacío. Hay silencios que funcionan como disparadores que hacen explotar o generan movimientos; otros, en cambio, son herramientas de exclusión, estrategias de segregación para acallar pensamientos y posturas disidentes.
Hoy lo femenino sigue siendo empujado a la periferia, lo marginal, la excepción.
1. El fascismo, como ideología nacionalista y xenófoba y como movimiento político que busca la purificación y homogeneización de la población en los Estados-nación, existe desde hace 100 años. Su función ha sido y sigue siendo la defensa de la economía capitalista mediante la eliminación de la democracia parlamentaria (elecciones libres, competencia de partidos, división de poderes y garantías de derechos humanos) y su sustitución por un régimen "autoritario" (dictadura de partido único, fusión de legislación, gobierno y poder judicial). Este régimen no contradice la estructura oligopólica de la economía capitalista, sino que la refuerza. Aunque su función contrarrevolucionaria permanece constante, su apariencia varía.
Tanto el régimen fascista alemán como el régimen estalinista lograron suprimir la oposición interna y las poblaciones potencialmente "desleales" mediante deportaciones masivas, fusilamientos, trabajo forzado y campos de exterminio.
Vamos a reflexionar sobre la historieta de Héctor Germán Oesterheld y Solano López que nos va a permitir encontrar similitudes y diferencias con la serie que se estrenó en Netflix.
Leí la historieta El Eternauta en su versión original cuando tenía 11 años. Esperaba todas las semanas que llegaran las hojitas del suplemento Hora Cero -eran cuatro, la primera una tapa y las otras tres páginas los cuadraditos de la historieta- para saber cómo continuaba la narración. Esa aventura fascino a toda una generación; eran héroes cuyas aventuras transcurrían en la ciudad de Buenos Aires con la cual nos podíamos identificar. Los personajes representaban arquetipos de sectores sociales que atraviesan de diferentes maneras toda nuestra historia hasta el presente.
Esa aventura fascino a toda una generación; eran héroes cuyas aventuras transcurrían en la ciudad de Buenos Aires con la cual nos podíamos identificar.
Esta definición es central para poder intervenir en la realidad. Un diagnóstico es un elemento fundamental para operar sobre la realidad. Si carecemos de un diagnóstico, o bien tenemos uno equivocado, difícilmente lleguemos a buen puerto en nuestras acciones.
La idea de que en el poder político nada sucede por casualidad y que todo depende de un grupo secreto que actúa en las sombras es propio de diferentes etapas históricas. Sin embargo, en la actualidad las llamadas fake news tienen una gran importancia debido a los efectos en los procesos de corposubjetivación de las redes sociales que circulan en el espacio virtual. Allí las teorías conspirativas adquieren la figura del sentido común que, como todos sabemos, no es el más común de los sentidos.
Podemos reconocer que cuando la realidad social y política se vuelve más oscura, algunos sujetos adoptan visiones conspirativas. Un ejemplo paradigmático en nuestra literatura son la novela Los siete locos y Los lanzallamas de Roberto Arlt
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra